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-¿Seguro que está bien que vaya?

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-¿Seguro que está bien que vaya?

La pregunta de Charlie le hace poner los ojos en blanco mientras ambos salen al exterior. Está anocheciendo, Billy les espera en el asiento de conductor de su camioneta adaptada para que éste pueda conducirla y el hombre alza la mano desde el interior en forma de saludo al verlos salir.

-Por supuesto que está bien, necesito que te vayas para meter fuego a la casa. –replica la chica antes de acercarse al coche para saludar a Billy mientras Charlie resopla. -¡Hola! Eres Billy, ¿cierto? Jake y Charlie no paran de hablar de ti.

-Y tú debes ser Arizona. –el hombre extiende una mano a través de la ventanilla. –Perdona que no salga, mis piernas son unas cabezotas inmóviles.

La risa de Ari es ligera mientras estrecha la mano del hombre. Puede ver el parecido de Jake con su padre, tienen la misma sonrisa.

-No te preocupes. ¿La cabaña de pesca es tuya? –pregunta la chica mientras Charlie coloca la nevera y una pequeña bolsa de ropa en la parte trasera, al lado de la silla de ruedas.

El policía le ha contado sus planes para el fin de semana: ir a una cabaña cerca de un lago a un par de horas de allí al anochecer para estar en pie al amanecer y listos para la pesca.

-La compré hace unos años, después de que esa silla pusiera las garras en mí. Un sitio para relajarse. Siempre que este viejo de aquí haya echado las cervezas.

-¡Las cervezas! –exclama Charlie provocando que Ari volviera a reír, coreada por Billy.

-Yo iré a por ellas, tranquilo. –le dice la chica antes de dedicarle una sonrisa al conductor y volver a la casa con rapidez.

Apenas tarda un minuto en salir con un pack de latas, aún frías de la nevera. Se las tiende a Charlie que la espera en el porche y sonríe agradecido.

-Espero que no os montéis en un bote después de beberos todas estas. –le advierte.

Las cejas de Charlie se alzan con diversión.

-¿Ahora eres policía?

-Quizás se me ha pegado algo de ti, jefe Swan. –replica divertida.

-No te quedaría mal el uniforme. –ante la sonrisa torcida que se forma en los labios de Arizona, Charlie carraspea. –Quiero decir...es una ropa cómoda y...

Mira a Arizona a la espera de que lo interrumpa pero ella lo mira con fingida inocencia aunque sus ojos azules brillan con picardía.

-Sigue, por favor, es fascinante ver cómo te ahogas con tus propias palabras.

-Insolente. –murmura el hombre bajando el tono de una manera oscura que hace que el aliento se quede atascado en la garganta de Arizona.

Charlie lo nota, puede ver la garganta de la chica tragar mientras él clava la mirada en ella, sus ojos llenos de oscuras promesas.

Prohibido. | Charlie Swan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora