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Arizona tararea una canción mientras trabaja en su jardinera. Es una tarde ligeramente soleada, sólo han caído unas cuantas gotas así que es todo un éxito para Forks. Pero la paz dura poco, justo hasta que Bella se pone de cuclillas a su lado con su rostro embargado de nerviosismo.
-Necesito tu ayuda.
Ari se pone en alerta al momento no sólo por el tono de su prima sino también por la palidez de su piel, como si tuviera un enorme problema al que no supiera hacer frente.
-¿Qué ocurre? –a su mente acuden imágenes de ojos rojos y pieles marmóreas que le provocan un escalofrío de miedo. El buen humor se ha evaporado.
Pero para su sorpresa, Bella saca la mano que tiene escondida dentro del bolsillo de su chaqueta y la extiende hacia ella. Un anillo adorna su dedo anular, la joya parece reflejar los leves rayos de sol y deja sin aliento a Ari.
-Eso es...
-Un anillo de compromiso. –acaba la frase Bella en un susurro y echa una ojeada nerviosa hacia la casa, a pesar de que Charlie aún no ha llegado de trabajar.
-Pero...¿cuándo? ¿Por qué?–las preguntas se acumulan en la lengua de Arizona mientras observa la joya. Es hermosa y parece bastante antigua.
Sabe que su prima no es fan del matrimonio (y está siendo generosa, Bella odia el matrimonio) y mucho menos siendo tan joven. Los ojos claros recorren el rostro de la chica, esperando ver algún atisbo de...algo, algo que le indique que es una especie de broma.
-Justo antes de la...excursión. –responde Bella, ignorando su segunda cuestión.
Hace sólo una semana Ari y Charlie habían pasado un fin de semana de pesca, un regalo inesperado de los Cullen que les costó algo aceptar pero se alegraron de ello porque fueron unos días sólo para ambos, para disfrutar el tiempo juntos. Cuando volvieron, Bella parecía mucho más relajada que en su partida a pesar de que su antebrazo izquierda estaba vendado.
>>Fuimos de excursión y me corté con una piedra sin querer.
Fue lo que dijo y a nadie le extrañó. Al fin y al cabo era...bueno, era Bella.
-¿Estás embarazada? ¿Es por eso?
El pelo de Bella se agita cuando niega con firmeza pero un suspiro se escapa de sus labios mientras se deja caer en la hierba para sentarse.
-Le dije a Edward que la gente pensaría eso. –se lamenta.
-¿Y qué quieres que piensa, Bells? ¡Tienes dieciocho años!
-Quiero estar con él, Ari. Realmente quiero estar con él para siempre. –mientras habla juguetea con su nuevo anillo, como si no creyera del todo que está ahí.
-No hace falta casarse para eso.
-Ya, bueno, él es...
-Tradicional. Ya, ya. –Arizona descarta la palabra con un movimiento de su mano y sus cejas se alzan ante la duda que acaba de invadir su mente. -¿Cómo vas a decírselo a Charlie?
