-No, Charlie, esa flor va más para la izquierda. Tu izquierda no, mi izquierda.
La voz de Alice está cargada de paciencia aunque se mueve sobre sus propios pies, como si deseara arrebatarle la escalera a Charlie y hacerlo ella misma.
Después de su viaje de pesca, Arizona y Charlie se encontraron a los Cullen mucho más tranquilos y felices. Charlie también lo estaba porque había tomado una decisión.
Una decisión que ahora le hace sudar dentro de su propio traje que, desde luego, no está hecho para ir subiendo y bajando escaleras metálicas.
-¿No crees que son demasiadas? –cuestiona el hombre colocando finalmente la guirnalda de flores justo donde la ha indicado la pequeña organizadora antes de mirar a su alrededor. Su salón parece sacado de algún tipo de bosque, con flores de todos los tipos y colores adornando cada centímetro.
-Estoy segura de que a Ari le gustan las flores, no morir en ellas, Alice. –replica Bella, que ayuda en la decoración todo lo que su cuñada le permite.
-A mí me gustan. –defiende la pequeña Renesmee, que se mueve entre ellas, oliendo cada una de las flores. Sus rizos caoba se agitan con cada pequeño saltito que da, moviéndose con gracilidad en la atestada estancia.
-¿Veis? No tenéis sentido estético, ella sí. –responde Alice, con una sonrisa de suficiencia antes de girar la cabeza hacia el exterior. –Ya viene.
Charlie resopla con nerviosismo mientras Bella coge la escalera para esconderla en el armario del pasillo.
-Estás perfecto, papá. –lo tranquiliza su hija cuando vuelve y lo ve intentando alisar una arruga inexistente de su camisa. -¿Llevas lo necesario?
El hombre asiente, palmeando el bolsillo de su pantalón. Ni siquiera sabe cuánto ha costado ese traje, Alice ha insistido en regalárselo para una ocasión tan especial, pero puede notar que la tela es costosa. Al menos es bueno que no le pique.
-Hora de irnos. –avisa Renesmee antes de obligar a su abuelo a agacharse para poder abrazarlo. –Lo harás genial, abuelo.
-Gracias, cielo. –farfulla el hombre, abrazándola sólo unos instantes antes de que el ruido de un coche aparcando en la entrada le haga tensarse.
-Estoy muy segura de la respuesta. –vaticina Alice, guiñándole un ojo antes de desaparecer con sus delicados andares de bailarina con Renesmee de su mano. Bella le alza los pulgares en forma de ánimo antes de seguir a sus acompañantes.
Charlie puede escuchar cómo Arizona abre la puerta principal, dejando las llaves en la entrada. Se obliga a respiras con calma y el aroma de las cientos de flores inundan sus fosas nasales de tal manera que parece estar respirando la primavera de manera literal.
-Ey, cariño, qué hacían aquí Bells y...-la frase se queda a medias cuando entra al salón y observa la decoración. Sus ojos vagan entre las flores que hay en jarrones, colgadas en bonitas guirnaldas e incluso en la repisa de la chimenea. Pero su sorpresa es aún mayor al ver a Charlie en el centro de la habitación, tirando de su propia chaqueta de traje para mantenerla recta. Parpadea confusa. -¿Qué está pasando aquí?
-Alice, esto es cosa de Alice. –explica el hombre agitando la mano hacia todo lo que les rodea. –Dije que te gustaban las flores y este es el resultado.
-Está bien...-Arizona se acerca a él, tiene las manos algo arañadas por las espina de las rosas de la floristería que han puesto en marcha apenas unas semanas antes, aunque nunca ha sido tan feliz. -¿Y por qué Alice decoraría así nuestro salón?
-Por esto. –mete la mano en el bolsillo antes de, lentamente, hincar una rodilla en el suelo ante la atónita mirada de su pareja. Entre sus manos una pequeña cajita de terciopelo que al abrirla revela un fino anillo de oro con un pequeño diamante. Charlie coge aire antes de empezar a hablar. –Sé que alguien como tú podría encontrar a un tipo mucho mejor que yo. Más joven, más guapo, más rico.
>>Sé que soy un bastardo con suerte. Cada día agradezco a quien haya ahí arriba el poder despertarme a tu lado. Nunca había esperado enamorarme de nuevo. Nunca había creído que el amor era así de...fácil. Porque amarte es lo más sencillo y natural que he hecho en mi vida.
>>Y pienso amarte cada día de mi vida, hasta mi último aliento. Arizona Higginbotham, ¿me concederías el extraordinario honor de casarte conmigo?
En los segundos de silencio que siguen a esa pregunta, Charlie está seguro de que su corazón va a estallar mientras observa los ojos anegados en lágrimas de Arizona. ¿Son lágrimas buenas? ¿Malas? Está a punto de cerrar la cajita, con la disculpa saliendo de sus labios cuando Arizona empieza a asentir de manera frenética.
-Sí, sí, sí. –farfulla la joven extendiendo una temblorosa mano hacia él. –Claro que sí.
Charlie sólo puede soltar una risa que es mitad felicidad mitad alivio antes de poner el anillo en el dedo de su ya prometida. Y de repente Arizona se lanza hacia él, abrazándolo con fuerza y robándole el aliento en un beso húmedo de lágrimas.
-Te amo. –murmura el hombre, apartando un mechón de pelo del rostro de la chica, con sus labios adornados con una sonrisa que podría iluminar ciudades.
-Te amo.
Y esas dos palabras son mucho más que sólo palabras, son una promesa, son una declaración. Son dos corazones que han encontrado a su mitad.
AHHHH, que se nos casan. Cómo los amo🥺😍. He pensado que es tan cortito el capítulo que más bien es un extra pero no os podía dejar sin nuestro papi Charlie hincando rodilla🤭
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Prohibido. | Charlie Swan.
Fanfiction¿Y si la ayuda viniera de alguien que no esperabas? ¿Y si el amor viene también con ella?