El sonido de las campanitas hacen que Ari alce la vista de su libro de pedidos. Es enero, un mes tranquilo a la espera del mes del amor, pero Esme Cullen le ha dado varios contactos con organizadores de eventos que hacen que tenga una gran demanda la mayor parte del año. El negocio va viento en popa pero no es eso lo que le hace sonreír.
No.
Lo que le hace sonreír es el ruido de unos pequeños pies corriendo hasta ella. De repente delante del mostrador aparece un pequeño ramillete de tulipanes rosas que parecen estar flotando casi por arte de magia.
-¡Pada ti, mami! –anuncia una vocecita justo en el momento en el que Charlie entra en la tienda.
Arizona se baja de su taburete para rodear el mostrador y ver al pequeño Charlie con una sonrisa radiante y extendiendo el ramo hacia ella.
-Pero qué bonitas, amor. Muchas gracias. –Ari se pone de cuclillas para coger el ramo y lo huele antes de dejar un beso sobre la frente del pequeño, cuyo flequillo negro se le mete un poco en los ojos. Tiene el mismo pelo que su padre pero la mirada igual de clara que su madre.
-Para tener cuatro años corre más que yo. –se queja el jefe de policía antes de besar con suavidad la mejilla de su mujer. Posa con delicadeza la mano sobre su vientre, evidentemente abultado mientras el pequeño corretea por la tienda, curioseando todo. -¿Te ha dado mucha guerra?
-Se mueve mucho más que Charlie, estoy segura de que será un terremoto de energía en forma de niña. –asegura la mujer, antes de que su marido le acerque el abrigo y ponérselo.
-Hora de irse, enano. –le avisa Charlie antes de sujetar al vuelo a su hijo, que suelta una risa de deleite cuando lo alza en brazos para sacarlo de la tienda con Arizona tras ellos.
Después de cerrar la tienda, caminan de la mano a paso tranquilo mientras Charlie se adelanta un par de metros, jugueteando con la nieve que se acumula en el camino.
-Bells traerá a Nessie a jugar este fin de semana. –anuncia Charlie, ajusta un poco mejor el gorro que Arizona se ha puesto mientras esta resopla con fingida indignación. –No te quejes, cuido a mi mujer embarazada. Es mi deber.
-¿Eso implica un masaje de pies cuando lleguemos a casa?
-Todo lo que quieras.
-Uhm...¿todo?
La chispa que hay en los ojos del hombre hace que la temperatura en Arizona se eleve. Siempre le ha resultado curioso cómo a pesar de los años la pasión entre ellos no ha disminuido, sólo es más difícil encontrar momentos en soledad pero se les da bastante bien encontrarlos.
-Cuando Charlie se duerma. –y su voz es una promesa contra sus labios antes de que ella le bese.
-¡Mami! –la voz de su hijo los hace separarse sólo para encontrar al pequeño señalando un trozo de acera a un par de metros con aire acusador. –Hay hielo, ten cuidado con la hermanita.
-Gracias por el aviso, cariño. Ven aquí...por el hielo no, Char.
El niño corre hacia ellos y Arizona lo atrapa entre sus brazos para retomar el camino con él afianzado en su cintura.
-Lo has enseñado bien, eh. –replica con diversión ante la sonrisa orgullosa de su marido.
-Los Swan cuidamos unos de otros.
-Siempre.
-Siempre. –concuerda el hombre, pasando un brazo por el hombro de su mujer y aplastando al pequeño en un abrazo intermedio que le hace reír.
La risa de los tres resuena en la fría calle, haciendo que todo sea más cálido, como el hogar que los espera a unos minutos.
Porque sí, Arizona Swan ha encontrado por fin la vida que tanto deseaba.
Y es mucho mejor que en sus sueños.
Nunca he escrito una historia tan tranquila y tan bonita a la vez. Quería darle a nuestro papi Charlie el final feliz que de verdad merece🥰
Muchísimas gracias a todes les que habéis llegado hasta aquí, leyendo y apoyando esta historia. Y espero veros en el resto de mis ideas locas. Os quiero mil❤️❤️❤️
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Prohibido. | Charlie Swan.
Fanfiction¿Y si la ayuda viniera de alguien que no esperabas? ¿Y si el amor viene también con ella?