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Arizona abre la puerta justo cuando Bella grita en el piso de arriba que baja en cinco minutos

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Arizona abre la puerta justo cuando Bella grita en el piso de arriba que baja en cinco minutos. Ante ella se encuentra Edward Cullen, con una sonrisa educada y los ojos de un color que le recuerda a la miel.

-Buenas tarde. –saluda de forma amable y Ari le dedica una sonrisa divertida ante su intento por caerle bien.

-Anda pasa, aprovecha que Charlie no está para dispararte. –se hace a un lado para que el chico pase y cierra la puerta tras ellos. –Bells bajará en cinco minutos.

Edward asiente a sus palabras y su sonrisa se vuelve un poco menos artificial y más relajada cuando pasan a la cocina.

-Creo que no nos han presentado de forma oficial.–extiende una blanquecina mano hacia ella. - Soy Edward Cullen.

-Arizona Higginbotham. –estrecha su mano y se da cuenta de que el chico tiene la piel extremadamente fría. No hace tanto frío afuera, piensa. -¿Te apetece tomar un café o un té caliente mientras esperas a Bella?

La sonrisa de Edward se crispa ligeramente, como si hubiera adivinado lo que está pensando la chica pero quizás es cosa de Ari porque cuando habla su tono sigue siendo amable y educado.

-No, gracias. Eres la sobrina de Renée, ¿verdad? Bella me ha contado que llevas aquí unos meses.

-Sí, la verdad es que no esperaba quedarme tanto pero...

-Pero Forks tiene su encanto, ¿verdad?

Por la mente de Arizona pasa el rostro de Charlie, el brillo en sus ojos cuando le dijo que la quería y acaba asintiendo con una sonrisa más amplia.

-Sí, sí que lo tiene. –Edward le dedica una sonrisa cómplice, como si la entendiera y ella se cruza de brazos, apoyándose ligeramente en la mesa de madera. Charlie es el de los interrogatorios pero a ella tampoco se le dan mal, al menos eso cree. –Y dime, Edward, ¿tú esperas quedarme mucho tiempo?

Edward mete las manos en los bolsillos de sus vaqueros, su sonrisa se ha apagado ligeramente y hay cierta solemnidad en su mirada cuando clava los ojos dorados en los azules.

-Todo el tiempo que Bella desee que me quede.

Arizona asiente y chasquea la lengua antes de encontrar las palabras adecuadas.

-Voy a dejar una cosa clara, Edward. Charlie puede que te haya amenazado con dispararte pero si le vuelves a hacer daño a mi prima no será necesario. –se inclina un poco hacia delante, su mirada carece de la simpatía de antes y ha sido sustituida por una frialdad heladora. –Yo misma me encargaré de ti. Te enterraré y después plantaré sobre tu cuerpo para que nadie jamás sospeche y puedas pudrirte en soledad. ¿Entendido?

Edward parpadea un par de veces, como si no creyera que una persona tan amable pudiera tener ese nivel de peligro pero debe ver algo en la mirada de Arizona que le hace asentir de nuevo.

Prohibido. | Charlie Swan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora