Él tenía sus ojos sobre su primer amor, lo miraba con adoración, amor, pasión, pero no lo dejó en el pasado y puede dejar ir la mirada de adoración que le dan los ojos de su mayor cada vez que lo ve.
Porque lo ama.
¿Él también lo ama?
¿Ellos se aman...
–Hyung – llamo Jungkook al peligris que iba junto a él.
–¿Mmh? – hizo un sonido para darle a entender que le escuchaba.
–¿Habías escuchado antes esa canción?– preguntó viendo a la chica frente a ellos y más residentes del hospital en el que estaban, la joven tocaba la guitarra y cantaba con una melodiosa voz.
–No, pero está bastante linda, me gusta. ¿Por que? –preguntó el mayor está vez viendo al azabache y sonriendole.
–Porque está canción la escribimos él y yo.
Jungkook sabía que el amor es impredecible, sus padres muchas veces le dijeron que un joven de diecisiete años como lo era él tres años atrás no sabía lo que era enamorarse, pero se equivocaron, porque Jungkook si lo supo, él se enamoró, se enamoró perdidamente de aquella sonrisa arrebatadora y aquella mirada que desnudaba todo en su interior.
Y nunca ha dejado de estarlo.
Porque aun, a sus veintiun años seguían los mimos sentimientos por la misma persona a la que le dio todo a sus diecisiete años.
Porque Jungkook seguía observando las puertas en donde sea que estuviera esperando a que esa persona entrará en cualquier momento.
Entrará y fuera a por él.
–Oh... –musito el peligris junto a él y siguió escuchando a la chica cantar y tocar con una sonrisa en la cara – Entonces ahora puedes estar seguro de que esta bien, ¿no lo crees?
–Si, tienes razón. –volteó a ver al mayor – Lo siento hyung.
–¿Por que te disculpas? –preguntó ceñudo.
–Porque te quiero, pero aún sigo pensado en él.
–Jungkook yo-...
–Lo sé Taehyung hyung, pero mereces más.
–Merezco lo que tengo y te tengo a ti Kook, no ha pasado mucho desde que pasaste por eso, y lo entiendo, no pasa nada si piensas en él, te preocupa porque fue alguien importante para ti y siempre lo será. No pienses que no eres suficiente para mi, porque eres más.
–Siempre sabe que decir –sonrió y lo abrazo–. Vamos adentro, tengo hambre.
–Vamos.
Ambos se cogieron de las manos y caminaron juntos hasta las máquinas expendedoras de comida para luego ir a la habitación de Jungkook en donde comieron y hablaron hasta que se hizo la hora de Taehyung irse.
A la noche el azabache tenia horas dando vueltas y vueltas en la cama, el insomnio lo tenía así desde días anteriores pero esta vez nada le causaba sueño, esta vez, no podía dejar de pensar.
Pensar en él.
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