Ella tenía 22 años. Ella tenía una voz, que por su acento, al hablar español, sonaba linda y sensual. Ella era baja, con unos pies largos, lindos y con anillos. Ella tenía unas piernas enormes gracias al ejercicio y un trasero excepcional, producto del mismo. Ella tenía el abdomen plano y unos senos pequeños muy lindos y de pezón rosa. Ella tenía unos ojos cafés hermosos y una mirada de la cual no quisiera haber dejado orbitar.
Sus manos, largas como sus pies, tenían los dedos chuecos. Su piel blanca parecía tersa… escribo “parecía” porque nunca la pude tocar, pero a distancia, no había nadie que la hiciera sentir y tocar como yo, o por lo menos es lo que me decía «tú eres mis manos cuando me toco y leo lo que me escribes», y eso a mí me excitaba aún más.
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Relatos que escribí en el tren a casa
RandomSerie de relatos eróticos, reflexivos, casuales, aventura, amor, desamor, suspenso y demás que he escrito en los últimos 5 años...