Caminaba cansado de las miradas que me perseguían. No decían nada, solo estaban ahí, con su sonrisa un mucho hipócrita, y no entendía que buscaban con tan penetrante mirada, que ni siquiera tenía que voltear a verles para saber que me observaban.
En el ambiente se percibía un olor fétido y un silencio irónico que decía mucho.
Así es todos los días cuando salgo y vuelvo a casa. Los veo en todos los cruceros y desaparecen cuando los buscas. Son un mito. Caras sonrientes que vuelven a las paredes y barandales, como gárgolas en Notre Dame al amanecer.
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Relatos que escribí en el tren a casa
De TodoSerie de relatos eróticos, reflexivos, casuales, aventura, amor, desamor, suspenso y demás que he escrito en los últimos 5 años...