Prohibido - Parte 2

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Ocultamos muy bien lo de follar en el aula después de clases. Seguimos con ello durante el semestre hasta el día de su graduación. Poco a poco fuimos agregando cosas, por ejemplo, en lugar de coger, me la mamaba mientras llenaba el reporte de su práctica; otras veces, cuando llevaba su falda de estudiante, me ponía detrás de ella y llevaba dos de mis dedos a su sexo; otras veces se sentaba frente a mí y se masturbaba; no podíamos hacer todo eso en el poco rato que teníamos y lo dosificabamos por jueves.

Después de varios meses era común tenerla en mi cama después de su práctica y de haber hecho algo sexual en clase, excepto cuando follabamos. En su casa creían que se quedaba en casa de una amiga y como yo seguí teniendo los viernes libres, iba por ella a reuniones o antros alrededor de las 2 de la madrugada y nos acostabamos a terminar lo que habíamos empezado. Siempre me dejaba su panty cálida al bajar del carro en la reunión o antro.

Mientras ella estaba de fiesta, yo me masturbaba como la primera vez que me regaló una, enfundando mi verga en su tanga, boxer, bikini, encaje, lo que fuera y al llegar a casa, alrededor de las 3 y de habérmela mamado en el auto, se iba a la cama, se ponía en cuatro, yo me acercaba a darle un oral en su vulva y ano y luego la empotraba. A veces se acostaba boca arriba, levantaba sus pies, los besaba y ponía sus chamorros en mis hombros y de esa forma follabamos. Siempre repetíamos posiciones, la favorita de ella era abrazarme la espalda con sus piernas y después de haber entrado y salido múltiples veces de su cavidad, me pedía
que la cargara y follara en el aire. La repetíamos una y otra vez.

El día de la graduación se veía espectacular, y no que otras veces no, solo que esta ocasión le encontraba algo diferente que me llamaba mucho la atención y me ponía cachondo. Llevaba un vestido largo color rojo con piel descubierta de sus caderas y cintura y unos tacones negros. En el cuello se había puesto un collar muy fino que apenas se veía y en las orejas unos aretes de oro con sus iniciales, estos habían sido un regalo mío junto con los tacones. Un día, después de follar, me dijo que la ayudara a escoger unos tacones bonitos por internet y fue ahí donde los vi y no dude en decirle que esos me gustaban y para ella fue un alivio que haya escogido los mismos que ella tenía en mente. "Cuando lleguen vendré a tu casa mientras estás en el trabajo y te recibiré con una sorpresa" dijo contenta.

El martes de la semana entrante se ausentó y supe la razón sin que ella me lo dijera. Tal como el zorro en "El Principito" si me decía que llegara a las 10 desde las 9 la estaría esperando y así sucedió, desde que me enteré que no había ido, mi mente y mi cuerpo caliente ya esperaban llegar a la casa a follarla. Intuía más o menos de qué se trataba, ella con vestido y los tacones puestos, sabía lo mucho que me ponía eso, y casi acierto, estaba usando los tacones, pero en lugar de traer vestido, estaba con un top y una tanga diminuta. Me senté en el sillón que tenía al lado, ella se acercó con movimientos sensuales, me bailo un rato, movió sus nalgas en mis piernas y cuando mi verga parecía que estaba a punto de reventar las venas, retiró su tanga, tomó mi pene con sus manos, lo lamió con delicadeza y lo introdujo en su culo. Eso no me lo esperaba y me encantó. Nunca la había penetrado por el ano, solo lo lamía y estimulaba con los dedos y no le disgustaba para nada, pero me decía que no estaba lista para mi verga. Seguía muy apretada y eso la hizo gemir y quejarse un rato, pero se notaba que había estado estimulando su culo antes de que yo llegara y en efecto, cuando volteé a la cama había sobre la almohada un tubo de lubricante y un plug anal pequeño. Estuvo delicioso. Los tacones se los dejó puestos todo el tiempo y eso le otorgaba un plus a mi cachondez. Acabé dentro de su ano mientras la follaba en el aire y sus piernas se aferraban a mi espalda.

Desde la salida del baño la veía como bailaba con su grupo de amigas y de vez en cuando me tiraba miradas sensuales. La música se detuvo y todos nos fuimos a sentar a cenar. Compartí mesa con dos compañeros de profesión, 2 alumnos y 5 alumnas y ella quedaba frente a mí en la mesa redonda con mantel blanco y refrescos sudando helado y un plato de comida de banquete tradicional. Cuando íbamos a mitad de la cena empecé a sentir como algo iba subiendo por mi pierna y empezó a frotarse en mi entrepierna. No pude evitar ponerme muy duro. Su mirada fija y sensual me retaba a no parpadear ni hacer caras mientras su pie acariciaba mi pene en plena cena y con 8 personas más cerca. Empecé a fantasear que las luces se iban y cuando se prendían ella había dejado su lugar para escurrirse por debajo de la mesa a chupármela, pero de pronto las luces se enciederon más fuerte que antes y mi fantasía se esfumó. Su pie siguió en mi entrepierna un rato más. A este punto era imposible esconder mi erección y sentía que en cualquier momento iba a eyacular, pero el pie se detuvo y sentí como lentamente se iba alejando, dejando su tacto y calor en mi entrepierna por unos segundos. En la mesa las voces iban y venían de un lado a otro mientras las luces se ponían tenues y la pista de baile iba recibiendo a los primeros invitados. Invitaciones a bailar a los maestros que acompañan la mesa conmigo no les faltaban, pero terminaron bailando con dos de las alumnas que estaban en la mesa y aunque ella no me lo había dicho, así como tampoco yo lo había hablado ni con ella ni con ellos, sabía que ellos, al igual que yo, follábamos con alumnas, no sé si ellos lo habían hecho en un aula, pero sabía que fuera de la escuela sí, pues se notaba. Poco a poco se fue desocupando la mesa hasta que solo quedamos ella y yo. Rechazó a muchos para bailar. Se levantaba posando su hermoso trasero en cada una de las sillas y por fin llegó hasta donde yo estaba, aún con mi carne dura y caliente deseando que también se sentará en mi silla sobre mis piernas, pero eso solo quedaba en mis pensamientos voyerosos de que todos en el salón vieran como disfrutábamos follando.

Por la música no escuchaba muy bien lo que decía, entonces se acercaba tanto que sentía como sus palabras penetraban mis oídos. Cuando yo respondía y me acercaba a su oreja, sentía que en cualquier momento iba a perder la cordura y empezaría a morderle la oreja como cuando nos acostabamos en mi cama, sentía como mis palabras se convertían en una cadena que era arrastrada por su lindo cuello para tatuarle todo lo que le decía en esos momentos. Nos hubiese encantado coger en la graduación, pero no encontramos como. Lo único que pudimos hacer fue tocarnos, ella saco mi pene por el zíper del pantalón y empezó a jalarlo mientras yo aproveché las entradas de los costados del vestido para meter mi mano y empezar a meter mis dedos en su vulva. Yo acabé a los pocos minutos y ella demoró un poco más cuando las luces se volvieron a encender y el señor del audio sutilmente nos avisaba que a esto le quedaba poco. Se vinieron a despedir algunas de las alumnas que habían sido parte del grupo de practicantes en mi clase y cuando no hubo nada más que hacer me despedí de mis compañeros y volví lentamente al estacionamiento. Ella hablaba con sus compañeras y ahora colegas de profesión sobre dónde iban a seguir la fiesta, de pronto se alejó para ir hacia mi y fiel a sus despedidas me entregó su tanga húmeda y cálida para enfundarme el pene y masturbarme.

Me conocía bien y sabía que eso me encantaba. Vi como se alejaba ella y los momentos calientes en el aula, pero seguro cosas nuevas venían y quien quitaba que en algún momento fuésemos compañeros de trabajo y follemos en el salón de juntas.

Relatos que escribí en el tren a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora