Roomies - Parte 2

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Una mañana se apareció en mi cuarto. Yo estaba saliendo de la ducha y ella estaba parada al lado de la cama. Tenía tiempo que se había ido de los departamentos y el único recuerdo que quedaba era el pasillo silencioso y la follada que habíamos tenido en su habitación. Me sorprendió mucho verla y en ese momento me dieron ganas de acercarme a ella, besarla y desnudarla, pero no me atreví, a pesar que en mi mente sonaban sus palabras que la tomara aunque estuviese dormida, entonces le ofrecí algo de desayunar.

—Acabo de perder mi empleo y me he quedado sin un lugar al cual irme. El lugar en el que me quedaba era de la empresa y no me han dado oportunidad de buscar algo antes de irme. Debo sacar mis cosas, que son pocas, para hoy en la noche —dijo mientras ponía miel a los pancakes.

—Yo tengo que ir a trabajar, pero sigue comiendo y cuando acabes puedes descansar un rato y yo volveré para la hora de la comida.

—Te lo compensaré luego. Gracias. —dijo sonriendo.

Antes de irme vi como posaba su hermoso trasero sobre las sábanas de mi cama y se quitaba los tacones negros que traía. Me dieron hartas ganas de hablar al trabajo y decir que me encontraba mal para quedarme en la cama con ella, aunque ni siquiera sabía si ella estaba dispuesta a repetir lo de aquella noche.

No tardé mucho en volver, tuve una junta cerca de donde vivía y cancelé una comida a la cual desde un inicio no quería asistir y nada tenía que ver que ella se encontrara en mi cama y tuviera miedo que por ello me retrasara y pensara que la había olvidado, nada de eso. Olvidé preguntarle durante el desayuno que había pasado en su trabajo y su despido tan repentino, pero si lo hubiera hecho quizá hubiese sido desagradable que los hotcakes no habrían dejado el plato y la miel, cayendo y ahogando todo a su paso, no sería hoy un mar dulce que abre paso a una lluvia en la cama cuando se nos antoja.

La encontré dormida. Estaba semidesnuda. De nuevo la tentación se presentó, pero no me permití tocarla a pesar que ella me confesó que le excitaba y deseaba. Desde la "cocina" podía ver como su pezón escapaba del edredón y tan penetrante era mi mirada que la desperté, pero aún así no hizo nada por cubrirse. Movió sus piernas lentamente hasta que el edredón quedó atrás, se erguio y puso su manos sobre sus muslos para luego levantar sus brazos y estirarse tan delicadamente. Sus pechos tan perfectos rebotaron cuando los brazos bajaron súbitamente. Se paró sin ponerse blusa y se dirigió al baño. Llevaba puesto un encaje color rojo.

La carne que cocinaba se quemó un poco por estar atento a los movimientos de ella. Mientras estaba en el baño agregué al sartén algo de queso y brócoli con mantequilla y la "cocina" empezó a oler muy rico. Preparé la pequeña mesa, acomodé las sillas y puse dos platos y dos vasos. Nunca me había sentado con una mujer semidesnuda a comer. Me sorprendió como se acercó y caminó hacia la silla con el pecho desnudo. Parecía que teníamos tiempo viviendo juntos como pareja, pero la verdad era que con esta vez se cumplían 3 veces que veía sus pechos y para ella parecía normal. No sé si era como agradecimiento por dejarla quedarse, aunque aún no hablábamos por cuánto tiempo o por qué se sentía con confianza y cómoda. No le di más vueltas y disfruté comer mientras la veía. La carne estaba jugosa y en dos ocasiones sus pechos se mancharon. Esperé con ansias que sus labios se movieran y de su boca salieran las palabras "¿Qué esperas para traer tu lengua y limpiarme?", pero no, tomo una pequeña servilleta y la pasó suavemente por su pecho derecho.

—Me quiero dar una ducha ¿puedo?

—Sí, si quieres entra y en un momento te llevo las toallas.

—Gracias.

Mientras ella se duchaba y yo imaginaba que era cada gota que paseaba por su cuerpo, levanté los platos, los lavé y saqué unas toallas para dejarlas en el cuarto de baño. Se veía hermosa y sensual su silueta detrás del cancel, pero más hermosa y sensual era ver su piel desnuda de frente y más poder tocarla y besarla. No se dio cuenta que entré, estaba entretenida cantando canciones que nunca había escuchado. Me quedé un rato viendo su sombra a través del cancel y escuchando lo que cantaba, esperando que se diera cuenta que estaba detrás y me invitara a meterme a la ducha con ella. Después de unos minutos salí y esperé a que terminara y se cambiara. Se puso la misma ropa interior con la que había llegado al igual que su vestimenta, pues no traía ningún cambio.

Me puse ropa cómoda y salimos a buscar sus cosas. No era mucho, solo su ropa, artículos personales, entre ellos una colección de vibradores y consoladores, una televisión y algunos otros electrodomésticos pequeños. El resto de artículos esenciales para el hogar eran de la empresa. Seguía siendo temprano y aún faltaba para la cena, entonces la invite por nieve y elote y nos fuimos a platicar al parque. Empezó a contarme que en su trabajo se habían dado cuenta que había empezado a vender contenido en Only Fans y que no había gustado tanto a sus jefes, por lo que decidieron ofrecerle que renunciara, pero ella se había negado, explicando que en ningún momento su rostro ni su nombre aparecía en el sitio, pero a ellos les bastaba con saber que tenía una cuenta ahí para no quererla más en la empresa y ante la negativa de ella, la despidieron.

No quise entrar en detalle y preguntarle la razón por la que había empezado a vender contenido para adultos y la verdad no me importaba, era su vida y su cuerpo.

Ambos pedimos el elote con todo, ella una nieve de tamarindo y yo una de limón. Después de contarme sobre su despido me contó que se había ido sin decirme nada por mera diversión, además dijo que le había gustado mucho como la había besado y tocado. Al escuchar eso no aguanté y fui directo a tirar mis dados esperando sacar par.

—¿Te han tocado en un parque? ¿Quieres que te toque y sentir esa adrenalina de estar al aire libre y ver gente pasar?

—Empezaba a creer que no me lo ibas a preguntar nunca. Llegué a pensar que quizá tienes pareja, ¿no la tienes, cierto? y que por eso no me habías tocado mientras mis senos estaban a tu vista y mientras veías mi silueta en la ducha. Me preguntaba por qué no dabas el primer paso.

Relatos que escribí en el tren a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora