Poesía

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Amaneció. Mis ojos lagañosos y la luz del sol que entraba por la ventana, me limitaban observar lo linda que se veía mirándome dormido. Con su libro en mano, como de costumbre, me daba los buenos días con una poesía.

Cerré mis manos y tallé mis ojos para deshacerme de las lagañas y acostumbrarme a la luz del sol.

Clara en mis ojos, se acercó y me besó. De pronto su voz entró por mis oídos, y como siempre, encontró un lugar para quedarse en mi memoria. Le besé la frente, nos pusimos de pie y desayunamos molletes.

Relatos que escribí en el tren a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora