Prohibido - Parte 1

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Tiempo después de haber follado en el río me convertí en docente de la universidad en la que ella estudiaba. La comunicación nunca cesó, pero no volvimos a vernos en persona otra vez. Las videollamadas se volvieron frecuentes y cada noche moría de ganas de tener sus ricos, suaves y medianos pechos en mi boca.

Al enterarse que estaría impartiendo clases en el turno nocturno movió cielo, mar y tierra para cambiarse de turno, y lo logró después de 2 semanas. Era imposible que yo fuera su maestro porque ella estaba por graduarse y yo tenía clases para los primeros semestres solamente, pero suficiente teníamos con saludarnos por los pasillos de vez en cuando y por supuesto, las benditas videollamadas en las que poco decíamos con palabras, pues el cuerpo era el que hablaba.

Me encantaba recibir en plena clase sus fotos desnuda o en ropa interior desde el baño o vestidores de la escuela. Se daba cuenta lo mucho que me había puesto cuando pasaba por el aula y me miraba sentado. Sabía la gran erección que había provocado en mí.

El frío de finales de enero calaba en los huesos y solo ella me mantenía cálido a ratos. De alguna manera encontró la forma para hacer prácticas en mis grupos y cuando fui notificado no puse ningún pero. Me encantaba verla desplazandose por el aula y sentir su mirada. El salón pronto se convertía en una burbuja donde su olor era el oxígeno que me mantenía vivo.

Volví a tocarla un jueves en su primera semana de prácticas. Terminó la clase, era la última hora y al final tenía que llenar un reporte sobre su desempeño. Quedamos solos en un salón olvidado por todos. Recuerdo que se acercó y puso su esponjoso trasero sobre mi escritorio. Vestía un pantalón de mezclilla, tacones y una blusa roja. Sabía que una de sus fantasías era coger con un maestro en el salón de clases y no lo pensé dos veces para hacer el primer movimiento. Mi mano izquierda tocó su pierna moviéndose sigilosamente hacia su entrepierna mientras que con la derecha llenaba el reporte y ella me desafiaba con su mirada a ir más allá con mis dedos. La mezclilla dura impedía sentir lo húmeda que podía haber estado después de acariciar por encima su vulva. La excitación y el calor que se sentía en ese momento era demasiado, pero poco podíamos hacer sin antes asegurarnos que nadie pudiera regresar o rondar el aula, por lo que le propuse repetirlo el siguiente jueves. Yo me aseguraría de saber los rondines de los guardias y ella de ver qué la mayoría abandonaran la escuela, asegurando esto volvería con la excusa de que olvidé firmarle el reporte y la dejarían pasar al sabe que yo seguía dentro. Era una jugada arriesgada, quizá más que aquella vez del río, pues fácil podíamos salir e irmos a un hotel o motel, pero lo cachondo que ponía el poder follar en el aula no tenía rival.

Esa noche me pidió que la esperara 5 minutos. Tenía que corregir algo de su maquillaje porque se iba de fiesta y quería que la acercara al lugar. La esperé y tal como aquel día del río, atravesó la puerta de salida vistiendo falda. Nos subimos al coche y antes de bajarse se quitó su tanga morada y me la dejó en el asiento. Dijo gracias y se fue. Manejé a casa sintiendo en mis manos y cara los vestigios cálidos, de olor y humedad de su ropa interior, deseando que llegara de la misma forma a casa, pero no, y aún así envolví mi pene en ella y me masturbé. A las 2 de la mañana me marcó por videollamada de instagram para que fuera a recogerla. Eso no estaba dentro de la relación que llevábamos, pero tampoco me incomodaba, además los viernes yo no trabajaba y cuando la llamada entró yo seguía despierto viendo anime. Me puse un pants deportivo y una sudadera de la universidad en la que había estudiado y salí rumbo al antro.

Ella en falda y sin panties no me imaginaba el frío que estaba sintiendo esperando. Era obvio que no podía llevarla a su casa y mucho menos podía dejar que las personas que estaban con ella me vieran porque varias de sus amigas eran compañeras de ella en la escuela. Por suerte había ido en un auto que no uso para ir al trabajo y nadie se iba a dar cuenta. Antes de colgar me dijo que haría como si fuera un uber y su actuación fue de 10. Me estacioné, se despidió y se subió al asiento trasero. Me había ofrecido a enviarle un uber verdadero, pero se negó, repitiéndome una y otra vez que quería que yo mismo fuera. Me pidió que manejara hacia el río y obedecí. Los 15 minutos de camino se fue masturbando en el asiento trasero, llevando sus dedos a mi boca de vez en cuando. Al estacionarme se pasó al asiento de copiloto y ante la oscuridad y sin las estrellas, ni la luna de testigos, empezó a tocar mi pene suavemente. Sus manos suaves se sentían demasiado bien y no tardé en ponerme erecto. Una mano jalaba mi trozo y la otra acariciaba mis huevos. Pensé que nos íbamos a bajar a follar de nuevo en el río, pero no, al sentir que mi verga ya estaba muy dura se hincó sobre el asiento y acercó su cabeza a mi miembro. Saco lentamente su lengua y empezó a lamer la cabeza y el cuerpo de tronco duro y los testículos. Fue un exquisito oral. Acabé dentro su boca. No dejó ninguna gota. Cuando parecía que había tragado todo, empezó a succionar el resto. "Vamos a tu casa, necesito dormir y no puedo llegar así a la mía. Avisé que me quedaba con Vanessa" dijo con palabras entrecortadas.

Relatos que escribí en el tren a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora