17. Ashley

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Estaba leyendo tumbada en mi cama cuando de repente Connor atravesó la puerta de mi habitación.

-¿Pero qué haces aquí?

Entonces me fijé en cómo iba vestido. Completamente trajeado de negro con una camisa blanca, llevaba el pelo desbaratado, como siempre, pero algo húmedo, como si se hubiera echado algo de gomina y además, su perfume llegaba hasta el fondo de mis sentidos a pesar de la distancia que se encontraba entre ambos. Estaba observándolo de arriba a abajo cuando me topé con su mirada clavada sobre mí y una sonrisa que le ocupaba todo el rostro. Acto seguido, me sonrojé y aparté la mirada.

-¿Voy guapo, Ash?- preguntó.

Pero no obtuvo la respuesta a dicha pregunta, pues en su lugar me recosté en mi cama y continué con la lectura. Esperaba que se diera por vencido con su jueguecito y se marchara de allí pero de pronto noté su cuerpo tumbado junto al mío, lo que provocó que el mío se tensara al completo.

-Por favor, Sebastian. Quiéreme de la mejor manera. Creo que este no lo he leído, ¿cuál es?

-¿Y a ti qué te importa?

De pronto, me arrebató el libro de las manos y observó la portada.

-Ébano.- anunció. -¿De qué va?

-Amor.- lo miré a los ojos y tener su rostro tan cerca del mío me provocó mariposas.-Dudo que sepas mucho de eso.

-Te sorprenderías, mariposilla.

Le dediqué una mirada de desagrado y a continuación aparté la vista hacia el techo. No quería saber nada de él, había sido un completo imbécil esta mañana y me negaba a hacer como si eso no hubiera pasado. Además, era mucho mejor así.

-¡Anda! ¡Mereces Ron! Yo he visto la peli de Culpa mía.

-Sí, está bien pero el libro es mucho mejor. ¿Me dejas seguir leyendo ya?

-Nop. Vístete.- me ordenó mientras que se levantaba de mi cama y dejaba el libro en la estantería.

-¿Cómo?- exclamé mientras me incorporaba en la cama.

Ahora sí que no daba crédito.

-Sí, te vienes conmigo.

-Contigo no voy ni a Disneyworld.

-Trato hecho. Cuando cobre la próxima película te llevo, mariposilla.

No pude evitar que se me escapara una pequeña sonrisa. Muy pequeña. A lo que Connor respondió con otra llena de entusiasmo. Sin embargo, aún seguía enfadada con él.

-Más quisieras...- añadí.

A continuación me di media vuelta y escondí la cara bajo la almohada.

-Mira, tienes dos opciones: o te levantas, te pones algo bonito y nos vamos, o te rapto y te vienes igualmente.

-Ah, ¿sí? ¿Y qué piensas decirle a mi padre cuando vea cómo me sacas de casa mientras grito como una loca? Porque te juro que lo haré.

-Tus padres no están en casa.

Ahora entendía qué estaba haciendo en mi habitación.

-Ya, pues entonces te denunciaré.

-Denúnciame.

Acto seguido Connor se abalanzó sobre mí y me levanto en volandas sobre su hombro.

-¡Connor! ¡Bájame ahora mismo!- grité enfadada.

-¿Te vas a cambiar de ropa?

-¡Ni en sueños!

-Pues tendrás que esperar a llegar al coche para bajar.

Dicho esto, salió de mi habitación y comenzó a bajar las escaleras de la casa conmigo a cuestas.

-¡¿Al coche?! ¡Connor, no quiero ir a ninguna parte! ¡Y menos contigo!

-Pues esta mañana te ha faltado suplicarme que te diera algo de atención.

-¿Perdona? Lo siento por intentar ser agradable con alguien con quien convivo.

-Mariposilla, ambos sabemos que eso no era sólo simpatía.

De pronto mi cuerpo se bloqueó y dejé de retorcerme mientras que notaba como me sonrojaba. Tenía las mejillas ardiendo, no sabía si por vergüenza o por el hecho de estar boca abajo.

-¡Venga, mariposilla! No hay nada de malo en admitir que te gusto.- añadió Connor.

No sabía qué contestar, así que opté por darle un puñetazo en la espalda.

-¡Eh! No te pases por ahí detrás.

A continuación se me dibujó una sonrisa en la cara.

Ahora sí que me vas a bajar de aquí Connor Hunt.

-¡Estate quieta! ¡Joder!

Pasados unos segundos Connor comenzó a descender mi cuerpo por delante de su torso. ¡Por fin! Sin embargo, me sorprendí a mi misma cuando noté cómo mi cuerpo quedaba sentado en lo que parecía el asiento de un coche. ¡Su coche! Mierda. Ni siquiera me había dado cuenta de cuándo habíamos salido de la casa, pues había estado muy concentrada en intentar que me soltara. Justo entonces, Connor cerró la puerta del mismo y echó el seguro,

-¡Eh!- exclamé mientras golpeaba el cristal de la ventanilla con una mano.

Connor soltó una sonrisita pícara y comenzó a alejarse del vehículo.

-¡Oye! ¿Me vas a dejar aquí encerrada?

Ni siquiera se molestó en contestar.

Mi protagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora