-Quédate aquí debajo y lo más importante, Ash. No hagas ruido.
Yo me senté en el suelo helado debajo de aquella enorme mesa y agarré mis rodillas contra mi pecho mientras temblaba.
-¿Lo has entendido?- continuaba diciendo mi padre.
Asentí con la cabeza y una lágrima descendió por mi mejilla. No era capaz ni de hablar, casi ni de moverme. Mi cuerpo actuaba de forma automática. Ni siquiera recordaba cómo habíamos llegado allí.
Entonces mi padre acarició mi mejilla.
-Mi niña bonita... Todo va a estar bien. Te lo prometo.
Quería agarrarle de la mano y pedirle que se quedara conmigo. Quería gritar y dejar escapar todo el miedo que llevaba reteniendo en mi interior. Quería salir corriendo de aquel lugar. Quería haberle dicho lo mucho que lo quería antes de que bajara el mantel de la mesa y se alejara de allí dejándome completamente sola.
Pero no fue así.
Me desperté de golpe y me encontré temblando y con la respiración agitada.
-Eh, eh. Tranquila, Ash.- decía Aiden a mi lado mientras me abrazaba y acariciaba la espalda.
Hundí la cara en su pecho y cerré los ojos mientras lo abrazaba con fuerza.
-Ya está. Es sólo un sueño.
Poco a poco fuí recuperando la respiración y cuando me hube tranquilizado, me separé un poco de él.
-¿Qué haces aquí?
-¡Vaya! Buenos días, yo también me alegro de verte.
Entonces se me escapó una leve risa.
-No es eso, tonto. Es sólo que no recordaba que te hubieras quedado.
-Bueno, yo tampoco tenía pensado hacerlo. Pero te quedaste dormida abrazada a mí y fuí incapaz de irme. Supongo que echaba de menos aquella época en la que dormíamos casi siempre juntos.
Aiden y yo nos habíamos pasado casi tres años durmiendo absolutamente todos los días juntos. Concretamente desde los nueve hasta los doce años, cuando nuestros padres decidieron prohibírnoslo. Decían que estábamos creciendo y no les hizo mucha gracia la idea de que dos adolescentes con las hormonas a flor de piel compartieran cama cada noche.
-Sí, aquello estaba bien.
-Podríamos haber continuado con la costumbre si no fuera por Don y Doña marimandones.
Entonces solté una carcajada.
-Sí, la verdad es que son tal para cual. A veces me he llegado a plantear la posibilidad de que seamos hermanos.
-¡¿Qué?! Ashley, ¡por Dios! No me digas eso que es incesto.
La risa se apoderó de mí y ambos entramos en un ataque de risa del que parecía que no éramos capaces de salir.
-Vale, ¡ya! Suficiente que nos van a oír.
-Sí, hoy me va a tocar bajar por la ventana.
-Bueno, tienes experiencia.
Vale, quizás aunque nuestros padres nos hubieran prohibido seguir durmiendo juntos, lo habíamos hecho alguna vez que otra. Pero sólo de vez en cuando. Sobre todo cuando las pesadillas no me dejaban dormir.
-Por cierto, la pesadilla de hoy...
-Sí...Era esa.
-¿Cómo estás? Hacía mucho tiempo que no las tenías.
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Mi protagonista
Romance¿Qué pasaría si tuvieras que convivir con un actor famoso? Ashley está harta de vivir en el mundo de ensueño de su padre, Robert Walker, un prestigioso director de cine. Pero la gota que ha colmado el vaso, es que este decida alojar en su casa a uno...