7. Connor

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De repente ví algo nuevo en ella. ¿Se había interesado por mí? Hasta ahora me había tratado de manera diferente a la que solía tratarme el resto de la gente. No se había sorprendido al verme, ni se había puesto nerviosa por mi simple presencia. Y curiosamente, precisamente eso era que hacía que me quisiera acercarme. Era como si su indiferencia me creara la necesidad de llamar su atención.

Bueno... un poquito sí.

¿A quién quería engañar? Ashley no era como las demás y, me gustase o no, había algo en eso que me llamaba la atención. Me encantaba provocarla y hacerla enfadar porque así sí que conseguía llamar su atención.

Claro está que sólo lo hacía por diversión. No os vayáis a pensar que iba detrás de ella.

-¿Quieres saber quién soy mariposilla?

-¡Cállate! No sé ni para qué pregunto.

Ella desvió la mirada e intentó refugiarse dándole un sorbo a su agua con gas.

-¿Cómo puede gustarte eso?

-¿Qué le pasa a mi agua? Es sana y refrescante.

-Y de muy mal gusto.

-¡Como tú!

-Empiezo a entender por qué parecer invulnerable a mis encantos.

¡MIERDA!

Las palabras se me escaparon de la boca más rápido de lo que mi cerebro era capaz de asimilar. ¿Pero qué acababa de decir? Parecía desesperado. Así que mantuve mi posición e intenté hacer como si nada.

-Ay, ¿es demasiado para tu frágil ego?

Solté una risita sarcástica.

-No, pero sí soy demasiado para tí, mariposilla.

-Más quisieras.

Entonces el camarero nos trajo la comida y volvió a instaurarse un silencio entre nosotros. A ella parecía no importarle ignorarme y hacer como si estuviera a solas, podría decir que incluso le agradaba. A mi en cambio me ponía de los nervios. Me sentía jodidamente incómodo.

¿Pero cómo podía estar tan tranquila?

-Espía.- solté para romper el silencio.

-¿Qué?

-En la película hago de espía.

De pronto ella rompió a reír.

-¿De qué te ríes?- pregunté ofendido.

-No te pega nada. Tú nunca pasarías desapercibido.

Entonces sí que se me dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Incluso podría decir que me gustó escucharla oír eso.

-Con que sí que te has fijado en mí, ¿eh? No sabía que fueras tan traviesa, mariposilla.

-¿Qué? ¡No me refiero a eso!

-Lo siento, ya está dicho. Es tarde para retirarlo.

-Quiero decir que tú siempre estás dando el cante. Necesitas ser siempre el centro de atención. No puedes evitarlo.

Aquello me hizo gracia. He de admitir que para llevar sólo un día conmigo había conseguido calarme.

-Ahí está el trabajo del actor.- dije guiñandole un ojo.

-Eso si eres capaz...

Casi sin darnos cuenta acabamos de cenar y he de reconocer que me entristeció un poco, me lo estaba pasando bien. A continuación, pedimos un Uber y volvimos a casa casi sin compartir media palabra.

La mañana siguiente apenas me crucé con Ashley. Habíamos tenido horarios muy diferentes y no la había visto en la cafetería. No sabría muy bien explicar por qué, pero eso me molestaba. ¿Me estaría evitando?

¿Dónde coño se había metido?

Llegado el final de la mañana, a pesar de las ganas que tenía de volver a casa de los Walker, tenía que asistir al primer día de los clubs. Algo que me parecía ridículo. ¿No tenían suficiente las universidades con todas las putas asignaturas?

Entré en el aula y me senté en uno de los pupitres sin un ápice de interés. Lo que cambió por completo cuando ví a Ashley aparecer por la puerta. Ella en cambio pareció no percatarse de mi presencia.

-Bueno, chicos. ¡Bienvenidos al club de lectura! Me sorprende ver tantas caras este año.- comenzó diciendo el profesor.

-Eh.- susurré mientras me daba la vuelta, pues Ashley se había sentado justo detrás de mí.

-¡Ostia! No te había visto.- dijo sobresaltada.

Aquello me molestó. ¿Cómo que no me había visto? Había pasado literalmente por delante de mis narices. Además, me había hablado más borde de lo normal.

-Uy uy, ¿estás de morros, mariposilla?

-No tengo tiempo para tus gilipolleces. Céntrate.

Le hice caso y me di la vuelta para atender al profesor. Sin embargo, no pude prestar mucha atención. ¿Qué coño le pasaba? Pensaba que anoche habíamos conseguido algo de afinidad, pero ya veía que era cosa mía. Me sentía completamente ridículo, así que hice como si atendiera una llamada importante y desaparecí de la clase.

No sé exactamente cuál fue el motivo que me hizo irme, pero me sentí aún peor. ¿Estaba vulnerable? Eso no iba conmigo, no podía permitirlo. Acto seguido, me fui del instituto.



-Comentarios de la autora-

¿Ya es oficial que nos acabamos de enamorar de Connor?

Estoy deseando que veáis como evoluciona todo esto.

AAAAAAAA!!!

Mi protagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora