3. Aiden

17 4 0
                                    

Salí de la cafetería con un enorme nudo en la garganta. Llevaba mucho tiempo queriendo confesarle todo eso a Ashley pero nunca había sido capaz e irme así sin saber su respuesta me mataba. Necesitaba saber qué era lo que ella sentía. Pero no quería presionarla porque sabía que entonces las cosas no saldrían bien.

Y es que Ashley es tan especial... cada momento a su lado es único. Había ido a aquella cafetería con la esperanza de encontrarla allí, no sé qué hubiera hecho si me hubiera pasado otro día más sin poder hablar con ella. Ya había pasado una semana desde que la besé y no podía haber sido peor.

En el momento en que los guardias de seguridad nos llevaron con nuestras madre me cayó una bronca bien gorda.

-¿En qué estábais pensando? ¿Cómo os habéis colado en la sala de sonido? Esto es una gala formal Aiden, Robert y yo somos amigos desde siempre y lo último que quería para él era que mi hijo estropeara su fiesta. ¿No te das cuenta de que ya eres mayor para estas tonterías?

Mientras mi madre seguía con su monólogo, yo no dejaba de pensar en Ash, en cómo había sido capaz de besarla. Sí, era cierto que por fin le había echado huevos y había conseguido lanzarme pero ¿y ahora qué? Justo tenían que haber llegado los guardias en ese instante, no podrían haber esperado cinco minutos. Estaba deseando saber cuál era la reacción de mi amiga a lo ocurrido, así que lo que me estaba diciendo mi madre me importaba bien poco.

-¿Es que no te ha servido ni uno de los talleres de teatro a los que te he llevado? Creí que cuando asistieras a ellos serías capaz de valorar de una vez por todas mi trabajo, e incluso creí que te interesarías por él. Pensaba que te darías cuenta de lo bonita que es esta profesión, pero ya veo que no.

En ese momento volví a la realidad para contestar a mi madre.

-Lo siento si no quiero ser actor como tú mamá pero, ¡supéralo ya!

-Todo por llevarme la contraria. Hay millones de chicos que querrían estar en tu lugar, tenerlo tan fácil para poder asistir a las prestigiosas academias de las que tú simplemente decidiste pasar, que sus padres conocieran a directores de cine tan reconocidos... Pero tú eres diferente, prefieres negarte a todas estas oportunidades solo para llevarle la contraria a tu madre.

-¿Pero qué estás diciendo? No te enteras de nada, te crees que eres el centro del mundo. ¡Abre los ojos mamá! Esto no se trata de ti, sino de mí. No es tu vida, sino la mía. ¡Así que deja de entrometerte en ella!

Me dí cuenta de que me había pasado de la raya cuando mi madre comenzó a llorar. Quizás había saltado demasiado rápido porque estaba muy nervioso por lo sucedido con Ashley, pero eso no me excusaba para comportarme así.

-Lo siento mamá, no quería...

-No Aiden, estoy harta. No te das cuenta de todo lo que me esfuerzo, me dejo la piel por ti, porque quiero lo mejor para ti y siempre me lo pagas así de mal.

-Eso no es cierto.

-Sí que lo es, no le has dado ni una sola oportunidad al teatro. Desde el minuto uno te cerraste a ello. No duraste más de una semana en ninguna academia.

-Es que no es lo que quiero mamá.

-¿Y qué es lo que tanto quieres si se puede saber?

-No lo sé.

-Entonces, si no sabes lo que quieres tampoco puedes saber lo que no quieres.

-Eso no va así. Yo sé que el teatro no me gusta.

-¿Por qué? Porque no quieres ser como yo, ¿no? No quieres darme la razón. Tan horrible te parece parecerte tan sólo un poquito a mí?

-No es eso mamá. No es el teatro, es esta vida. Tanta gala, tantas fotos, tanto formalismo, ¡me agota!

-¿Te agota? No sabes lo que estás diciendo Aiden, hay muchísima gente que mataría por estar en tu lugar.

Al final desistí y me fui a casa. A mi madre no le gustó mucho la idea de que desapareciera de la fiesta y la dejara con la palabra en la boca, pero no podía seguir ni un minuto más con aquello. Estaba harto de tener la misma discusión de siempre y además en ese momento mi cabeza estaba pensando en otra cosa.

La mañana siguiente no fue mejor que la noche anterior, nada más llegar a mi casa le dejé unos cuantos mensajes a Ashley.

"Q pena q hayan llegado los seguratas."

"Estaba muy agusto contigo allí, sin nadie más."

Todavía no me había contestado, ni siquiera los había leído. Quise pensar que habría tenido una gran bronca con su madre o que incluso podrían haberle castigado quitándole el móvil, así que decidí mandarle otro mensaje.

"Ey, cómo estas?"

"Tú madre se enfadó mucho? La mía se puso hecha una fiera jajaja."

Pasaron las horas y ella seguía sin contestarme, por ello decidí acercarme a su casa. Sí, quizás parezca un poco desesperado, pero ya no era sólo por lo del beso sino porque estaba preocupado por ella. A lo mejor después de lo sucedido en la fiesta la situación con sus padres estaba algo tensa y cabía la posibilidad de que mi amiga estuviera triste.

Cuando llegué a la puerta de su casa y toqué el timbre fue su madre la que me recibió en la puerta, lo que me decepcionó bastante.

-Hola Denny, ¿has quedado con Ashley?

-No, pero quería pasarme a verla.

-Ay, es que no está en casa. Ha salido a correr, aunque si quieres puedes esperarla dentro.

-No te preocupes, le mandaré un mensaje.

-Vale, como quieras.

-Gracias señora Walker.

-De nada.

Aunque la madre de Ashley me despidió con una gran sonrisa, a mi se me quedó una mala sensación en el cuerpo. Estaba muy nervioso, necesitaba ver a Ash de una vez y hablar de lo que había pasado. Por ello, decidí llamarla. Sin embargo, tras dejar sonar todos los tonos de espera, saltó el contestador.

Me senté en el bordillo de la calle abrumado. ¿La había cagado? Igual no debería haberla besado. No quería echar a perder nuestra amistad por mis estúpidos sentimientos.

Minutos más tarde, me llegó un mensaje.

"Ey, lo siento por no haberte contestado. Me encuentro un poco mal, llevo todo el día en la cama. Hablamos otro día vale?"

No sé expresar qué fue lo que sentí en ese momento pero a pesar de ello, le escribí varias veces durante la semana, como de costumbre, a lo que siempre me contestó de una forma súper cortante, e incluso intenté quedar con ella, pero no tuve mucho éxito porque me rechazó una y otra vez con mil excusas distintas.

Por un lado, me alegré de haberla encontrado en la cafetería. Por el otro, no podía soportar la simple idea de que me rechace.

Mi protagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora