19. Ashley

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Tras unos minutos, llegamos a un camino de tierra que se encontraba a la salida de la autovía. No sabía dónde estábamos y alrededor sólo se divisaban pequeñas casas y huertos de las afueras de la ciudad. Sin embargo, no me retracté ante mi decisión y abrí la puerta del coche.

-¿A dónde piensas ir, mariposilla?

-A cualquier sitio donde no estés tú.- dije mientras salía del coche y cerraba la puerta con un portazo.

A continuación, comencé a andar en dirección contraria al vehículo, apartándome así de él. Ni siquiera sabía la dirección que debía tomar pero en ese momento la simple presencia de Connor me sacaba de quicio.

-Como vayas por aquí sola, sí que te secuestrará un psicópata.

-Y seguro que aún así, me cae mejor que tú.

Escuché su risa a mis espaldas pero no estaba de humor para bromitas, así que no me detuve en mi camino.

-¡Venga, Ash! Tú padre me despedirá si te pasa algo.

-Tendré que vivir con ello.- grité en la distancia.

De pronto un nuevo sonido hizo que sí que detuviera mi camino y me girara hacia Connor. Pues este había cerrado el coche y se estaba acercando a mí.

-¿Pero qué haces?

-Supongo que volvemos a casa andando, ¿no? Un poco de ejercicio nunca viene mal.

No daba crédito. Una sonrisa amarga se asomó a mis labios. ¿Es que este chico tenía tapados los oídos?

-Te he dicho que no quiero tenerte cerca.

¡Imbécil!

-Bueno... Es cierto que yo no puedo obligarte a que te subas al coche, pero tú tampoco puedes impedirme que ande a tu lado, así que...

Apreté los labios con fuerza ante su ironía. No lo soportaba, no lo soportaba, ¡no lo soportaba! Siempre hacía como si nada después de tratarme de la peor manera posible y yo estaba harta de darle ese privilegio. ¿Quién se creía que era? Y lo peor de todo, ¿por qué yo no era capaz de apartarme de él de una vez por todas? Si es que yo sola me las buscaba. No debía haberlo buscado aquella mañana. No debía haberme acercado a él el día del partido. No debía haber entrado en su juego el primer día que lo conocí. Pero ahí estaba. Parada delante de él sin entender por qué me hacía esto. ¿Por qué se empeñaba en destrozarme la vida? Todo me iba bien hasta que apareció en la entrada de mi casa.

-¿Qué es lo que te he hecho?- pregunté frustrada.

-¿Qué?

Connor parecía confundido, como si no entendiera la razón de mi pregunta. Sin embargo, como era de esperar, tardó dos segundos en transformar su leve gesto de preocupación en el de burla.

-Pensaba que no te importara lo que pensase de ti, mariposilla.

Estaba harta. Todo era un chiste para él. Se creía con el derecho de menospreciar a quien le diera la gana. Y lo que es peor, estaba acostumbrado a hacerlo conmigo y que nunca hubiera consecuencias. Pero eso se había acabado. Fin de la historia. La ira invadió de nuevo mi cuerpo y no era capaz de encontrar las palabras adecuadas para expresar todo lo que sentía en ese momento. Por suerte, acabé encontrando la mejor manera de sintetizarlo.

-Te odio.

A continuación, me di media vuelta y continué caminando.

-Ambos sabemos que eso no es cierto.

Silencio. No pensaba dirigirle la palabra. Me había rendido. Llegados a este punto me había dado cuenta que era mejor ignorarlo.

-Venga, Ash. Si vamos a ir hasta casa andando, al menos dame algo de conversación.

Mi protagonistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora