Mattheo Riddle se obsesiona con la prima de su mejor amigo. Una noche jugando la habitación del paraíso, queda completamente maravillado con Maxine Nott.
Así sea que ella lo odie a morir, el hará que lo ame a morir, sin importar que.
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CAPITULO VEINTIUNO
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Era más de media noche y la sala común estaba vacía, a excepción de Maxine y Mattheo. Ella estaba sentada en Horcajadas sobre el, Mattheo apretó un poco su agarre en la cadera, manteniendo su sonrisa presuntuosa.
- Fue un día largo, ¿eh? -Dijo suavemente, sus ojos recorriendo su cuerpo. Tenía un aspecto increíblemente sexy con esa sonrisa, que encajaba con la pijama floja que llevaba puesta Maxine.
Sintió que se estremecía un poco cuando su cadera se presionó ligeramente contra la de él y notó la reacción casi instantánea de su cuerpo a la cercanía que estaban teniendo. Su sonrisa se volvió un poco más malhumorada mientras comenzaba a mover lentamente las manos arriba y abajo por sus piernas.
Ambos se mantenían en silencio, Mattheo observaba cada movimiento de Maxine esperando el momento adecuado. La sonrisa de Mattheo se volvió más suave cuando sintió que las manos de Maxine estaban dejando un sendero de marcas de dedos en su camiseta de dormir. Su cuerpo se acercó un poco más a ella.
- Deja de hacer eso.. -murmuró tratando de mantener el control, el había planeado toda la noche.
- ¿Qué? -Se detuvo y observó su rostro.
Él se había mantenido más callado de lo normal y ella pensó que quizá solo quería pasar tiempo de calidad. Mientras ella Quería descifrar a Mattheo pero sobre todo quería descifrar que sentía ella por el.
Su mandíbula se apretó ligeramente cuando la vió mirarlo con esos ojos y esa expresión que el amaba, como si estuviera al límite de sus pensamientos. No debería ser tan sexy, él lo sabía, pero entendía que era asi porque estaba enamorado.
- Sabes lo que haces. -Cerró los ojos y dejó caer su cabeza en el respaldo, tratando de mantener su erección dentro de su pantalonsillo.
- ¿No quieres hacerlo hoy? -Preguntó al sentir a Mattheo cohibido. No quería que él pensara que ella estaba necesitada, y aún que fuera así se negaba, en realidad ni ella misma se entendía en esos momentos.
Sus ojos se volvieron negros de deseo y su sonrisa se ensanchó aún más ante la voz de Maxine. Se acercó aún más a ella, presionando su cadera firmemente hacia abajo y acariciando su nariz contra su barbilla.
- No he dicho eso.. -Gruñó, su voz se volvió más profunda y más ronca.
- Entonces... -Peinó su cabello detrás de sus orejas poniéndole atención a Mattheo, viendo su rostro. El mismo rostro serio que siempre mantenía, difícil de leer.
