Mattheo Riddle se obsesiona con la prima de su mejor amigo. Una noche jugando la habitación del paraíso, queda completamente maravillado con Maxine Nott.
Así sea que ella lo odie a morir, el hará que lo ame a morir, sin importar que.
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CAPITULO VEINTITRÉS
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Eran las tres de la madrugada, Maxine dió pasos apresurados por el pasillo alumbrado ligerame con las lámparas de que se mantenían a un fuego lento
Dió un vistazo hacia atrás verificando que ningún prefecto la hubiese seguido, para después entrar por la puerta de la sala común.
Suspiró aliviada de haber llegado, cuando dió la vuelta chocó contra alguien. Cerró los ojos conteniendo el aliento y el susto de ser descubierta.
Sin abrir los ojos suspiró y a sus fosas nasales llegó un olor conocido. Miró hacia arriba y vio a Mattheo mirándola con un gesto serio en su rostro.
- Mierda! -Se sobresaltó, alzó la mirada mientras su mano estaba en su pecho, tocando su corazón- Mattheo... Merlín, menos mal... Me sacaste un buen susto
Mattheo frunció el ceño, Sus ojos marrones se mantuvieron fijos en los de ella, con una mirada celosa y posesiva
- ¿Qué estabas haciendo afuera sola a estas horas? -su voz estaba cargada de desconfianza total. Era obvio que no le gustaba lo que estaba viendo en ese momento.
Mattheo la miró durante un momento, intentando procesar lo que estaba viendo. Su linda novia escabullendose por los pasillos oscuros de Hogwarts más allá de media noche.
- Quería tomar aire, en este lugar es imposible -Maxine fue muy sincera.- ¿Tu que haces?
Finalmente asintió lentamente. Sus ojos marrones la examinaron de nuevo, como si estuviera buscando algo más.
- Bueno, en cualquier caso, deberías ser más cuidadosa saliendo sola a estas horas. No es seguro. Debiste buscarme -La tensión entre ellos era palpable. Mattheo no había perdido su actitud posesiva y celosa en absoluto.
Sus brazos se cruzaron de nuevo sobre su pecho, creando una barrera entre ellos. Había un tono de orden en su voz pero también un toque de preocupación, como si pensara que Maxine podía hacer algo incorrecto en cualquier momento si no estaba bien supervisada por el.
Ella observó su silencio, sabía que el estaba pensando mucho. Levantó una ceja y se acercó a el.
- ¿Que haces tu a esta hora? -Volvió a preguntar
- No importa. -No quería darle a Maxine la satisfacción de saber, aún seguía disgustado- ¿Por qué no vuelves a tu habitación y te acuestas? Es tarde y mañana tienes que levantarte temprano. -Su tono de voz era ordenante y autoritario. Mattheo no quería admitir que estaba celoso de lo que Maxine estaba haciendo o con quién podía estar en ese momento.
Sus ojos marrones siguieron fijos en los de ella, esperando obedecer sus órdenes. No estaba dispuesto a discutir más sobre el tema, quería que Maxine se fuera a su habitación lo antes posible.
