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Ya eran casi las nueve y treinta de la noche y el rubio estaba por acostarse, total no tenía nada que hacer así que aprovecharía para dormir un poco más, se metió bajo las mantas y cerró los ojos esperando que el sueño llegara cuando de pronto el timbre de su casa sonó, bufó con molestia y se giró sin intenciones de salir de su preciada cama King size pero el timbre volvió a sonar no una ni dos veces más sino tres veces, así que con el ceño fruncido bajó a ver quien era y si resultaba ser un vendedor de cualquier cosa se iba a ganar el grito de su vida.

Dongmin abrió la puerta y se encontró con la persona que últimamente se había metido entre sus piernas y lo volvía loco.

—¿Sabes nene? —habló Bin con voz ronca cerrando la puerta tras de él y acercándose como un feroz animal a su presa— no puedes simplemente enviarme una foto de tu precioso cuerpo y luego irte a dormir como si nada.

Dicho eso el pelinegro atacó con sus labios el desnudo cuello de Dongmin y coló sus manos por debajo de la gran camiseta que tenía puesta sintiendo la textura de su piel y dándose cuenta que aún tenía puesta la lencería.

—¿Sí? ¿y qué harás al respecto? —respondió provocándolo.

—Recibirás un castigo.

—¿Me vas a follar?

—No.

Con el rubio en brazos se dirigió al comedor y ahí jalando una silla lo dejó sentado mientras le quitaba la camiseta, que aparte de la lencería era la única prenda que llevaba puesta.

—¿Qué me harás? —preguntó Dongmin entre asustado y excitado.

—Ya lo verás.

Quitándose la chalina que traía enrollada en el cuello rodeó al rubio y le amarró las manos por detrás del respaldo de la silla, una vez hecho eso jaló otra silla y se sentó quedando frente al rubio.

La mirada que le daba mandaba escalofríos a todo el cuerpo de Dongmin, y así con la mirada puesta en el menor se quitó la chaqueta de cuero y la camisa exponiendo sus perfectos abdominales y sus músculos en general, a ambas prendas las tiró al suelo y Dongmin veía todo expectante deseando ser el que le ayude a desvestirse.

Bin también quitó sus zapatos, medias y pantalón dejándose solo el bóxer que envolvía su prominente erección, se acarició por encima de la prenda y poco a poco fue metiendo su mano hasta liberar su falo el cual salió disparado pegándose a su abdomen.

Sí, Moon Bin estaba muy duro gracias a Dongmin. Comenzó a masturbarse con su mano con movimientos lentos de arriba a abajo bajo la atenta mirada del rubio que moría por tocarse también pero no podía debido a sus manos atadas.

—¿La quieres? —preguntó Bin a lo que el rubio asintió repetidas veces— lo pensaré, no puedo consentirte mucho porque esto es un castigo.

—Binnie por favor —pidió ansioso, moría por sentir el miembro de Moon dentro de su boca.

Con una sonrisa de superioridad el pelinegro se acercó y Dongmin abrió sus fauces y se tragó parte de la longitud de Bin comenzando a succionar y a dar ligeros toques con su lengua a la punta.

El pelinegro comenzó a mover sus caderas sujetándose del cabello del rubio, mientras este disfrutaba el sabor del líquido preseminal que comenzaba a desprender el miembro del contrario.

—Si me sueltas puedo hacer más por ti.

—No bebé, no voy a soltarte así que sigue chupando.

Dongmin aceleró los movimientos de su boca cuando de pronto Bin comenzó a meter todo su miembro dentro de la boca del rubio provocándole arcadas pero aún así este se negaba a dejar de lamer y chupar.

—Ah... lo haces tan bien nene, me encanta como tu boquita se mueve.

Solo bastó unos cuantos minutos para que Bin se terminara corriendo soltando largas tiras blancas de semen en la boca de Dongmin, está demás decir que el rubio lo tragó todo.

—Tu boca es la gloria —halagó Bin saliendo de Dongmin, quien tenía las mejillas rojas y los ojos llorosos.

—¿Ahora si vas a follarme? —preguntó con una sonrisa coqueta esperando una respuesta afirmativa por parte del pelinegro.

—Lo voy a hacer pero a mi modo —dejó un beso sobre los belfos de Jimin— esto todavía sigue siendo un castigo.

A Dongmin no le importaba la forma, él solo quería sentir las manos de su amante en su cuerpo, pero sobre todo quería sentir el gran tamaño del pelinegro dentro de su trasero.



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Mine | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora