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Con movimientos torpes abrieron la puerta de la habitación y ni siquiera se dieron tiempo de contemplar lo bonita que esta se veía, simplemente ellos no querían perder tiempo.

La primera ropa en desaparecer fue el abrigo y zapatos de Dongmin, todo eso lo hacían sin dejar de tocarse y besarse, ambos eran un desastre pero sobre todo el rubio era el que más gemidos emitía, era sin duda una sensación que querría repetir, aunque tal vez su parte sobria no estaría de acuerdo ¿o sí?

Los besos de Bin fueron bajando hasta su cuello pero la camiseta del rubio le impedía lamer esa zona a su gusto así que también se la quitó y de paso los pantalones y la ropa interior, dejando a Dongmin completamente desnudo y expuesto para él.

En condiciones normales el rubio estaría totalmente avergonzado pero en el estado en que estaba ahora esto solo le excitaba con demasía, pues ver al pelinegro recorrerlo con la mirada y morderse el labio era una imagen totalmente sexy.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó sabiendo la respuesta.

—Oh nene, no sabes cuanto.

Bin volvió a atacar los labios de Dongmin mientras con sus manos le apretaba los glúteos y de rato en rato tanteaba la entrada de este sacándole más gemidos, a pasos rápidos llegaron hasta la cama, pero antes de dejarse caer sobre ella el rubio comenzó a desvestir a Bin, cuando lo tuvo totalmente desnudo se tomó unos segundos para contemplar su cuerpo, se notaba que hacía ejercicios.

Dongmin se sentó en el borde de la cama y con sus manos jaló a Bin para que quedará más cerca a él, de tal manera que el miembro del pelinegro quedó a centímetros de su cara.

Una de las manos del rubio tomó la virilidad de Bin y lo comenzó a masturbar con movimientos lentos de arriba a abajo.

—Mmmgh —gimió Bin— Dongmin, no juegues por favor, más rápido.

El rubio sonrió ladino, le gustaba la forma en que Bin pronunciaba su nombre y eso también lo excitaba, bueno a este punto ya todo podía excitar a Dongmin.

—¿Más rápido? okey.

Bin se esperaba un movimiento mucho más ágil por parte de la mano de su compañero sexual, pero recibió algo mucho mejor y ante la nueva sensación abrió los ojos que tenía cerrados, la imagen que veía era algo con lo que fácilmente podía correrse, pues Dongmin había reemplazado su mano por su húmeda boca tratando de meter todo el miembro del pelinegro en su cavidad.

—M-mierda —musitó Bin— s-sigue así.

Eso solo motivó al rubio a continuar con su gran labor de chupar y succionar, el pelinegro llevó una de sus manos al cabello de Dongmin para ayudar al movimiento y sus caderas también comenzaron a moverse de adelante a atrás.

Dongmin se estaba ahogando pero no quería dejar el miembro del contrario, se había vuelto como su dulce favorito.

Cuando el pelinegro se sintió cerca del orgasmo alejó a Dongmin y lo empujó contra la cama de tal forma en que quedó echado, ahora era su turno de darle placer al rubio, con sus manos abrió lo más que pudo las piernas de Dongmin y tomando su virilidad se la metió a la boca, mandando corrientes eléctricas a todo el cuerpo del rubio.

—Ah s-sí —gemía Dongmin curvando su delgada espalda y penetrando aún más la boca del pelinegro— Bi-Bin... f-fóllame p-por favor... quiero s-sentirse... ah.

Bin se separó y rápidamente tomó los tobillos del rubio tirando de ellos abriendo más sus piernas en el proceso. Metió uno de sus dedos en la entrada del rubio y comenzó haciendo círculos dentro de él, luego introdujo uno más así hasta llegar a tres dedos, tenía que preparar bien al rubio ya que su miembro no era precisamente pequeño.

Dongmin soltaba muchas maldiciones, si solo los dedos del pelinegro le estaban haciendo ver las estrellas no se quería imaginar cómo sería cuando esté completamente dentro de él.

Cuando el pelinegro creyó suficiente la preparación retiró sus dedos e inmediatamente los reemplazó por su falo dando estocadas lentas pero profundas haciendo que el rubio se retorciera de placer.

—Mierda, eres muy grande —dijo Dongmin con la boca entreabierta.

—¿Y eso te gusta? —susurró muy cerca del oído del contrario.

—Me encanta.

Bin comenzó a mover cada vez más rápido sus caderas mientras su mano se colocaba en el cuello del rubio y lo apretaba ligeramente, Dongmin nunca había experimentado esa clase de acciones en el sexo, pero le fascinaba esa actitud dominante del contrario y era algo que sin duda iba a repetir.

—Bin... ah... quiero m-montarte —susurro el rubio pero el pelinegro lo oyó perfectamente.

Bin no respondió, simplemente hizo lo que Dongmin pidió.

De un momento a otro Dongmin se encontraba dando erráticos saltos sobre la entrepierna de Bin y este ayudaba con estocadas, ambos eran un completo desastre y en la cama se complementaban de una manera única, pues para ambos este era el mejor sexo que habían tenido en sus vidas.

El sonido de las pieles chocando, las respiraciones agitadas y el sudor en sus cuerpos eran un poema, Bin bajo la mirada para observar como el trasero del rubio de comía todo su falo y eso logró ponerlo muchísimo más.

—Voy a correrme Bin.

—Hazlo.

Entre gritos, jadeos y gemidos ambos terminaron a la misma vez y se dejaron caer en la cama agotados quedando dormidos al instante, hoy pudieron disfrutar pero mañana les tocaba la parte difícil y esa era hablar sobre lo ocurrido.

Mine | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora