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—¿Todo bien? —preguntó In-yeop mientras conducía hacia su casa— desde que salimos del restaurante no has dicho ni una sola palabra.

—No tengo nada que decir —se encogió de hombros— hoy es tu viaje, ¿verdad?

—Sí, hoy a las ocho de la noche debo estar en el aeropuerto.

Dongmin asintió, su esposo siempre se iba de viaje por su trabajo pues era el jefe de una empresa de tecnología y siempre debía hacer nuevos tratos con otras compañías.

Los primeros meses de casados para el rubio era una tortura tener que separarse de su esposo pero después del sexto mes ya no le afectaba, se había acostumbrado a la rutina y a la soledad, quizás ese era un motivo más para querer tener un bebé.

Cada que In-yeop volvía de sus viajes tenían relaciones, pero por parte de Dongmin más que por amor se sentía que era por compromiso, el de ser esposos y además esa era la única manera de que quedara embarazado.

In-yeop fue el único novio que tuvo y debido a lo conservadores que eran los padres de ambos cuando estos se enteraron que ya se habían acostado los impulsaron a casarse, el rubio tenía muchas dudas pero In-yeop aceptó al instante, porqué él lo amaba pero Dongmin solo lo quería y esa era la diferencia.

—¿Cuándo volverás?

—Lo más probable es que en un mes y si no hay ningún retraso estaré aquí en tres semanas —explicó— después de esto me tomaré unas vacaciones para pasar más tiempo contigo y también para empezar algún tratamiento para ser padres.

—¿Aún quieres tener un bebé?

—Sí, ¿tú no?

—Lo deseo con todo mi ser pero también tengo miedo de que las cosas vuelvan a fallar.

—Todo irá bien, amor —dijo acariciando una pierna de Dongmin— y si no se puede también hay muchos niños en el orfanato esperando que los adopten.

Aquello entristeció el corazón del rubio, la sola idea de pensar en que no tendría un hijo propio le ponía mal.

Llegaron a la casa y el primero en entrar fue Dongmin ya que In-yeop debía guardar el carro, subió directamente a su pieza y sacó su teléfono para escribirle a Bin.

—Binnie:(

—Hola ¿pasa algo?

—No podré ir a nuestro encuentro, ¿lo dejamos para otro día?

—Claro, te llamaré.

—Bien, adiós.

El repentino cambio de opinión con respecto al encuentro que iba a tener con Bin fue debido a que intentaría algo con In-yeop y ni modo que después de estar con su esposo vaya a estar con alguien más.

Dejó su móvil en la mesita de noche y se comenzó a desvestir para ponerse una ropa mucho más cómoda que constaba de una camiseta y un pantalón de chándal, cuando terminó de cambiarse In-yeop entró a la habitación y le sonrió a Dongmin, su joven esposo se veía muy bien con cualquier cosa que se pusiera.

—Pareces un pollito con esa camiseta amarilla —comentó haciendo reír a Dongmin que se acercó a pasos muy lentos hasta su esposo y enredó sus brazos alrededor de su cuello.

—¿Te gusta? —preguntó haciendo un puchero.

—Sí amor, te ves muy tierno —besó los belfos de su amado.

Dongmin intentaba que el beso sea mucho más fogoso de verdad que lo hacía, pero In-yeop parecía no ceder.

—Quisiera dormir un poco antes de viajar, prometo que cuando vuelva te lo compensaré.

—Eso será en un mes —se quejó.

—Lo sé, pero recuerda que tendré vacaciones y seré todo tuyo —dijo tomándole las manos.

—Vale —suspiró rendido— mientras descansas iré abajo a ver algo de televisión.

In-yeop asintió y el rubio fue hasta la sala, tal como dijo prendió su tv y se entretuvo viendo un programa de cocina, esa era otra de sus pasiones. Le gustaba aprender nuevas recetas y prepararlas luego, la gente que probaba su comida le decía que era deliciosa y él les creía pues a su criterio cocinaba muy bien, cuando el programa terminó apagó la televisión y se quedó dormido en su sofá olvidando por completo que su móvil estaba en su habitación.


ººº


—Que raro, no contesta.

El pelinegro caminaba preocupado de un lado a otro marcando el número de Dongmin, ya eran tres veces que lo había hecho y el rubio no respondía.

—Tranquilo Bin—Minhyuk dijo recostado desde la cama del pelinegro— seguramente su esposo le está haciendo ver las estrellas y tú les estás interrumpiendo.

Bin lo fulminó con la miraba a lo que su amigo respondió con un gesto despreocupado, probablemente lo que decía el de ojos gatunos era cierto y él estaba ahí todo paranoico pensando que le había pasado algo malo a Dongmin.

—Solo lo llamaré una vez más y si no contesta dejaré de insistir —se sentó en una silla que tenía frente a su cama— ¿de acuerdo grisecito? —dijo aludiendo al color de cabello de Minhyuk.

El móvil volvió a timbrar y está vez al segundo pitido su llamada fue atendida, sonrió victorioso pero esa sonrisa se le borró cuando escuchó otra voz que no era la de su rubio.

—¿Hola? —dijo In-yeop desde el otro lado de la línea.

—Buenas tardes, ¿está el señor Hwang Donngmin? —respondió fingiendo inocencia pero con los nervios a flor de piel.

—No, yo soy su esposo él en estos momentos no se encuentra, ¿Quién lo llama?

—Soy un trabajador de la pastelería donde el señor Dongmin ordenó unos cupcakes y pues ya están listos.

Minhyuk se retorcía de la risa no podía creer hasta donde estaba llegando Bin con su... ¿obsesión? por tener a Dongmin, mira que inventarse una historia para no ser descubierto no lo hacía cualquiera.

—Oh claro, le diré en cuanto lo vea.

—Gracias, que tenga una bonita noche.

Colgó la llamada y por fin pudo volver a respirar en paz, por un momento pensó que todo se iría al demonio y que su "relación" con Dongmin había acabado antes de realmente empezar.

Mine | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora