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El único espacio vacía era el cuarto de limpieza pero no les importó, entraron a dicho lugar y anulando todo espacio entre ellos comenzaron a comerse las bocas mientras sus manos iban desvistiendo al contrario, sus lenguas danzaban a la perfección y sus entrepiernas rozaban robándoles gemidos a ambos.

No había tiempo para preliminares y eso lo sabían perfectamente, una vez completamente desnudos Bin cargó al rubio y lo puso sobre una mesa, le abrió las piernas y metió dos dedos de sus dedos en su entrada para comenzar a prepararlo.

—Ah... s-sí —dijo el rubio tirando su cabeza hacia atrás— te extrañé tanto, Binnie.

"Binnie" nunca antes le había llamado así y aunque no debía, el corazón del pelinegro se emocionó sabiendo que en unos minutos después Dongmin volvería junto al hombre a quien pertenecía.

—También te extrañé bebé —unió sus bocas— no sabes cuanto.

Cuando la entrada del rubio estaba lo suficientemente dilatada Bin entró en él con fuerza dando contra el punto dulce que hacía delirar a Dongmin.

Las embestidas iban rápidas y para no caerse el rubio se sujetó de la ancha espalda del mayor.

—Me satisfaces tan bien —gimió el rubio en el oído de su amante.

—Eres mío, Dongmin—dijo mirándolo a los ojos— solo mío.

—S-sí Binnie, soy tuyo.

Aquello levantó el ego de Bin y comenzó a penetrarlo con más rapidez y precisión, deleitándose ante los gestos de la carita de su rubio.

—Te gusta como te follo ¿verdad? te gustan todas las cosas que solo yo soy capaz de hacerte.

—Nadie me llena... mmmgg tan bien como tú —gimió mordiéndose el labio— ¡Oh Bin, sigue así... ah!

El pelinegro viendo la excitación del contrario decidió masturbarlo con una mano para así aumentar el placer, mientras con su otra mano lo tomaba de las caderas atrayéndolo hacía sus estocadas, así una y otra vez hasta que sintió su miembro hincharse y correrse con un gruñido dentro del rubio, Dongmin lo hizo también manchando el abdomen de ambos y arañando la espalda del pelinegro.

—Ah, eso fue maravilloso —dijo Dongmin tratando de recuperar su respiración.

—Fue fantástico, pero... no usé condón —aviso Bin.

—No importa, tomaré una pastilla después —tranquilizó besando los delgados labios del mayor.

Bin dejándose llevar y aferrándose a la cintura del rubio continuó con el beso mas esta vez era diferente, no era uno hambriento más bien se sentía como un beso que transmitía muchos sentimientos, aquellos que ambos se esforzaban por ocultar pero aunque no lo quisieran aquellas cosas pequeñas los delataban.

—¿De verdad me extrañaste? —preguntó el pelinegro con un hilo de voz.

—No sabes cuanto, Binnie—respondió conectando su mirada con los ojos marrones del pelinegro— ¿tú lo hiciste?

—Cada maldito segundo, mi mente solo reproducía la imagen de tu carita torturándome.

—Pero entonces ¿por qué estabas con ese castaño? ¿por qué lo besabas?

Bin se separó un poco del cuerpo del rubio y tomando un poco de distancia suspiró triste por lo que iba a decir.

—Por que entendí que nunca vas a ser mío de la forma en que yo quiero —explicó con su pecho doliendo— tú siempre volverás a In-yeop mientras yo vuelvo a ti así que necesitaba darme la oportunidad de ser feliz completamente.

¿En qué forma quería que fuera suyo? se preguntaba el rubio comprendiendo que esto ya no era solo algo físico, porque en el silencio de las noches que pasaba sin él había entendido que se estaba enamorando de su aventura de una noche, quería ser completamente del pelinegro, quería entregarse en cuerpo y alma.

—Muero por pertenecerte —dijo con los ojos aguados— pero sabes que es imposible.

Bajándose de la mesa en la que estaba comenzó a vestirse en completo silencio, ninguno de los dos podía decir más cuando la presión en sus pechos amenazaba con hacerlos llorar, el rubio cogió la perilla de la puerta para irse pero antes se giró para mirar a Bin que ya estaba vestido también.

—Espero que seas muy feliz con la persona que elijas —dijo finalmente y salió.

El pelinegro con la mirada puesta en el piso dejó que un par de lágrimas cayeran de sus ojos.

—¿Y qué pasa si la persona que elegí fuiste tú?

Se preguntó a sí mismo y salió a la fiesta nuevamente como si su corazón no estuviera hecho añicos.

Mine | BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora