Capítulo 18.

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Coloco mi última maleta turquesa en el amplio maletero de mi coche, lo cierro soltando un suspiro para después entrar de nuevo en la casita y revisar que no me dejo nada que pueda necesitar durante éste mes. Era hora de irme y me estaba costando mucho dejarlo todo.
Camino fuera de la casa, acercándome a la casa de Margaret y Jacob a quiénes veo recoger la mesa después de haber comido todos juntos, me dedican una mirada tierna mientras terminan de recoger. Jacob se acercó a mí con sus brazos abiertos completamente, estrechándome en sus brazos firmemente, se sentía genial.

- Te echaré de menos, has sido la mejor empleada e hija que hemos tenido. -Dice besando mi cabeza.- Vuelve cuando quieras, ésta es tu casa.

Mis ojos comienzan a aguarse por sus palabras, Margaret se apresura a abrazarme en su turno, dedicándome unas palabras al igual que su marido.

- Come bien y presta mucha atención para que puedas volver cuanto antes a enseñarnos todo lo que has aprendido en las prácticas. -Sonríe acariciando mi cabello.- Te queremos.

No consigo contener las lágrimas en mis ojos, comienzan a salir como si de lluvia se tratase, abrazo con fuerza a mis suegros.

- Muchísimas gracias por la oportunidad y por todo, sois como unos padres para mí y os voy a extrañar muchísimo. Yo también os quiero. -Termino de hablar con la voz entrecortada.

Salgo de allí secando las lágrimas que había derramado por mi rostro, al salir al porche choco con Chloe, la cual me abraza sin decir nada durante unos segundos.

- Vuelve pronto, estaremos esperándote. -Dice con su preciosa sonrisa.

Asiento aún llorando y vuelvo a abrazarla. Al separarnos observo que ella también está sollozando.

- Volveré pronto, lo prometo. -Digo mirándola a los ojos. Ella asiente convencida.

- Sam está en el establo. -Me informa.

Camino hacia allí, lo veo con su yegua Queen, acariciándola y poniendo su frente pegada a la del animal.

- Me marcho ya. -Digo casi en un susurro. No quería hacerlo realidad.

Se gira sobre sí mismo para acercarse a mí, acaricia mi mejilla con su mano derecha mientras mira fijamente mis ojos, une sus labios con los míos en un beso suave y cálido.

- Te voy a echar mucho de menos. -Dice separándose.- Tengo un regalo para ti.

- ¿Un regalo? -Pregunto sorprendida.- No hacía falta..

- Calla. -Dice sonriendo de lado.

Del bolsillo de su vaquero saca una caja pequeña, la abre descubriendo un colgante de plata con una pequeña herradura.

- Oh, por favor. -Digo asombrada.- Es precioso, Sam. -Lo abrazo para después besarlo.- Pónmelo.

Me giro en el sitio, coge el colgante pasándolo por delante de mí, dejándolo caer suavemente sobre mí pecho, retiro mi cabello con delicadeza para que pueda abrocharlo.

- Me encanta. -Vuelvo a mirarlo tocando el collar.

- Para que recuerdes siempre que aquí te estaremos esperando. -Dice dejando un casto beso en mis labios.

- Te quiero Sam, volveré pronto, lo prometo. -Le aseguro.

- Lo sé. -Suspira.- Te quiero, Hailey.

Me acompaña tomando mi mano hacia mí coche, el cual ya estaba listo para otras trece horas de viaje. Abro la puerta de piloto pero me giro para darle un último beso a mi chico, monto en el coche con lágrimas en mis ojos de nuevo que recorren mis mejillas hasta caer en mi piel y comienzo mi camino de vuelta a Miami. La música country de la radio me distrae de mis pensamientos haciendo que cante las letras mientras admiro el paisaje en la carretera. Es un viaje muy largo pero lo volvería a hacer una y mil veces más para poder estar con la familia tan encantadora que me ha acogido durante tres meses, sin conocerme me han abierto las puertas de su casa y de su vida, dejando que entre en ellas y descubriendo lo maravillosos que son todos, conociendo a Sam, quien ha sido una gran sorpresa para mí, ya que, no esperaba enamorarme de él pero el destino tiene una forma bonita de enseñarte el camino hacia la felicidad, aunque haya baches durante el trayecto. Aquellos baches que espero no volver a ver aunque, es complicado viviendo en el mismo lugar. Ashley ya sabe que estoy de camino y estará pendiente de que todo salga bien sin tener que volver a enfrentarme a Cameron de nuevo, no quiero verlo, ahora que por fin he salido de esa maldita relación tóxica y he visto todo lo que puedo conseguir por mí misma, no lo necesito ni lo quiero a mi lado. Miro la hora en el reloj digital del coche, las ocho y media de la noche, llevo cuatro horas y media de viaje, necesito dormir un poco para poder seguir. Paro en la primera gasolinera cercana que veo y apago el motor del coche, cojo mi móvil y aviso a la familia Miller de que estoy bien y que descansaré un poco antes de seguir mi camino. Llamo a mi amiga Ashley, una charla de cinco minutos me reconfortan, cierro los ojos unos segundos apoyando mi cabeza en el asiento, consigo dormir veinte minutos y continúo la ruta.

Amor de vaqueros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora