Capítulo 19.

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Abro los ojos despacio, miro la hora en mi teléfono, las seis de la mañana. He cogido la costumbre de despertarme con el gallo cacareando y aunque aquí no hay ninguno, lo hago inconsciente. Camino hacia el baño para darme una ducha con agua caliente, reproduzco música en mi móvil en un volumen medio tirando a bajo para no despertar a Ashley. El agua cae por mi cabeza, recorriendo mis hombros y llegando hasta mis pies, se sentía bien. Lavo mi cabello y mi cuerpo en varios minutos y salgo de la ducha con una toalla verde enroscada en mi cuerpo y otra blanca en mi cabello para que absorbiese el agua sobrante. Vuelvo a mi habitación a paso lento, abro el armario y comienzo a buscar un conjunto adecuado para el día de hoy. Con mi mano agarro un pantalón vaquero, una camiseta blanca básica de tirantes porque aún hace calor, y mis botas favoritas que Chloe me ayudó a comprar. Son muy cómodas para trabajar en la granja y con animales, me vendrán genial para el primer día.

Comienzo a preparar el desayuno, un par de tostadas de aguacate y huevo frito junto a un café con leche, lo tomó mientras cotilleo las redes sociales después de mandarle un mensaje a Sam respondiendo al suyo dándome los buenos días y deseándome un genial comienzo en el primer día de prácticas. Le agradezco su apoyo y le deseo un buen día, recordándole cuánto lo extraño y necesito estar a su lado. Termino mi desayuno, limpio lo que he ensuciado y salgo de casa sin hacer ruido cogiendo antes las llaves de mi coche, monto y conduzco hacia la granja que está a las afueras de Miami, durante veinte minutos con mi música country de fondo. Aparco el coche dentro de la finca en la zona de aparcamiento, salgo y me dirijo hacia una caseta pequeña de madera, llamo con mis nudillos a la puerta de color verde que tengo frente a mí dejando oír un "Adelante" de una voz femenina dándome paso. Abro la puerta y entro para encontrarme con una mujer de unos cuarenta y tantos, cabello negro azabache y rizado, de tez blanca como la nieve y ojos castaños saltones que resaltan sus largas pestañas. Su sonrisa hace que me sienta cómoda mientras tomo asiento en la silla gris de metal a mi derecha, frente a su mesa de despacho de madera color camel.

- Hailey, supongo. -Dice con una voz dulce y aterciopelada. Asiento sonriente.- Encantada, soy Cinthia. -Extiende su mano, la cual estrecho con la mía sin dudar y sonrío.- ¿Cómo estás? ¿Preparada para tu primer día en la granja Animal Lovers?

- Sí, estoy deseando comenzar el día y aprender cosas nuevas. -Digo entusiasmada.

- Me gusta tu actitud. -Sonríe ampliamente.- Acompáñame, te enseñaré la granja.

Se levanta de su cómoda silla negra, imito su acción y camino junto a ella por el recinto mientras me explica todas las tareas y curiosidades del lugar.

- Nuestra granja consta de cincuenta y seis hectáreas. Los animales que aquí se encuentran son caballos, cerdos, vacas, gallinas, cabras, ovejas, patos y burros. -Toma aire y continúa explicando.- Cada especie tiene sus cuidados especiales como ya sabrás y aquí te enseñaremos a cuidarlos y a saber lo que necesitan en cada momento. Tenemos varios animales enfermos en éste momento así que, tu ayuda será bienvenida. Tu principal tarea será atender a cada uno de ellos y curarlos, debes poner todo de ti para salvarlos.

Nos detenemos en la zona de los burros, están sueltos en un cercado apto para ellos con alimento y agua. Apoya sus manos en la valla de madera mientras yo, continúo escuchando todo lo que tiene que decir.

- Mira. -Señala a una burra, la cual está tumbada en el suelo, refugiándose del sol.- Ella es Shasha, nuestra burra especial.

- ¿Especial? -Pregunto confusa.

- Sí, es especial porque llegó a nosotros siendo sólo una cría, vendieron a su madre a un señor el cual necesitaba una burra para su granja. Tiene un carácter sociable pero últimamente se pasa el día tumbada, apenas come, está apática. ¿Qué crees tú que le ocurre?

Me tomo mi tiempo para responder, observo al animal detenidamente, cada esquina de su cuerpo. Su manto es normal, mueve sus patas con normalidad así que ahí no está el problema. El estómago no está hinchado, ahí no está el problema y tampoco está embarazada. Fijo mi mirada en su mandíbula, la parte derecha de su mofletes está un poco hinchada, debe tener problemas en la dentadura.

- Creo que su problema está en la boca. Tiene el moflete inflamado, eso sumado a que no come.. -Guardo silencio unos minutos y continúo.- Yo diría que su encía está infectada debido a algún diente ó incluso se ha debido clavar algo al comer.

- Correcto. -Dice sonriendo Cinthia.- Tiene una muela infectada, la cual debemos tratar y retirar antes de que le haga más daño.

- Necesitaré material para poder sedarla y sacársela. Si no se la sacamos ya, puede sufrir una infección mucho más grave y morirá de hambre. -Digo de carrerilla sin pensar.- ¿,Cuánto tiempo lleva así?

- Una semana. -Contesta mirándome a los ojos.

- Veré lo que puedo hacer. -Digo sonriendo y entro al cercado, acercándome tranquilamente a Shasha.

Hago que confíe en mí mientras acaricio su lomo y su cuello lentamente para poder abrirle la boca y ver qué le ocurría. Una vez conseguido descubro que tiene una espiga entre la muela y la encía, lo cual es lo que le causa la infección, el dolor y todos los síntomas que tiene. Cojo unas pequeñas pinzas mientras le sujeto la carne del labio para poder ver mejor y manipular la herramienta fácilmente, con cautela cojo la pequeña espiga y la retiro del hueco en el que estaba clavada, haciendo que la burra soltase algún quejido de dolor. Al sacarlo sangra un poco pero no es nada que le pueda causar un problema, le digo a Cinthia que hay que darle antibióticos para bajar la inflamación y que en dos días estará como nueva. Ella asombrada aplaude mi trabajo, le dedico una sonrisa tímida y continúo el día observando cada animal enfermo, ninguno tiene nada grave, algunas fracturas, heridas pequeñas a causa de alguna valla y poco más.
Termino el día despidiéndome de la pelinegra y camino hacia mi coche para volver a casa de Ashley.

- ¿Qué tal el día? -Me pregunta entusiasmada con la cena preparada al verme entrar.

- Agotador. -Sonrío cerrando la puerta.- Pero ha estado muy bien.

- Me alegro. -Me abraza y sonríe.- Siéntate, he preparado lasaña.

- Delicioso. -Río relamiendo mis labios.

Cenamos entre risas y contándonos nuestro día, ella ha ido a hacer sus prácticas, comenzó un mes antes que yo las mías y le quedan un par de semanas para terminar. Su granja queda en la otra punta de la mía y es un poco más pequeña pero le va bien, y el jefe es agradable. El timbre suena, sacándonos de nuestro agradable momento. Ash se levanta para abrir y dejar pasar a David, su novio. Lo besa y abraza efusivamente, él se acerca a mí para darme un cálido abrazo de bienvenida y le correspondo, se quedó con nosotras poniéndonos al día de nuestras vidas. Le va genial, tiene trabajo en un bar cerca de la casa de Ashley.

Dejé a los tortolitos en el sofá para irme a mi habitación y descansar. Con el pijama de fresitas ya puesto, me metí en la cama y llamé a Sam por videollamada. Lo cogió al primer tono, dejándose ver tumbado en la cama sin camiseta, con el pelo mojado porque se acababa de duchar.

- Hola cariño. -Digo sonriendo.

- Hola, enana. -Guiña uno de sus preciosos ojos marrones.

Hablamos un poco de nuestro día y cuánto nos echamos de menos. Él y su familia están bien, deseando que yo vuelva pronto a la granja. Después de una hora hablando, nos despedimos para dormir y descansar para el siguiente día. Colgué lanzándole un beso y diciéndole cuánto lo quiero, dejé el teléfono cargando en la mesilla de metal que tenía al lado de la cama. Me tumbé mirando el techo, comenzando a darle rienda suelta a mis pensamientos.
Acabo de empezar las prácticas pero quiero terminar ya y volver a Tennessee, aquí con Ashley estoy muy a gusto pero la granja de los Miller es mi hogar ahora, no pensé que me costaría tanto salir de allí porque aunque sólo vaya a estar aquí un mes, tengo la sensación de que será más tiempo del que yo querría estar aquí. Doy varias vueltas en la cama intentando despejar los pensamientos y dormir pero me es imposible, me he acostumbrado a dormir entre los brazos de Sam junto a sus caricias que tanto me relajan para dormir. Pienso en aquellas noches en las que reíamos por las tonterías que decíamos hasta quedarnos dormidos y en las mañanas cuando lo despertaba con besos por todo su rostro, ver su sonrisa cuando lo hacía y me abrazaba más fuerte pegándome más a su cuerpo si se podía, quedándonos así unos minutos, contemplándonos el uno al otro hasta que decidíamos que era momento de salir de la cama y comenzar el día. Consigo quedarme dormida con ese recuerdo.

Amor de vaqueros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora