Mi mente desvaría desde el momento en que abro los ojos, el sonido de las olas del mar, el crujir de la madera vieja, el sonido seseante de la serpiente marina. Me han dejado una pastilla en la mesa de noche, la última que tomaré probablemente, lo único que me mantendrá cuerda por un tiempo en la arena.
No hubo una noche en la cual no estuviese ideando diferentes maneras en las que podía llevar algunas pastillas de contrabando a los Juegos, pero todos mis planes tenían alguna falla que podría afectar terriblemente a alguien. Terminé rindiéndome y dándome cuenta de que moriría igualmente, así que el riesgo no tenía sentido.
Me repito esto mientras me la tomo y la realidad de mi situación comienza a aterrizar de manera aplastante:
Estoy por volver a la arena. Con Finnick.
Nunca pensé que volvería a subir al helicóptero, ni sentir el pinchazo del rastreador en mi brazo, me toca con Wiress en el aerodeslizador y conversamos sobre aquella vez que utilizó caramelos para explicarme la teoría de la relatividad; a ella no parece incomodarle el hecho de que en unos minutos estaremos enfrentadas a muerte.
¡Enfrentada a muerte con Wiress! Una criatura tan adorable, extraña en su manera inteligente de ser, pero había una bondad y una humanidad en ella que te hacían querer protegerla. Miro a mi alrededor, puedo imaginarme asesinando a Brutus sin que se me revuelva el estómago, Johanna y yo lo tomaríamos como un juego hasta que alguna de las dos cayera, pero Cashmere y Gloss...
No es para tanto ¿o sí? Yo era la chica que había asesinado a su mejor amigo de la infancia, nadie esperaba de mí que fuera una activista a favor de la vida.
Intento cruzar miradas con Cashmere ¿qué espero? No lo sé, quizá que me haga una cara para que regrese mi mirada al frente, o que me sonría de esa manera ladina tan característica de ella, o que se pasara los rizos dorados hacia el otro lado para que pudiera admirar su rostro perfecto. Pero no voltea, se mantiene firme y con la mirada fija hacia el frente, alguna vez me explicó algo sobre visualizar tu objetivo como si ya fuera tuyo.
Si está haciendo eso, nos está visualizando a todos muertos.
Cuando nos detenemos en las catacumbas Demetria ya está ahí. Tiene un aspecto desmejorado, con el tinte rojo de la piel tomando un tono casi rosado, grandes ojeras y una expresión de hartazgo.
El procedimiento es el mismo, me ducho, como algo y me quedo en bata hasta que llegue el uniforme que deberé usar. Demetria está extrañamente inofensiva y eso me llena de temor, no ha hecho nada por fastidiarme ni por intimidarme, a pesar de que ni siquiera usé su vestido en las entrevistas.
Intentando confiar en esta extraña paz, yo también me limito a realizar mis actividades en silencio.
Finalmente llega el paquete con la ropa y lo abrimos con rapidez: un body azul ajustado, de material fino con un cierre por delante. Me ayuda a ponérmelo en silencio y al finalizar solo digo:
- Gracias, Demetria – yo misma me ato el cabello en esta ocasión, lo cual es más fácil porque no es tan largo como la última vez, pero aseguro la cola de caballo con varias ligas, por si acaso.
Nos sentamos la una frente a la otra junto al tubo lanzador; al igual que la primera vez, no sabemos qué decir en esta parte, nos hemos hecho cosas terribles en este tiempo, ya no confiamos. Nos han pasado cosas terribles también.
- La última vez te entregué un regalo – dice Demetria, rompiendo el silencio.
Yo sonrío apenas perceptiblemente, recordando la carta de Finnick y el brazalete.
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EL TRIBUTO| Los Juegos Del Hambre (SEGUNDA Y TERCERA PARTE)
FanfictionTodos los vencedores tienen secretos, y los míos quizá son los peores. Gané mis Juegos, enamoré a Finnick Odair, me convertí en el tributo favorito de Panem ¿pero a qué costo? ¿Qué queda realmente de Nerea Dhassei, esa chica que amaba el mar, que s...