CAPÍTULO 2

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- Buenas noches, señorita Dhassei – dice Snow, ni siquiera se digna a mirarme, la vista fija en unos papeles en la mesa y su mano asiendo una copa de vino- Pero ¿dónde están mis modales? No la he presentado.

Señala levemente con el mentón al hombre sentado junto a él:

- Julius, mi hijo – éste apenas me dirige un asentimiento, su rostro comunicando la pereza que le provoca estar aquí – y mi nuera, Drusilla.

La mujer de porcelana me dirige una sonrisa de mentira, me doy cuenta de que no solo su aspecto es digno de una muñeca, sino que sus movimientos son tan mecánicos y poco fluidos que bien podría estar tratando con una autómata sin darme cuenta.

- Y mis nietas: Agrippina, la mayor – la niña más grande sentada a su derecha me dirige una expresión de pocos amigos cuando la señala – y Celestia, la menor.

- ¡Estoy tan emocionada de conocerte Nerea...!¡Mi abuelo me ha contado todo sobre ti, le pido a los sirvientes que pongan tus juegos todos los días en la televisión ahora que estoy de vacaciones! – dice todo tan rápido y con una dicción tan pobre que me cuesta un segundo comprenderla, sobre todo porque mis ojos no abandonan a Darian en ningún momento ¿qué demonios hace aquí?

- Es un... placer conocerte también, Celestia – digo, intentando aparentar jovialidad, pero me sobresalto cuando siento un cosquilleo en el tobillo, al bajar la mirada me encuentro con un pequeño perro blanco, tan esponjoso que parece una pequeña mota de pelo con cuatro patas, me olfatea los tobillos mientras mueve la cola – oh ella es mi perrita, Nerea.

El perro ladra ante la mención del nombre y yo ladeo la cabeza.

- El... perro ¿se llama Nerea? – vuelve a ladrar ladinamente, confirmando mi respuesta.

- Mi nieta siempre ha sido una gran fanática suya – explica Snow.

- En mi próximo cumpleaños quiero un pony para poder ponerle Katniss... ¿puedo tener un pony abuelo?

- No más animales, Celestia – la corta Julius, con aire hastiado – sabes que no los tolero.

A mí no me queda más que sonreír con incomodidad; me limito a dirigirme a mi lugar en la mesa, justo en el otro extremo del presidente.

- Ha sido muy amable de invitarme a cenar con su familia.

Digo con cautela mientras coloco la servilleta en mi regazo; casi puedo sentir los ojos de Drusilla evaluando que lo haga correctamente, que la doble en dos mirando hacia mí para utilizar la parte interior en lugar de la exterior como tantas personas hacen de forma errónea.

- Su compañía siempre es un placer señorita Dhassei, anhelo algo de conversación estimulante por una vez – dice Snow mientras bebe de su copa, provocando una mueca irritada en el rostro de su hijo.

Sirven la sopa y hago todo lo posible por concentrarme en usar la cuchara adecuada, en asegurarme de cucharear del centro del plato hacia adelante y no hacia atrás, como me habían enseñado la señora Beasley en mis clases de etiqueta... pero no puedo de dejar de mirar a Darian de reojo.

Parece feliz, relajado, me fijo en sus brazos y no hay ni un rastro de moretones o alguna otra herida, sus mejillas están tan rellenas como cuando vivía con Morelle... todo ello señal de que lo están tratando bien.

- Las cosas en el banco están bien – interrumpe el silencio Julius de repente, su sonrisa forzada – por si a alguien le interesaba saber.

Sus ojos se desvían levemente a Snow, que no ha levantado la vista de sus papeles.

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EL TRIBUTO| Los Juegos Del Hambre (SEGUNDA Y TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora