CAPÍTULO 7

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"El presidente Snow quiere verte" son las dulces palabras que vocifera Egeria cuando toca mi puerta con violencia en la mañana; estoy hecha un desastre; me quedé dormida en la bañera anoche después de bañarme a consciencia al menos tres veces, intentando eliminar todo rastro del aroma de Julius o de su sangre de mi piel.

Me visto con una blusa de cuello de tortuga y manga larga, intentando cubrir las marcas de las mordidas en mi cuerpo, también me pongo base de maquillaje, aunque no funciona tan bien con todas mis heridas, al menos oculta los moratones alrededor de mi boca y el ojo morado.

Y así con la máscara de perfección malhecha y el corazón palpitando como un tambor de guerra, me dirijo hacia su oficina una vez más; sabiendo que todo finalmente ha terminado, sabiendo que no hay manera en que dure un día más aquí.

Quizá le hayan avisado a Neptune anoche de mi tontería, quizá haya decidido irse por su propio pie, al fin y al cabo, sabe que no puede esperar mucho de mí. Intento convencerme de que esta posibilidad no me duele.

Y en este estado deplorable, temblando como Nerea, la perrita, cuando realmente quiere que le dé uno de mis bocadillos de carne seca, es que termino sentada frente al escritorio del presidente. Él se toma su tiempo, sorbiendo su taza de té a ratos, como si yo no estuviera aquí; después de varios minutos finalmente se digna a levantar la vista hacia mí.

- Asumo que ya sabe por qué está aquí – ni siquiera todas las veces que Kai y yo tuvimos que ir castigados a la dirección en el liceo me prepararon para el miedo que siento ahora; un miedo que prácticamente convierte mi estómago en algo líquido y caliente que amenaza con hacerme vomitar.

- Si – digo simplemente, intentando disimular.

- Bien – dice asintiendo un poco – entonces sabe lo que ha ocurrido con su compañero de cuarto.

Aquella sustancia hirviendo en mi estómago se congela en apenas un instante, y yo no puedo ni mover un músculo. Habían hecho algo a Neptune, por mi culpa.

- Presidente Snow – apenas reconozco mi voz, por la urgencia de mi tono – Neptune no tuvo nada que ver con lo que ocurrió anoche... todo fue culpa mía, además de que fue debido a las circunstancias y...

Me detengo de balbucear cuando noto el brillo de duda en los ojos de serpiente del hombre.

- ¿De qué habla?

- Usted... ¿de qué habla? – ladeo la cabeza con curiosidad - ¿no se refiere a lo que pasó con... su hijo?

- Ah, eso – dice con un dejo de diversión - ¿cree que está aquí por lo que pasó con Julius?

De nuevo estoy paralizada, y la imagen debe parecerle muy chistosa porque suelta una carcajada ahogada.

- Debo decir que pudieron haber dejado mi escritorio más limpio – dice a la vez que frota con el dedo un punto cualquiera en la madera, quizá deshaciéndose así de una mancha de sangre – pero no, no está aquí por eso. De hecho, creo que ha hecho bien en enseñarle una lección, debe aprender a no molestar a la persona equivocada.

Estoy casi boquiabierta ante su lógica en esta situación, pero también muy confundida.

- Entonces... ¿a qué se refiere?

Es entonces que Snow recuerda que estamos jugando al gato y al ratón, una vez más. Quisiera saber qué se siente ser el gato al menos una vez.

- Así que no tiene idea – suspira, se me queda mirando un largo rato, como si estuviese sopesando algo, lo único que se escucha en la habitación es el reloj del abuelo en la esquina, marcando cada segundo con su tic-tac que me hace recordar por un momento a Wiress – muy bien – cuando rompe el silencio casi me sobresalto – supongo que respetaré la decisión del señor Highbottom de mantener la verdad oculta para usted.

EL TRIBUTO| Los Juegos Del Hambre (SEGUNDA Y TERCERA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora