Capítulo 12

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Día jueves, y sintiendose mucho mejor, se encontraba nuevamente en la cafeteria con un turno bastante corto por si recaia de nuevo

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Día jueves, y sintiendose mucho mejor, se encontraba nuevamente en la cafeteria con un turno bastante corto por si recaia de nuevo. Lucía le había dado medicamento y una botella con agua tibia de hierbas por si tenía malestares y le hizo jurar que cualquier cosa le avisara a ella o a Emiliano.

Había acordado con Arturo de que
este pasaría a recogerlo cuando su
turno acabara a la hora de almuerzo, para lo que faltaba media hora.

Estaba realmente ansioso, tanto que
no se percató para nada el hecho de
que Andrea tenía los ojos hinchados y el cabello despeinado, con una actitud lenta y explosiva, más de lo normal obviamente. No, nada podía parar su ansiedad, a menos de que fuera el mismo motivo quien la inició.

Suspiró con una sonrisa boba,
Arturo estaba tan abajo de su piel,
tan enterrado en su corazón y tan dentro de su mente que para Diego  era imposible no pensar en otra cosa que no fuese él. Su cabello rubio, despeinado la mayoría del tiempo que enmarcaba su rostro ovalado y
sus pomulos y cachetes rellenitos.
Esos ojos  tan expresivos en los que se revelavan tantas emociones y
tantos sentimientos en aquellos iris
azules  que Diego quería
mirar por horas. Aquellos labios
aquellos perfectos, jugosos y perfectos labios que tenía Arturo, con un tacto caliente que volvía a Diego una jalea tembleque, aquellos labios que había probado y degustado, esa boca que el pelinegro solo quería volver a besar una y otra vez.

Soltó un quejido al sentir un pequeño malestar en la boca de su estómago, no había comido ni un bocado desde ayer al almuerzo, que fue un simple bowl de arroz blanco y desabrido para que no le cayera mal, y con tan solo tres días de haber enfermado ya sentía sus pantalones una talla más grandes. Debía ser bastante cuidadoso, cualquier aroma lo suficientemente fuerte le poďía causar náuseas, y él definitivamente moriría.

Había llevado un pequeño espejo de
bolsillo ese día, al igual que había
dejado su cabello algo húmedo para
que se secara solo y le quedasen
pequeñas onditas y algo más de
volumen. A pesar de lucir algo
pálido, Diego aún quería verse
lindo para Arturo, era algo que
le nacía ser porque amaba notar el
como Arturo se quedaba perdido
viéndole cuando él 'no se daba cuenta', pero en realidad, Diego era el tipo de persona observadora que no se le escapaba ningún tipo de detalles, y era algo de que, alguna forma, era bastante útil.

Aunque todo apuntase a que Arturo
si correspondía sus sentimientos, la
pequeña incertidumbre de que quizás no sea así se transformaba en un nudo que le apretaba la garganta a Diego. Y le daba miedo el simple hecho de saber de que existía la posibilidad de que Arturo le dijese que todo fue un simple error
que solamente le probó, que quiso
comprobar su sexualidad, etcétera.

Diego entregó la pequeña tacita con café de avellanas a una chica dedicándole una sonrisa justo cuando sintió el característico sonido de una motocicleta subirse a la vereda y detenerse a las afueras del local. Diego soltó un suspiro, formando una sonrisa de alegría inconscientemente al ver los cabellos de Arturo rebotar fuera del casco y a este mismo sacudir un poco la cabeza y pasar una de sus manos por sus cabellos antes de sacar su teléfono.

Se acercó a la caja, justo cuando de la cocína salió el chico el cual empezaba su turno ahora. Le dedicó una sonrisa, antes de tomar su celular que se encendió al recibir una notificación, y dejándole las indicaciones de lo que había hecho antes de desaparecer por la cocina hacia la sala de empleados a por sus cosas.

Arturo ♡

"Estoy afuera."

Diego marcó el termino de su turno a las 12:30 pm y se quitó el mandil antes de guardarlo enmuruñado en su bolso, al igual de que se sacó la camisa con el logo de la cafetería y la reemplazó por una negra con dibujos en blanco y una pequeña bandana para despejar su rostro de su largo cabello. Se vió a través de la pantalla de su celular, y al ver que no había nada fuera de lugar, se colgó el bolso al hombro y abrió la pesada puerta trasera que daba al callejón para salir y comenzar a caminar hacia la avenida y hacia -ya puede decirlo sin cuestionarselo demasiado-su amor.

Le vió allí, sentado en su motocicleta con sus dos pies en el suelo, inclinado sobre el manubrio y mirando su teléfono mientras soplaba con un puchero sus cabello largo que ya comenzaban a cubrirle los ojos. La camisa manga corta anaranjada que llevaba se apegaba a la flexión de sus brazos. Y como si Arturo pudiese sentir su presencia cerca, levantó la vista hacia él cuando comenzaba a acercarse al rubio. Enseguida, Arturo dibujó una sonrisa con sus labios, dejando a la vista los alineados dientes y logrando que el pelinegro se avergonzara al sentir ese par de ojos azules recorrerlo de pies a cabeza.

Cuando se halló lo suficientemente cerca, Arturo  se enderezó y se levantó de la motocicleta sin dejar de observarle con una sonrisa que Diego solo pudo catalogar como atontada, y al estar frente a él, no pudo evitar soltar una risita al sentir nervios en su estómago.

-Hey-susurró Arturo,
pestañeando repetidas veces como si Diego no existiera y solo fuese producto de su imaginación.

-H-Hey-Diego intentó no tartamudear, pero su cerebro de poroto lo hizo igual.

Enrojeció un poco ante eso, sintiendose aún más nervioso que hace un par de segundos y queriendo golpearse las mejillas al estar al límite de soportar el enrojecimiento de su rostro.

Sintió la tibia mano de Arturo acunar su hombro, antes de sujetar la correa de su bolso y quitárselo de encima sin oposición del pelinegro. Y guardándolo en el compartimiento de su motocicleta, le entregó un  casco que había obtenido del mismo compartimiento.

-¿A donde iremos?-preguntó Diego, colocándose el casco encima de la cabeza y ajustándolo a su pequeña cabeza.

Arturo volvió a subirse a la motocicleta, pero antes de que Diego pudiese subirse por su propia cuenta, sintió una de las manos de Arturo posarse en la curva de su cintura y guiarle hasta el asiento de atrás acolchado. Diego se dejó hacer, demasiado desconcentrado por el toque sin notar que Arturo acariciaba la piel cubierta de su estómago con su dedo pulgar.

-Abrázame fuerte, bonito, no quiero que te pase nada de camino-le volvió a concentrar, Diego apretó los labios al verlo girarse para encender la motocicleta, y él como un pequeño koala, entrelazó sus brazos. sobre el pecho de Arturo, apegando el suyo a la ancha y formada espalda del rubio.

Diego inconscientemente aplastó su mejilla contra el casco y el hombro de Arturo, y con una sonrisa boba, se olvidó por completo la razón principal por la cual iban a salir juntos. Al igual que la otra gran razón que se encontraba ahora mismo apretando un mantel de cocina, viendo con total enojo como aquella motocicleta desaparecía por la calle desde dentro de la cafetería.

 Al igual que la otra gran razón que se encontraba ahora mismo apretando un mantel de cocina, viendo con total enojo como aquella motocicleta desaparecía por la calle desde dentro de la cafetería

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