Capítulo 02

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Un día después, Diego estaba llevando hábilmente un latte a la mesa de una chica cuando sintió el tintineo de la campana

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Un día después, Diego estaba llevando hábilmente un latte a la mesa de una chica cuando sintió el tintineo de la campana. Giró su cuerpo luego de dejar el latte de la chica y recibir una sonrisa amistosa de ella.

Lo primero que vió, fue ese casco de motocicleta que él ya conocía, y luego de ver el perfil de aquella persona, su estómago dió un vuelco al reconocer a Arturo.

Esta vez llevaba una camisa arremangada negra con lineas blancas y una musculosa debajo blanca con un estampado extraño. Y Diego podía jurar que cualquier cosa que le colocaran a ese hombre se vería maravilloso.

Diego se quedó congelado en su sitio al ver como Arturo reparaba en su presencia a dos metros y le sonreía de lado. A Diego casi se le cae la bandeja ante lo caliente que se vió aquello, pero logró estabilizar sus manos y el ritmo de su corazón al verlo partir a la barra.

Andrea le saludó nuevamente con un eufórico abrazo, diciéndole algo al oido y Arturo asintiendo sutilmente, para luego la chica seguir paseando entre las mesas con algo de apuro. Diego sabía que aún no terminaba el turno de la chica, por lo que Arturo tendría que permanecer en el local el tiempo que le restara a Andrea.

Diego soltó un suspiro sin saber si eso era bueno o malo, y retirando la vajilla y la cuenta de un cliente que ya había pagado, se dirigió a la barra intentando verse desinteresado y natural. Entró a la cocina un par de segundos para dejar la vajilla sucia y salió de alli con la libreta de la cuenta en su mano, abriéndola y ojeando la boleta desconcentradamente mientras se dirigía a la caja -la cual estaba a su izquierda de Arturo-abrir el cajón para guardar los billetes tortuosa e intencionalmente lento.

Pestañeó repetidas veces ante el impulso de levantar la vista y encarar a Arturo, el chico le miraba sin disimulo, y no sabía como tomar aquello, ¿se estará burlando de él? ¿o capaz le encuentre lindo? Diego niega casi imperceptiblemente, Arturo estaba con Andrea, no podía ilusionarse solamente porque le mirase mucho.

-¿Cómo era que te llamabas?- Diego se sobresaltó con la voz de Arturo, no tan grave pero rasposa. Diego, por alguna razón, la sintió como la voz más exquisita que había escuchado, seguramente el chico sería un buen cantante o rapero, no lo sabía, pero desearía poder escucharle todo el tiempo posible.

«¡Concéntrate! ¡te preguntó el nombre!>>

-¡Oh! Uh-eh-cerró la caja con un brusco movimiento de caderas y sonrió nervioso-Me llamo Diego -sonrió, algo incómodo por el silencio formado entre ellos dos antes de abrir su boca y soltar lo que se le pasase por la lengua-¿y tú?

<<¡Ya sabes su nombre, pedazo de inútil!»

Arturo le concedió una mirada dolida, y Diego se mordió el labio queriendo suspirar porque, joder, no había sido buena idea preguntarle el nombre.

-¿Tan rápido te olvidaste de mi nombre? ah... que mal me haces sentir -Arturo hizo una pequeña mueca, pasando una mano por su nuca.

Diego se alarmó, levantando las manos
-¡No! Uh-uh, ¡si me acuerdo!, t-te llamas Arturo- casi llora de alivio al ver su rostro volver a suavizarse, esta vez con un tono burlón que Diego decidió ignorar, no funcionando. El chico se estaba burlando de él, y sus mejillas enrojecieron mientras miraba hacia otro lado-E-Es que, atiendo a tanta gente que se me olvidan sus nombres, lo siento...

-Mmhm... vale-asintió, sin dejar la sonrisa burlona y apoyando sus brazos en la barra.

Dios, ese hombre tenía el doble de masa muscular que él. Tenía tantas ganas de experimentar como se sentiría tener esos fuertes brazos abrazando su cintura o sus caderas con posesividad y firmeza.

Diego se agachó entre los estantes, fingiendo buscar algo solamente para estremecerse y borrar aquellos pensamientos. Se quedó allí agachado al sentir la voz de Andrea del otro lado de la barra, junto a la de Arturo que era tan tranquila, incluso aburrida.

-¿Diego?-preguntó la chica, inclinándose sobre la barra.

Salió de su escondite con la cabeza ladeada, soltando un pequeño sonidito en respuesta y sin despegar los ojos de Andrea, porque no quería cruzarse con los orbes de Arturo.

-¿Podrías cubrirme por esta media horita?-preguntó de nuevo, casi con súplica y ojitos de cachorro. Diego suspiró, estaba algo cansado, pero asintió sutilmente mirando hacia abajo.

Escuchó un pequeño 'gracias' de Andrea, antes de sujetar su bolso con una de sus manos y sujetar la mano de Arturo con la libre. Este mismo le miró extraño, dejando la mano estática y que Andrea la envolviera entre la suya, sin entrelazarlas.

-Te debo una, adiós-canturreó, jalándo al rubio fuera del local con una rapidez monumental.

Diego no alcanzó a despedirse, pero sintió como se derretía al ver a Arturo voltear hacia él y sonreirle, agitando suavemente su mano libre.

Diego no alcanzó a despedirse, pero sintió como se derretía al ver a Arturo voltear hacia él y sonreirle, agitando suavemente su mano libre

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