Capítulo 07

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–¿Por qué?–preguntó, sin entender mucho y ladeando la cabeza hacia un costado

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–¿Por qué?–preguntó, sin entender mucho y ladeando la cabeza hacia un costado. Vió a Arturo mirarlo por dos segundos antes de suspirar.

–Porque prefiero hablar de ti– Diego sintió sus mejillas aún más calientes que antes, y bajó la mirada a sus dedos con una sonrisa nerviosa—. O de mi, no lo sé.

Diego no pudo ver la expresión de Arturo, pero realmente él quería conocerlo y no gastar su tiempo con él hablando de su novia, cuando cualquier otro chico alardearía sobre lo fantástica que es su relación.

Diego  comenzaba a sentir pequeños hormigueos cada vez que estaba con el rubio. La atención que este le daba los últimos días era tan rara, pero cómoda, cálida y satisfactoria. Sus malos ratos comenzaban a esfumarse cuando el chico sonreía. Y Diego sabía que se estaba metiendo en un lugar demasiado peligroso, y que debía ordenar sus ideas y convencerse de otras que no le agradaban tanto. Pero era eso, o seguir ilusionándose con el perfecto chico de pelo rubio oscuro, brazos fuertes y ojos tan expresivos que tenía una novia -y para colmo era su compañera de trabajo- y que nunca le daría una oportunidad.

Pero por el momento, no lo haría, tal vez mañana si, pero hoy quería hablar y saber más sobre Arturo.

–¿Ah sí?–cruzó sus brazos por encima de la barra y levantó una ceja, cosa que no se vio por su cabello negro peinado hacia abajo–Entonces cuentame de ti, Arturo.

Arturo chasqueó la lengua, olvidándose repentinamente de sus pensamientos negativos y mirando a Diego con una sonrisa cómica.

–No soy para nada interesante–Arturo se encogió de hombros, y Diego no pudo estar en más desacuerdo.

¿Qué no tendría de interesante un hombre como Arturo?

–Anda, cuéntame sobre tí, solamente sé que te llamas Arturo– Diego hizo un puchero y pestañeó un par de veces rápidamente, intentando utilizar el encanto que tenía para convencer a Arturo.

Le miró enfocarse en su rostro, desde detrás de la pantalla de su computadora, y supo que había conseguido su objetivo al verle sonreir entre un suspiro y cerrar los ojos por un par de segundos.

–Mi nombre completo es Arturo izquierdo–dijo, para luego abrir los ojos y enfocarlos en los de Diego–. Tengo 22 años, tengo un perrito llamado Bam, mi color favorito es el gris, estoy en mi último año de derecho en la universidad, me gusta dibujar y... estoy intentando ser vegetariano.

Lo último hizo que Diego elevara las cejas—¿Vegetariano?–preguntó, sin poder creerselo.

–Si, osea, intentando, por ahora soy una especie de pseudo-vegetariano o algo así–Arturo se rascó la nuca, volviendo la vista hacia su computadora y tecleando un par
de cosas más. Diego asintió,
comprendiendo.

--Qué genial que estudies derecho,
¿es tu pasión?--volvió a preguntar.
completamente curioso y escuchando con una sonrisa la risita de Arturo.

–Algo así también, en realidad tambien soy muy artístico, sé pintar, dibujar, componer, pero son solo son  pasatiempos, mi pasión es el derecho.

Diego abrió los ojos como plato, ¿acaso había algo que Arturo no pudiese hacer? Ahora, aparte de sentir una profunda atracción hacia él, un deje de admiración se coló en el pelinegro, el jamás habia sido bueno para muchas cosas a la vez, durante la preparatoria solamente estuvo en el taller de danza, y era lo que mejor se le daba y casi lo único que le gustaba hacer.

-Wow, ¿y así te consideras poco interesante?

Arturo encogió de hombros- ¿Y tú que estudias?-le preguntó de vuelta, terminando el tema sobre él mismo.

Diegl le miró incrédulo, él no estaba estudiando en ninguna parte y ninguna cosa, se dedicaba a su trabajo y a ahorrar dinero para si mismo- ¿Cuantos años piensas que tengo?- respondió con otra pregunta, elevando una ceja y dedicándole a Arturo una mirada incrédula.

-Hummm, ¿21?-el el rubio dijo con duda, haciendo una pequeña mueca que arrugó su nariz e hizo a Diego derretirse por lo lindo que se vió aquello.

Negó con la cabeza, mirándole algo ofendido-Tengo 18, y acabo de dejar la preparatoria en julio. Me he tomado un año sabático para trabajar.

-¡¿TIENES 18?!-exclamó Arturo, interrumpiendole y logrando sobresaltarle al sentir al rubio elevarse en el asiento e inclinarse hacia él con el ceño fruncido y la boca entreabierta.

—Uh-uh... si, t-tengo 18–Diego  se mordió el labio, desviando la mirada hacia la calle para no colocarse más nervioso de lo que estaba.

Miró de reojo como Arturo se volvía a sentar y se cubría la boca con una de sus grandes manos. Diego bajó la cabeza, apenado y repitiéndose lo tonto que era por colocarse nervioso solo por tener a Arturo  cerca de lo normal, mentalmente.

–Son 4 años de diferencia–susurró Arturo, lo suficientemente fuerte para que levantara la vista hacia un perdido mayor frente a él.

–¿Y-y qué tiene?

–Al menos eres lo suficientemente legal.

Diego enarcó una ceja, sin comprender.

–¿Legal para qué?

–Para nada―Arturo dejó de mirar a un punto muerto en la barra para sonreirle, y nuevamente escribir en la computadora.

–Para nada―Arturo dejó de mirar a un punto muerto en la barra para sonreirle, y nuevamente escribir en la computadora

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