Capítulo 18

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–Yo

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–Yo... eh...–Diego apretó el casco de la motocicleta entre sus brazos, sentado en su sofá y con dos pares de ojos puestos encima suyo–Un ex compañero del instituto me vino a dejar y, se me olvido pasarle el casco –argumentó, rápidamente y alzando la vista para mirar los ojos de sus dos amigos.

Lucía aflojó el semblante, pero Emiliano, en cambio, soltó una risotada.

–Claro, y ese ex compañero se metió a la sala de empleados justo después que tú, ¿no?—Diego abrió los ojos con pánico ante lo dicho por Emiliano, viendo claramente como Lucía se atragantaba con un vaso de agua que estaba tomando. Emiliano volteó a ver a la castaña, mirándole toser y golpearse el pecho como desquiciada, para prestarle poca importancia y volver hacia Diego–Vi  al novio de Andrea entrar  a la sala de empleados y encerrarse contigo adentro, y luego, como te subias a su motocicleta y ocupabas el mismísimo casco que ahora tienes en la mano.

Diego suspiró, derrotado y haciendo una mueca antes de estampar su frente contra el casco. Al final, su secreto de que salía con Arturo había durado menos que su primera novia -en la primaria, que duró un mísero día antes de que le terminara por prestarle un lápiz a otra compañera-.

Por otro lado, aquel novio de Andrea le había caido como una patada en el estómago. No, Arturo no era novio de Andrea, nunca lo fue, pero que todos lo vean como aquello le molestaba bastante.

–Estoy... saliendo con él–Diego apoyó su mentón en el casco, y Lucía –que ya estaba recuperándose–volvió a atragantarse con no sé qué y comenzar a toser, mientras Emiliano parecía haber chupado un limón al escuchar lo dicho por el pelinegro.

–¡Diego!¡ ¿Estas en una relación poligámica?!–Emiliano gritó lo primero que se le vino a la cabeza, levantándose del sofá donde estaba sentado y pasando a llevar a la pobre Lucía, quien se cayó de este mismo y levantó las manos en el suelo intentando recuperar el aire.

Diego realmente consideró en ese momento lanzarle el casco por la
cabeza a Emiliano.

–¡Claro que no, idiota!–gritó de vuelta, dejando el casco de lado y levantándose también para verse más intimidante. Pero bueno, Emiliano le sacaba 3/4 de cabeza y de intimidante no se veía nada por ocupar una sudadera en donde fácilmente entra todo su cuerpo.–Arturo nunca fue novio de Andrea.

–¡P-paren un maldito mo-momento que me voy a d-destripar sola!–Diego miró a Lucía, con el rostro rojo y sin poder parar de toser, pero un poco menos fuerte que hace un par de segundos.

El pelinegro enseguida se acercó a esta y le tomó por los brazos, intentando levantarla y apoyando una de sus manos en la espalda de la castaña para acariciar la zona en busca de que su mejor amiga se tranquilice un poco.

Emiliano trajo un vaso de agua para Lucía que tragó con dificultad al recuperarse un poco, y Diego siguió acariciando su espalda hasta que Lucía volvía a respirar relativamente normal y solamente soltaba pequeños tosidos con los ojos lagrimeantes.

Y Diego realmente tuvo que explicarle todo el enredo a sus dos mejores amigos, haciendoles antes que todo jurar con que si le contaban a alguien sobre su "relación" le deberían todos los álbumes de su solista favorito.

Dos días después, finalmente pudo ver a Arturo, este lo había llevado a una cafetería durante la mañana antes de su turno, porque no quería que su mejor amigo Alejandro interrumpiera sus momentos a solas si iban al hogar del rubio.

Tuvo que llevar el casco al trabajo al no saber si Arturo vendría a por él o no, y esconderlo de Andrea todo un desafío, pero al parecer, la chica no se había dado cuenta, y Diego realmente agradecía aquello.

–Bueno, se enteraron, no pude hacer mucho–Diego le contó todo lo sucedido, sonriendo al sentir la pesada mano de Arturo escabullirse hasta entrelazarla con la suya–. Igual, dudo que lo cuenten, los amenacé un par de veces para asegurarme de que no hagan ninguna estupidez.

–No me importa–Diego chocó sus orbes contra los bonitos y azules de Arturo, sintiéndose pequeño, y con ganas de acurrucarse contra el firme pecho de Arturo–. De todos modos, vas a ser mi novio tarde o temprano, no me importa lo que digan de nosotros, solo me importas tú.

Diego se sonrojó, y bajó la mirada a su media luna a medio comer, una calidez situándose en su estómago le hizo sonreír, y corriéndose en el asiento, dejó caer su cabeza contra el hombro de Arturo, acurrucándose un poquito y queriendo detener el tiempo.

Diego se sonrojó, y bajó la mirada a su media luna a medio comer, una calidez situándose en su estómago le hizo sonreír, y corriéndose en el asiento, dejó caer su cabeza contra el hombro de Arturo, acurrucándose un poquito y queriendo detener el t...

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