Capítulo 16

111 13 0
                                    

Diego se sobresaltó al sentir la puerta de la salita de empleados ser abierta y cerrada en un segundo detrás suya

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Diego se sobresaltó al sentir la puerta de la salita de empleados ser abierta y cerrada en un segundo detrás suya. Su turno había terminado ya alrededor a las 4:30, y realmente le dolía el estómago tener que comprar aquella pizza, pero todo para que al menos Lucía se calmase un poco y no le fuera a contar a medio mundo -Emiliano-. Pero al parecer, sus planes se veían un poco frustrados, y no sabía de si buena manera o mala manera.

Giró su cabeza un poco, abriendo los ojos al ver a Arturo sonriéndole socarronamente apoyado en la puerta de la sala de empleados, y obstruyéndola con su cuerpo, al mismo tiempo de que cerraba con pestillo con una de sus manos que tenía detrás en la espalda.

-¿Q-Qué haces acá?—preguntó informalmente, sintiendo algo de pánico con el hecho de que alguien podría intentar entrar a la sala de empleados. –¿Cuando llegaste?— volvió a preguntar, recordando que Andrea ya había salido al mediodía de la cafetería.

-Hace 5 minutos, te estaba esperando afuera pero... te vi entrar aquí y me escabullí por la cocina hasta acá- Arturo rió, como si hubiese hecho una pequeña travesura.-Fue bastante fácil, las dos chicas que estaban al frente estaban demasiado ocupadas y tu amigo en la cocina estaba de espaldas-le explicó al pelinegro, antes de apartarse de la puerta y dar un par de pasos cruzando la sala hasta estar frente a Diego.

Algo que amaba Diego, en secreto, era la diferencia de estatura entre Arturo y él, el rubio le sacaba una cabeza completa y le era completamente cursi y tierno apoyar su cabeza en el ancho hombro de Arturo, que él tuviese que agacharse para besarle o él mismo tener que colocarse un poquito de puntitas. Odiaba su estatura en muchos casos, pero si se trataba de Arturo, la amaba, y Arturo también parecía hacerlo.

Se dio vuelta, dejando su bolso nuevamente colgado y llevándose uno de sus dedos a la boca para morderlo. Enseguida,  Arturo enganchó sus dedos en las cintas del cinturón de su pantalón y jaló hacia si mismo, atrayendo a Diego a su pecho con un chillido. Luego, desenganchó sus dedos del pantalón de Diego y dejó reposar sus manos en la cintura de este mismo, acunando esa
pequeña curva por sobre la ropa.

–A-Arturo–susurró Diego, mordiéndose la uña y mirando por sobre su hombro la puerta cerrada, sabía que nadie podía entrar, pero aún así estaba ese miedo en la boca de su estómago de que Emiliano o sus compañeras llegaran e intentar abrir.

Arturo cerró los ojos, y apoyó su cabeza contra la de Diego una sonrisa tranquila y cerrada, sintiéndose en paz. Durante aquello, Diego detalló en su rostro mientras chupaba su dedo. La piel de Arturo era suave y blanca, Diego no veía ni un lunar salpicar el rostro de Arturo, las pequeñas arruguitas que se formaban a los costados de los ojos cerrados de este mismo y como sus largas pestañas rozaban sus pómulos, las mejillas algo rechonchas y abultadas por la suave sonrisa y aquella nariz que ahora se rozaba con la suya en un pequeño besito esquimal.

Diego se podía derretir en este momento, dejó caer sus dos manos en el pecho de Arturo, cerrando suavemente sus ojos y dejándose cautivar por la agradable tensión que recayó sobre ellos. El perfume de Arturo se escabuyó por su nariz y se sintió tan cómodo, tan en casa, sentir la cálida respiración de Arturo en sus mejillas le calentó el pecho. Ronroneó suavemente ante las caricias en su espalda baja y se dejó llevar por Arturo Izquierdo en su totalidad.

El rubio tenía tanto poder sobre él, podía controlarlo como un títere y iba a negar que le daba algo de miedo ser tan influenciable de alguien. Pero todo lo que hacía, todo lo que Arturo le mostraba y le hacía sentir le quitaban ese miedo y lo reemplazaban por ganas de besar al mayor hasta cansarse. Y tomando la delantera, se impulsó un poco hacia arriba y buscó los labios de Arturo con algo de hambre.

Al impactar contra estos, soltó un jadeo ahogado y comenzó a moverlos suavemente, sin intenciones de subirle de tono y tampoco quedar sin aire. Un simple choque de labios que expresaba todo lo que estaba sintiendo
en ese momento.

Sintió a Arturo apretarle más contra si, como si en cualquier momento él fuera a desaparecer, y Diego se sintió tan seguro entre sus brazos, tan feliz.

Recordaba esos días en donde soñaba con tener los brazos de Arturo alrededor suyo, y ahora que los tenía,no quería separarse de aquellos nunca más.

Se separó luego de unos segundos y abrió los ojos con una sonrisa brillante, encontrándose con los maravillosos orbes de Arturo mirarle como si fuese un tesoro.

–Bueno, creo que nos estamos adelantando mucho en esto– Diego soltó una risita, relamiendo sus labios.

–¿Te molesta?–preguntó Arturo, con la ceja arqueada.

Diego entrecerró los ojos, antes de darle un pequeño beso.

―Nop, para nada—Diego rió y volvió a rozar sus narices.

–Te extrañé mucho esta noche, no podía esperar a besarte nuevamente― le confesó el rubio, abrazándole por completo esta vez, enredando sus brazos por detrás de la espalda baja de Diego.

El pelinegro apoyó su cabeza en el hombro del más alto, dejando pequeños garabatos por el pecho de este sobre la tela y cerrando sus ojos a gusto por la sensación de cariño que Arturo le transmitía.

–Mmhm, me di cuenta, te metiste a mi trabajo y me encerraste aquí–bromeó, y se llevó un resoplido de Arturo quien le miró mal de reojo.

–Claro que si, te he dejado incapacitado de escapar, ¿cierto?— Diego asintió, y Arturo soltó una risa mientras se giraba sin soltar a Diego para recoger sus cosas– Te voy a robar por un par de horas,
vamos.

Bueno, Lucía jamás obtuvo su pizza de queso ni su juego de disney.

Bueno, Lucía jamás obtuvo su pizza de queso ni su juego de disney

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
FOR ME?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora