|| Diego se ve sumamente interesado en el novio de Andrea. ||
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
◇Esta historia NO está relacionada con la novela ◇
◇Romance. Drama. Fluff.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Luego de que pasara su ataque de tos e histeria y esos dos par de imbéciles dejaran de coquetear frente a sus narices, Lucía le pidió las llaves del departamento ya que se le habían olvidado esa mañana e intercambió números de teléfono con el atontado castaño, y mientras se iba, Diego le gritó que tenían una conversación pendiente respecto a su suspensión, a lo que la castaña le hizo una señal de silencio mientras Sebastian le daba la espalda y se reía suavemente.
–No puedo creer que en tan solo 10 minutos tú y mi mejor amiga ya hayan intercambiado números–Diego negó con la cabeza y se pasó una mano por el cabello.
–Bueno, tú no me lo diste cuando te lo pedí, al menos Lucía sí lo hizo― Sebastian levantó una ceja, antes de tomar el té que Diego le había dejado en frente tan solo un par de segundos atrás.–Si me hubieras dicho que tenías una amiga tan linda, me la hubieses presentado hace tiempo.
–Si sigues diciendo esas cosas, hoy en la noche no vas a alcanzar a hablar con Lucía.–amenazo Diego, y Sebastian enseguida levantó las manos en señal de derrota.
―Anotado, procesado—susurró, y Diego le dedicó una sonrisa antes de seguir con lo suyo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al próximo día, en la mañana, Diego volvía a trabajar. El sueño apoderándose de si mismo mientras le preparaba un café de grano de maqui a una chica que venía regularmente. Diego conocía a casi toda la clientela, siendo él quien más veía a los clientes, siempre se topaba con las mismas personas -e intuía, que por ser vegetarianas y veganas, y ser uno de los pocos locales en la ciudad que no utilizaban ningún producto de origen animal-. Cuando terminó, le sonrió a la chica y le deseó un buen día.
Se dedicó a mirar por los ventanales, mientras Andrea le enseñaba a un chico nuevo sobre como balancearse con tantos platos encima y revoloteando de allá para acá.
Extrañaba a Arturo. Era algo que hacía todos los días y más cuando el rubio no podía pasar tiempo con él.
Se fijó en los autos que se habían detenido en el semáforo frente a la cafetería. Y de pura casualidad, vio una motocicleta bastante reconocible esperando el semáforo. Diego se refregó los ojos, tal vez la ausencia de Aruro le estaba haciendo delirar y comenzaba a verlo en todas partes. Pero se dio cuenta que no era así cuando el chico de la motocicleta miró justo en su dirección, y subiendo las gafas que cubrían el rostro, vio los ojos de Arturo, esos maravillosos ojos azules que Diego adoraba mirar cuando Arturo le sostenía en brazos como últimamente lo estaba haciendo.
Él realmente pensó estar alucinando, pero pudo observar con sus lentes puestos la pequeña sonrisa de Arturo por debajo del casco, como le guiñaba un ojo y finalmente volvía a partir al semáforo colocarse en verde.
-Estás loco, estás definitivamente loco, Diego-se palmeó las mejillas, intentando desperezarse un poco, y realmente lo hizo al sentir a Andrea mirándole extrañada a su costado, sobresaltándose a si mismo y también a la pelinegra.
-¿Estás bien?-preguntó arqueando una ceja, y Diego asintió rápida y nerviosamente, tragando saliva al ver que la chica no le estaba creyendo demasiado.
«Claro que estoy bien, solo que el chico que intentaste enamorar me tiene completamente loco.»
Andrea entrecerró sus ojos, analizando a Diego y su rostro en un intento de ser estoico. Y Diego realmente quiso huir de allí, Andrea le ponía más nervioso. No sabía por qué, pero sentía que la pelinegra estaba más atenta con él porque quería saber algo, o quizás ya lo sabía, y quería confirmarlo.
–¡Ya sé!–le apuntó acusatoriamente, y Diego volvió a subresaltarse- Estás saliendo con alguien, ¿no es así? ―sonrió como si hubiese descubierto alguna maravilla del mundo hacia Diego.
Diego enseguida negó con la cabeza, frunciendo el ceño y soltando una risotada burlesca intentando negarle a Andrea.
–¿Qué dices? estoy más solo que pan duro–Diego le restó importancia a Andrea con un movimiento de muñeca algo exagerado y una risa tonta, antes de darse media vuelta al ver que una chica se acercaba a la caja para pagar.
Sintió la mirada de Andrea encima suyo por unos instantes más, antes de sentir como la chica suspiraba y se daba media vuelta para seguir con lo suyo.
Diego suspiró aliviado antes de sonreirle a la chica con una sonrisa y aceptar la tarjeta de crédito que esta misma le tendió amablemente. Y registrando el pago, no pudo evitar rodar los ojos hacia Andrea por toda la cafetería.
¿Si tenía sospechas? Claro que las tenía. La única persona que se relacionaba con Arturo cuando venía por Andrea era él y Diego sabía que Andrea no era tan tonta como para no darse cuenta de que se habían hecho bastante cercanos, de que él era gay. Por lo que recordaba, Arturo le había dicho que cuando "terminó" con Andrea, él había dicho que había otra persona que le gustaba, e intuía que Andrea estaba en la búsqueda de aquel.
Diego negó con la cabeza. Andrea no debería sospechar de él ahora.
Arturo no había hecho acto de presencia desde que terminaron los 30 días aquellos en los horarios de Andrea en la cafetería, y Emiliano había sido lo suficientemente discreto como para no nombrarlo allí mismo.
Su teléfono brilló luego de que la chica a la que atendía se marchó. Por lo que lo tomó y desbloqueó con la huella digital, yéndose enseguida a la notificación de un mensaje que le había llegado.
Arturo ♡
"Ver tu carita sorprendida al darte cuenta que era yo, me alegró por completo el día, tanto que no he parado de sonreir y Alejandro ya me está mirando extraño."
"Prometo pasar a por ti al terminar tu turno, bonito, te quiero.♡"
Nuevamente, Diego tenía una sonrisa tonta en la boca, y un sentimiento que le dejaba el estómago caliente, se sentía ansioso, como un pequeño niño esperando sus regalos de cumpleaños. Y realmente no podía esperar demasiado tiempo para estar con Arturo, sentir su aroma, su tacto caliente, fuerte y protector, aquellos besos que el chico le dejaba en la cabeza con un cariño y anhelo tan palpable que derretía a Diego.
Negó con una sonrisa plasmada en el rostro mirando el chat, antes de suspirar y sentirse completamente correcto al estar tan colgado por Arturo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.