Prólogo

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En un día cualquiera en el campo de batalla, en medio de la lucha interminable entre los clanes Ragnarok y Tártaro, dos jóvenes de 10 años se encontraron, ambos con el rostro cubierto por la determinación y el misterio.

Kenta, del clan Ragnarok, y Koemi, del clan Tártaro, se miraron fijamente, sintiendo una inmensa aura emanando de cada uno de ellos. A pesar de estar en bandos opuestos, sintieron una extraña conexión, un respeto y admiración mutuos que despertó su espíritu de lucha.

Kenta levantó una ceja, observando a Koemi con curiosidad. "Interesante... No esperaba encontrar a alguien como tú en el campo de batalla."

Koemi sostuvo su mirada con determinación, respondiendo con voz firme. "Lo mismo digo. Parece que somos dos caras de la misma moneda, ¿no es así?"

Ambos jóvenes se estudiaron durante un momento más antes de que Kenta asintiera lentamente. "Parece que sí. Pero antes de que continuemos, creo que es justo presentarnos. Soy Kenta, del clan Ragnarok."

Koemi asintió en respuesta. "Y yo soy Koemi, del clan Tártaro."

Se presentaron desde la distancia ambos con sus respectivas armas elevadas, sin perder ni un momento su guardia y sin dejar brecha de ataque.

Koemi dio un paso adelante, su katana brillando bajo el sol. "Es hora de poner a prueba nuestras habilidades, Kenta. Prepárate."

Kenta sonrió de medio lado, preparando sus dos katanas en una posición defensiva. "Estoy listo cuando tú lo estés, Koemi. Pero ten cuidado, no subestimes al clan Ragnarok."

Con un grito de batalla, Koemi se lanzó hacia adelante, su katana cortando el aire con ferocidad mientras se abalanzaba sobre Kenta. Este último se preparó para el impacto, listo para responder al ataque con toda su fuerza.

Koemi concentró su energía, canalizando su poder en su katana. "¡Ittōryū: Aki no Katto!" gritó, mientras su espada emanaba un aura en forma de corte de colores rojizos, naranjas y dorados que se dirigía con fuerza hacia Kenta.

Kenta observó el impresionante ataque de Koemi con determinación, embozando una sonrisa. "Interesante. Parece que no me subestimas después de todo", murmuró mientras preparaba sus dos katanas en una posición defensiva.

Entre susurros, Kenta pronunció: "Nitōryū: Tsuki no Uzumaki", y de sus espadas surgió un remolino de color plateado que ascendió hacia el cielo. Ambos ataques chocaron y se contrarrestaron simultáneamente, creando una explosión de energía que iluminó el campo de batalla.

Al ver el choque de poder entre sus técnicas, Kenta y Koemi no pudieron evitar sonreír, emocionados por tener un rival tan digno frente a ellos. "¡Impresionante, Koemi! ¡Pero aún no has visto todo lo que puedo hacer!" exclamó Kenta, preparándose para el siguiente intercambio de ataques.

Koemi respondió con entusiasmo, su espíritu de lucha encendido. "¡Me encanta tu determinación, Kenta! ¡Demuéstrame lo que tienes!"

Ambos encendieron e intensificaron sus auras, desatando una energía abrumadora que envolvía el campo de batalla. Por unos momentos, todos los presentes sintieron escalofríos ante la muestra de determinación y espíritu de lucha de Kenta y Koemi. Las chispas de energía danzaban alrededor de ellos, iluminando el campo de batalla con destellos de colores vibrantes.

Kenta y Koemi estaban a punto de lanzar su siguiente ataque cuando, de repente, llegaron corriendo sus amigos. Kohana y Kenzo para Kenta, y Koko, Kiyomi y Yûko para Koemi, apareciendo entre la niebla de la batalla como guardianes de la seguridad de sus camaradas.

Kohana, con la voz llena de urgencia, se acercó a Kenta. "¡Kenta, debemos retirarnos! Otros clanes se están acercando, ¡estamos en desventaja aquí!"

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