Cuatro días después de dejar el clan Tártaro, Koemi y sus amigas avanzaban por un sendero boscoso, siguiendo el curso de un río. El sol iluminaba su camino, marcando el paso del tiempo con cada amanecer y atardecer.
Mientras caminaban, Koemi reflexionaba sobre su misión y las recientes experiencias. A pesar de sus preocupaciones, mantenía una actitud optimista frente a sus compañeras. Koko, casi recuperada de sus heridas, caminaba a su lado con una determinación que ardía en sus ojos. Kiyomi y Yûko completaban el grupo, ofreciendo una sensación de seguridad con su experiencia en combate.
El bosque cobraba vida con los sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros, el susurro del viento y el murmullo del río. Aunque el entorno parecía tranquilo, Koemi permanecía alerta, consciente de los peligros que podrían acechar en territorio desconocido.
Al atardecer, se detuvieron para descansar y comer junto al río. Koko miraba el agua, perdida en sus pensamientos. "¿Creen que encontraremos respuestas pronto?" preguntó con incertidumbre.
Kiyomi colocó una mano en el hombro de Koko. "No lo sé," respondió sinceramente, "pero seguiremos buscando."
Yûko asintió. "Estamos juntas en esto. No importa cuánto tiempo nos lleve."
Koemi miró a sus amigas con determinación. "Exacto. Somos más fuertes juntas. Lo enfrentaremos, como equipo."
Con renovada energía, se levantaron y continuaron su viaje, listas para los desafíos que les esperaban.
La noche cayó sobre el bosque, y Koemi y sus amigas se reunieron alrededor de una fogata. Koko asaba malvaviscos. "¿Recuerdan cuando nos perdimos en el bosque durante un entrenamiento y encontramos aquel arroyo secreto?" dijo, riendo.
Kiyomi sonrió. "¡Cómo olvidarlo! Y la cascada al final valió cada paso perdido."
Yûko rió. "Sí, pero nada supera la vez que casi nos atrapa ese oso en la montaña."
La tranquilidad se interrumpió cuando Koemi detectó un ruido extraño. "¡Esperen!" exclamó, levantando una mano. "¿Escucharon eso?"
El grupo se calló, atento. Unos momentos después, el crujido de ramas rompió el silencio. Diez figuras enmascaradas emergieron de entre los árboles, armadas con espadas relucientes.
"¡Prepárense!" susurró Koemi, poniéndose en guardia.
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Wanpisu
Science-FictionEn un día cualquiera en el campo de batalla, en medio de la lucha interminable entre los clanes Ragnarok y Tártaro, dos jóvenes de 10 años se encontraron, ambos con el rostro cubierto por la determinación y el misterio. Kenta, del clan Ragnarok, y K...