Kenta se levantó adolorido del golpe recibido, su mirada se encontró con la de la mujer vestida de negro, y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro dolorido.
"Vaya, sí que eres agresiva. Eso me dolió", murmuró Kenta, tratando de recuperar el aliento.Antes de que la mujer pudiera prepararse para otro ataque, Koemi intervino con un movimiento rápido. Una fuerte patada envió a la mujer volando cinco metros hacia atrás.
"¿Qué tal si juegas un rato conmigo mientras Kenta resuelve sus asuntos con ese amigo tuyo que tiene un pacto con el filo de su espada?", propuso Koemi con una sonrisa desafiante en su rostro.
Kenta agradeció internamente a Koemi por su ayuda y se preparó para enfrentar al encapuchado enmascarado. Con determinación en sus ojos, se lanzó hacia su objetivo.
En un movimiento rápido y certero, Kenta ejecutó un ataque rápido, conocido como "Taka no Sashikomi", el cual llevaba consigo el peso de su determinación y la memoria de sus seres queridos. Sus dos espadas tomaron la forma de dos halcones, y Kenta descendió sobre el encapuchado enmascarado con la ferocidad de un depredador.
El golpe asestado cortó el aire con un silbido siniestro, encontrando su objetivo en el abdomen del enmascarado. Un grito de dolor escapó de los labios del hombre encapuchado, mientras Kenta pronunciaba las palabras que llevaba tanto tiempo guardando.
"Esto es por Kenzo. Ahora pagarás por Ryu", murmuró Kenta con voz firme, con el eco del pasado resonando en cada sílaba.
Sin embargo, la escena tomó un giro inesperado cuando un joven elegantemente vestido, con el emblema del clan Jaakuryū en su pecho y las palabras "Ryu, Akuma no Yami no Shujin" en su espalda, hizo su entrada triunfal.
Al verlo, la incredulidad se reflejó en los ojos de Kenta. Su mente luchaba por procesar la revelación que se estaba desplegando ante él. ¿Ryu... vivo? ¿Líder del clan Jaakuryū? Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar lentamente, revelando una verdad que se retorcía en las sombras de su memoria.
"No puede ser...", susurró Kenta, sintiendo cómo el suelo bajo sus pies comenzaba a tambalearse. "Ryu... ¿cómo...?"
Ryu, con una sonrisa burlona en su rostro, se adelantó, deleitándose con la confusión y el desconcierto que se reflejaba en los ojos de su antiguo amigo.
"¿Sorprendido, Kenta?", preguntó Ryu con voz suave, pero cargada de malicia. "Oh, cómo has caído en nuestra trampa. Todo este tiempo, creyendo que estaba muerto... Oh, la ironía".
Las palabras de Ryu resonaron en la mente de Kenta, envueltas en una neblina de incredulidad y desesperación. Todo lo que creía saber, todo lo que había vivido, se desvanecía ante sus ojos, dejando tras de sí una verdad amarga y retorcida.
"¿Por qué, Ryu? ¿Por qué harías algo así?", murmuró Kenta, su voz temblorosa con la emoción contenida. "Eras mi amigo... confiaba en ti".
Ryu se rió, un sonido desprovisto de alegría o remordimiento. "Oh, Kenta. ¿Acaso nunca has entendido que en este mundo, los débiles son aplastados y los fuertes prosperan? Kenzo fue una víctima de su propia debilidad, y tú... tú eres igual de ingenuo".
La risa de Ryu resonó en el aire, como un eco de la oscuridad que se cernía sobre ellos. Con cada palabra, la verdad se volvía más clara, más dolorosa.
Kenta sintió cómo la rabia y la desesperación ardían en su interior, consumiéndolo desde dentro. No solo había perdido a un amigo, sino que había sido traicionado por aquel en quien confiaba.
Kenta, aún aturdido por las revelaciones que acababa de presenciar, se encontró con las miradas decididas de Koko, Kiyomi y Yûko. Las tres chicas irradiaban una determinación feroz, sus ojos llenos de ira contenida y la promesa de venganza.
"No te preocupes por el encapuchado enmascarado, Kenta. Nosotras nos encargaremos de que pague por lo que le hizo a Kenzo. Tú, por otro lado, haz que ese degenerado traidor pague por sus acciones", declaró Koko con una voz firme y decidida.
Ryu, al escuchar las palabras de las chicas, no pudo evitar soltar una risa maliciosa y burlona. La ironía de la situación no se le escapaba, y disfrutaba de cada momento de su propia depravación.
El foco de la batalla cambió entonces hacia Koko, Kiyomi y Yûko, quienes se lanzaron con furia renovada hacia el encapuchado enmascarado. La injusticia y el sufrimiento que habían presenciado a manos del clan Jaakuryū inflamaban sus corazones con una determinación implacable.
Las tres chicas luchaban como un solo ser, cada una canalizando su ira en ataques coordinados contra su enemigo común. El encapuchado enmascarado, herido pero no derrotado, luchaba con desesperación mientras trataba de defenderse de los feroces embates de las chicas.
Fue en ese momento, cuando el encapuchado enmascarado se balanceaba adolorido por la herida causada por Kenta, que las palabras de Koko, Kiyomi y Yûko resonaron en el aire."Tu descenso al infierno será doloroso", pronunciaron al unísono, cargando sus ataques con una determinación implacable.
Koko desató su técnica celestial, el "Hijō no Tengoku no Ikari" (La Ira del Cielo Desatado), un poderoso golpe que emulaba la furia de los dioses.
Kiyomi canalizó el poder del viento en su ataque, lanzando su técnica conocida como "Kaze no Seinaru Tsume" (La Garra Sagrada del Viento), que cortaba el aire con la precisión de un halcón en picada.
Yûko invocó la energía de las estrellas en su técnica, desatando el "Hoshi no Tenkū no Hageshi" (La Furia Celestial de las Estrellas), que iluminaba la oscuridad con su resplandor.
Los ataques de las chicas impactaron con fuerza contra el encapuchado enmascarado, cortándolo en muchos lugares y haciendo que se desplomara al suelo, derrotado y exhausto.Con la luz de su maldad apagada en este mundo, las chicas se unieron en un gesto de respeto y honor hacia su amigo caído."Ya puedes descansar en paz, Kenzo del clan Ragnarok", pronunciaron al unísono, dejando que sus palabras se llevaran la promesa de justicia y la memoria de aquellos que habían perdido.
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Wanpisu
Science FictionEn un día cualquiera en el campo de batalla, en medio de la lucha interminable entre los clanes Ragnarok y Tártaro, dos jóvenes de 10 años se encontraron, ambos con el rostro cubierto por la determinación y el misterio. Kenta, del clan Ragnarok, y K...