Capítulo 32: El Sabio de las Montañas

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Al adentrarse en la cueva oculta entre las rocas, Koemi, Koko, Kiyomi y Yûko se encontraron con una atmósfera de misterio y antigüedad. La tenue luz que penetraba por la entrada iluminaba débilmente el interior de la caverna, revelando pasajes estrechos y formaciones rocosas que parecían contener siglos de historia.


Con paso cauteloso, las chicas avanzaron por el laberinto de túneles, sintiendo la presencia de algo antiguo y poderoso en el aire. A medida que se adentraban más en la cueva, el eco de sus pasos resonaba en las paredes de piedra, creando una sensación de reverencia y asombro.


Después de un tiempo, llegaron a una amplia cámara subterránea, iluminada por antorchas que arrojaban sombras danzantes en las paredes. En el centro de la sala, se encontraba sentado un anciano sabio, vestido con túnicas gastadas y cubierto por una larga barba blanca.


El sabio levantó la mirada al ver a las chicas entrar y les dirigió una sonrisa amable. "Bienvenidas, viajeras. Veo que han llegado en busca de conocimiento y sabiduría."Koemi se adelantó con respeto y se inclinó ante el anciano. "Somos viajeras en busca de respuestas sobre un artefacto antiguo que encontramos en una cueva cercana. Nos han dicho que usted posee un profundo conocimiento sobre la magia antigua y la historia olvidada."


El anciano asintió con solemnidad. "Es cierto que poseo cierto conocimiento sobre esos temas. Pero antes de compartirlo con ustedes, debo asegurarme de que estén preparadas para enfrentar las verdades que descubrirán."


Koko, Kiyomi y Yûko se acercaron también, expresando su determinación y ansias de aprender. El sabio los observó con atención y finalmente asintió con aprobación.


"Entonces escuchen atentamente", dijo el sabio, comenzando a relatar una historia que se remontaba a tiempos antiguos, cuando los dioses caminaban entre los hombres y la magia fluía libremente por el mundo. Habló de una era de paz y prosperidad, pero también de un oscuro poder que amenazaba con destruir todo lo que los humanos habían construido.


Mientras el sabio hablaba, las chicas escuchaban con atención, absorbiendo cada palabra y cada detalle de la historia que se les revelaba. Se enteraron de la existencia de una espada legendaria, forjada por los dioses mismos y imbuida con un poder que podía cambiar el curso de la historia. Esta espada, conocida como "Kōsen no Tsurugi" (La Espada de la Luz), se decía que tenía el poder de traer la paz o la destrucción, dependiendo de quién la empuñara.


Al escuchar el nombre de la espada, Koemi sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que esta era la respuesta que habían estado buscando, pero también comprendió la responsabilidad que recaía sobre sus hombros al poseer tal artefacto.


El sabio concluyó su relato con una advertencia solemne. "La Espada de la Luz es una herramienta poderosa, pero también peligrosa. Depende de ustedes utilizarla sabiamente y con responsabilidad. Que esta historia les guíe en su viaje hacia el conocimiento y la sabiduría."


Con estas palabras, el sabio se levantó y les indicó el camino de regreso a la superficie. Las chicas se despidieron con gratitud y respeto, conscientes de que su viaje apenas comenzaba y que el destino les reservaba grandes desafíos y revelaciones.


Koemi, Koko, Kiyomi y Yûko salieron de la cueva con la mente llena de pensamientos y el corazón lleno de determinación. La luz del sol los recibió con calidez, pero la gravedad de la tarea que tenían por delante les pesaba en el alma.


Mientras caminaban de regreso por el sendero que los llevaba de vuelta al pueblo, las chicas reflexionaban sobre las palabras del sabio y la historia que les había contado. Sabían que poseían una responsabilidad inmensa al ser las guardianas de la Espada de la Luz, pero también sentían un fuego ardiente dentro de ellas, impulsándolas a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.


"Creo que tenemos un largo camino por delante", comentó Koko, rompiendo el silencio que había caído sobre el grupo.


"Definitivamente", asintió Kiyomi. "Pero estamos juntas en esto, y juntas seremos más fuertes."


Yûko miró a sus amigas con determinación. "No importa lo que nos depare el destino, enfrentaremos cada desafío con valentía y determinación. Somos las guardianas de la Espada de la Luz, y no descansaremos hasta cumplir nuestra misión."


Koemi sonrió, sintiendo el vínculo de amistad y camaradería que las unía. Sabía que el viaje que tenían por delante sería difícil y peligroso, pero también sabía que con el apoyo de sus amigas, serían capaces de superar cualquier obstáculo.Con el sol brillando sobre ellas y el viento susurrando entre los árboles, las chicas continuaron su viaje de regreso al pueblo, listas para enfrentar el futuro con coraje y determinación.

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