Capítulo 39: La Batalla Final, El Fin de una Amistad y Enemistad

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La lucha entre Kenta y Ryu alcanzó un nivel de ferocidad que desafió toda descripción. Durante cinco horas continuas, ambos combatientes se enfrentaron en un duelo épico, cada uno desplegando sus mejores técnicas y habilidades en un esfuerzo por superar al otro.


Desde el primer momento del enfrentamiento, Kenta y Ryu se sumergieron en una vorágine de movimientos rápidos y ataques poderosos. Kenta desató su técnica especial, el "Kaminari no Hoko" (Lanza del Trueno), enviando relámpagos azules que cortaban el aire hacia Ryu con una precisión mortal. Mientras tanto, Ryu respondió con su propio ataque, el "Tenshi no Tsume" (Garras del Cielo), convocando una lluvia de cuchillas oscuras que amenazaban con destrozar a Kenta.


La batalla continuó con una intensidad creciente, cada intercambio de golpes sacudiendo el suelo y enviando ondas de choque a su alrededor. Kenta y Ryu se movían con una gracia y agilidad sobrenaturales, cada uno anticipando los movimientos del otro y respondiendo con un contraataque calculado.


A medida que pasaban las horas, la determinación de ambos combatientes no disminuía. Kenta recordaba a su amigo Kenzo, cuya muerte había sido la chispa que encendió su deseo de venganza, mientras que Ryu estaba decidido a demostrar su superioridad sobre su antiguo compañero de entrenamiento.


Con cada intercambio de golpes, el poder y la destreza de Kenta y Ryu parecían crecer, alimentados por la intensidad de su conflicto. Kenta canalizó su furia en un ataque desgarrador conocido como "Ōkami no Kyōfu" (Terror del Lobo), mientras que Ryu desató una ráfaga de oscuridad con su técnica "Yami no Kage" (Sombra Oscura).


A medida que el duelo se prolongaba, el cansancio comenzó a pesar sobre ambos combatientes, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder. Cada golpe, cada movimiento, era ejecutado con una precisión milimétrica y una determinación inquebrantable.


Finalmente, después de horas de lucha sin cuartel, Kenta y Ryu se encontraron en un punto muerto, cada uno agotado pero decidido a no rendirse. Con un último esfuerzo, Kenta desencadenó su ataque supremo, el "Hikari no Seisen" (Crisol de Luz), un torrente de energía luminosa que envolvió a Ryu con su resplandor cegador.


Ryu, por su parte, respondió con su propia técnica definitiva, el "Yami no Hono" (Llamas de la Oscuridad), una vorágine de fuego oscuro que amenazaba con consumir todo a su paso.


Después de horas de lucha incesante, Kenta y Ryu se encontraron en un breve momento de pausa, sus cuerpos agotados pero sus mentes alertas. Kenta rompió el silencio, su voz llena de una mezcla de dolor y determinación.


"¿Por qué, Ryu? ¿Por qué has elegido este camino? Todo esto... ¿Por qué?"


Ryu se mantuvo en silencio por un momento, mirando fijamente a Kenta con ojos llenos de un oscuro resentimiento.


"¿Por qué, dices?" comenzó Ryu con una risa amarga. "Porque el mundo es un lugar cruel, Kenta. Nosotros... nosotros simplemente estamos tomando lo que nos pertenece. ¿Poder? ¿Dominio? ¿Venganza? Todo eso y más. No hay lugar para la debilidad en este mundo."


Kenta escuchó atentamente las palabras de su antiguo amigo, pero mientras hablaba, algo dentro de él cambió. La amistad que una vez compartieron se desvaneció en la oscuridad del pasado, reemplazada por la firme determinación de detener a Ryu a cualquier costo.


"Ya no eres mi amigo, Ryu. Quizás nunca lo fuiste." Las palabras de Kenta resonaron en el aire, cargadas de dolor y decepción.


Sin decir una palabra más, ambos se lanzaron al ataque una vez más, sus espadas chocando en un duelo épico que sacudía la tierra misma. Desataron una serie de ataques especiales, cada golpe llevando consigo el peso de su historia compartida y su amarga rivalidad.


La batalla llegó a su punto culminante cuando la espada legendaria de Koemi resplandeció con una luz deslumbrante. Koemi, desde la distancia, lanzó su espada a Kenta con un grito desafiante.


"¡Kenta, úsala!"


Kenta atrapó la espada en el aire y la colocó en su boca, su determinación ardía más brillante que nunca. Con un grito de guerra, pronunció las palabras que sellarían el destino de su antiguo amigo.


"Acá acaba esta amistad y enemistad, Ryu."


En un movimiento rápido, Kenta desató un ataque definitivo "Mittsu no densetsu no ken no sutairu: Subete no jidai no owari, yami o hakai suru kagayaki", canalizando el poder de las tres espadas legendarias en un resplandor que cortaba la oscuridad misma. El ataque consumió todo a su paso, iluminando el campo de batalla con una luz brillante que anunciaba el fin de una era y el comienzo de otra.La tierra tembló bajo el impacto del ataque, y cuando la luz se desvaneció, solo quedaba un silencio sepulcral. Ryu yacía en el suelo, derrotado, mientras Kenta permanecía de pie, su rostro bañado en la luz del nuevo amanecer. La batalla había llegado a su fin, pero el precio pagado había sido alto.

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