Capítulo 15: Furia Desatada

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Kiomi observó a sus amigas heridas con una mezcla de preocupación y rabia contenida. Aunque parecía tranquila y serena a los ojos de los demás, en su interior ardía una furia intensa. La gran aura que desprendía lo dejaba patente.

"¡Maldito seas por herir a mis amigas!", espetó Kiomi con voz firme y decidida, su tono cargado de determinación y furia contenida.

El hombre, de aspecto imponente y mirada desafiante, respondió con una sonrisa despectiva. "No esperaba menos de ti, Kiomi. Pero si crees que puedes detenerme, estás gravemente equivocada."

La tensión en el aire era palpable mientras ambos se enfrentaban, cada uno preparado para darlo todo en la batalla que se avecinaba. Los ojos de Kiomi brillaban con determinación mientras desenvainaba su espada, lista para el inevitable enfrentamiento.

"Has subestimado el poder del clan Tártaro", respondió Kiomi con frialdad, su voz llena de rabia y determinación. "Y pagarás por tus acciones con creces."

El hombre se rió con arrogancia, su expresión llena de desdén. "¡Vamos, entonces! ¡Muéstrame de lo que eres capaz, Kiomi! ¡Te garantizo que no me decepcionarás!"

La ira ardía en los ojos de Kiomi mientras se preparaba para el combate. Sus manos temblaban ligeramente de rabia contenida, pero su determinación era inquebrantable. Estaba lista para enfrentarse al hombre y proteger a sus amigas con todas sus fuerzas.

Kiomi observó al hombre frente a ella, su espada desenvainada y envuelta en un aura plateada que brillaba intensamente en la oscuridad de la noche. Sus ojos ardían con una determinación feroz mientras se preparaba para el enfrentamiento que se avecinaba. El hombre, por su parte, adoptó una postura defensiva con sus Ninjatō, listo para el combate.

Con un grito de batalla que resonó en el aire, Kiomi se lanzó al ataque con una serie de movimientos fluidos y precisos. Su espada cortaba el aire con una elegancia mortal, cada golpe calculado para desarmar y desorientar a su oponente.

"¡Ryūjin no Ken!" (Espada del Dragón Celestial), gritó Kiomi mientras su espada se envolvía en llamas plateadas, canalizando el poder del elemento fuego en su ataque. El hombre apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el golpe de Kiomi lo alcanzara, enviándolo hacia atrás con la fuerza del impacto.

El hombre contraatacó con una serie de rápidos movimientos, sus Ninjatō cortando el aire con una destreza impresionante. Kiomi esquivó sus ataques con agilidad, su espada parando cada golpe con precisión milimétrica.

"¡Suiton no Tsumuji!" (Torbellino de Agua), gritó Kiomi mientras canalizaba el poder del elemento agua en su siguiente ataque. Su espada se envolvió en una espiral de agua que giraba a su alrededor, aumentando su velocidad y potencia. El hombre se vio momentáneamente sorprendido por la ferocidad del ataque, lo que permitió a Kiomi lanzar una serie de golpes rápidos que lo obligaron a retroceder.

La batalla continuó con una intensidad creciente, cada movimiento de Kiomi y el hombre llevando consigo el peso de su determinación y habilidad. Los ataques se sucedieron rápidamente, cada uno más feroz y despiadado que el anterior.

"¡Doton no Gekido!" (Furia de la Tierra), gritó Kiomi mientras su espada se hundía en el suelo con una fuerza titánica, levantando una ola de tierra y rocas que se estrellaba contra el hombre con una fuerza devastadora. El hombre luchó por mantenerse en pie bajo el impacto, pero finalmente cayó de rodillas, su resistencia alcanzando su límite.

Con un último esfuerzo, Kiomi se lanzó al ataque con determinación renovada, su espada brillando con una luz deslumbrante mientras canalizaba todo su poder en un último golpe.

"¡Ittōryū: Ōkami no Ikari!" (Furia del Lobo), gritó Kiomi mientras su espada descendía con un estruendo ensordecedor, envuelta en un resplandor plateado que iluminaba el bosque circundante. El golpe final fue devastador, cortando a través de la defensa del hombre y dejándolo caer al suelo en un montón desordenado.

Con la batalla terminada y la victoria asegurada, Kiomi se tomó un momento para recuperar el aliento, su corazón latiendo con la emoción de la lucha. Miró al hombre derrotado con una mezcla de satisfacción y compasión, sabiendo que la batalla había sido costosa para ambos.

Sin darse cuenta del peligro que representaba su propia furia, Kiomi había sido herida en el abdomen y perdía una cantidad preocupante de sangre. El hombre, antes de sucumbir a sus heridas, soltó una risa burlona y murmuró entre dientes: "La lucha nunca es en vano". Con un último suspiro, cayó al suelo, inconsciente, al mismo tiempo que Kiomi perdía el conocimiento.

El bosque quedó sumido en un silencio tenso, interrumpido solo por el suave susurro del viento entre los árboles. Las chicas, sorprendidas por la repentina conclusión de la batalla, se apresuraron a rodear a Kiomi, preocupadas por su estado.

"¡Kiomi, despierta!", exclamó Koko, sacudiendo suavemente a su amiga mientras intentaba despertarla. "¡No te rindas, estamos aquí contigo!"

Yûko, con expresión preocupada, revisó la herida de Kiomi, tratando de detener la hemorragia lo mejor que pudo. "Necesitamos llevarla al pueblo más cercano, 'Noche Serena', lo antes posible", dijo con urgencia. "¡Koko, Kiyomi, ayúdenme a cargarla!"

Con determinación renovada, Koko y Kiyomi ayudaron a levantar a Kiomi, cuidando de no causarle más daño. Juntas, con el peso de su amiga entre ellas, se dirigieron hacia el pueblo más cercano, 'Noche Serena', con la esperanza de que pudieran llegar a tiempo para salvarla.

El camino de regreso fue arduo y lleno de obstáculos, pero las chicas no perdieron la esperanza. Con cada paso, se aferraban a la determinación de salvar a su amiga y llevarla a salvo al pueblo.

Finalmente, llegaron a 'Noche Serena', donde fueron recibidas por los curanderos y habitantes del pueblo. Kiomi fue llevada de inmediato a recibir atención médica urgente para sus heridas.

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