Recuerdo 8: El nacimiento del Rey demonio

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-Aunque eso ya lo sabía....

Zelda ni siquiera sabe en que momento todo se fue al caño, un momento estaba en los santuarios de la meseta hablando con Sonnia sobre como derrocar a Ganondorf y demostrar su falsa lealtad ante Rauru y su corona y al otro la reina se encontraba en el suelo de piedra con su espalda sangrando e inconsciente, con su cuerpo volviéndose cada vez más frío entre más tiempo pasaba, de alguna manera, Ganondorf se les adelantó, descubrió sus planes y les ganó la batalla, ahora la Reina Sonnia, la primera Reina del Reino de Hyrule, se encontraba muerta en el suelo del palacio, con la última princesa del Reino intentando en vano despertarla.

Como hace 100 años cuando su caballero sucumbió a la muerte por primera vez....

Suplicando y llorando ante el cuerpo ya frío de la Reina, Zelda no paraba de gritar y decir su nombre, siendo lo único que le quedaba como figura materna, Sonnia fue la madre que perdió ante la enfermedad y el Cataclismo, en el caso de Urbosa, ella siempre vio a sus seres queridos morir en frente suyo, y ahora tenía a Sonnia muriendo a manos de su propia idea de demostrar la falsedad que tenía Ganondorf sobre su confianza y lealtad hacia el Reino, no sólo eso, tenía a la esposa de Rauru y la madre de la princesa y de Lomei en sus brazos.

-¡Majestad! ¡Sonnia!- dijo Zelda en un intento de ver si estaba viva después de la apuñalada que el patriarca Gerudo le dio en la espalda, tanto física como emocionalmente, lo intentaba mientras todas sus esperanzas se hacían cenizas conforme el cuerpo de Sonnia se hacía cada vez más frío.

Ganondorf por su parte, simplemente les miró sin una pizca de remordimiento, para él, era una pequeña venganza hacia Rauru sobre como le traicionó en el pasado, la piedra secreta era sólo un bonus para demostrar todo el poder que él tenía, sin embargo, algo se entró fugazmente por su cabeza al ver a Zelda llorar por la Reina, sentía una extraña satisfacción de verla llorar y sufrir, suplicando y quedándose sin fuerzas hasta caer de rodillas en el suelo rocoso, sangrando y agonizando de todas las formas posibles, sin embargo, por más satisfacción que le daba ver a Zelda llorar; no se sentía bien sabiendo que la persona por la que lloraba era Sonnia, sentía que debía llorar por alguien más, alguien que fuera lo más preciado para ella....

Alguien del cual estuviera enamorada...

A pesar de todo, Ganondorf rápidamente se volteo dándoles la espalda a las 2 Hylianas de Sangre dorada para después dirigir su mirada hacia la piedra secreta de Sonnia, ahora en sus manos, la piedra volvió a su forma más pura al no estar cerca o tocando el cuerpo de Sonnia, siendo completamente lisa y de un color blanco como la hermosa luna que se alzaba por el cielo estrellado del Reino, mientras caminaba a unos pasos lejos del cadáver de la reina y de la princesa suplicando por ella, Ganondorf miró la piedra con bastante deseo de obtener ese poder que tanto deseaba...

El poder que decía, era suyo por derecho.

Levantando la mano, Ganondorf se alabó a sí mismo -Al fin.....¡La piedra secreta está en mis manos!- miraba la piedra con hermoso desen de que le diera todo su poder y, al no tener conciencia propia, la piedra sólo hiso para lo que fue creada.

Aumentar el poder del portador.

Debido al poder maligno y demoníaco que poseía Ganondorf en lo más profundo de su alma, la piedra se tiñó del amarillo del sol a lo negro del abismo de la muerte, reflejando los deseos del demonio que creó y que residía dentro del alma de Ganondorf, la piedra, ahora negra, empezaba a crecer para así ajustarse al tamaño de su nuevo portador, Ganondorf le miró un poco sorprendido pero aquello fue inmediatamente suplantado por emoción, por fin sería capaz de darle a su pueblo la libertad que se merecían...o al menos eso era lo que se decía a si mismo, sin saber que su "yo original" tenía otros planes.

La sabia del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora