Explorando el castillo

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Tras la visita de Mineru en el subsuelo, Zelda y Rauru volvieron al castillo para contarle a Sonnia todo lo ocurrido, si lo que decía Rauru era cierto, quizá Sonnia podía enseñarle a controlar su poder y a regresar a casa, la magia es algo que no se puede controlar, pero si puedes aprender a vivir con ella, como si fuera un ser vivo.

Rauru fue a hablar con Sonnia sobre las clases para Zelda, su plan era empezar el día siguiente para que pudiera explorar un poco la ciudadela y el castillo, si querían que Zelda se mezclara con la población sin llamar mucho la atención, tenía que familiarizarse con el entorno y sus costumbres para pasar desapercibida, lo bueno es que Zelda ya sabía un poco de su cultura por los libros del castillo que hablaban de los Zonnan y el Reino Antiguo.

El primer paso de Zelda en explorar el antiguo Castillo era encontrar la cocina para comer un bocadillo, no era de esas personas que comían por comer pero con la situación actual le daba un poco de hambre, además, pasaba como cuando iba a las fuentes, estaba tan inmersa en sus preocupaciones que olvidaba por días comer bien, ahora era bastante parecido solo que después de ver una luz al final del túnel, le dio un poco de hambre.

Zelda se la pasó dando vueltas por un tiempo para encontrar la Cocina, el castillo quizá no sea más grande que el castillo de Hyrule pero aún así era un poco confuso ya que no conocía bien el lugar, igual, mientras caminaba, se dio cuenta de otras habitaciones y sus ubicaciones, la habitación de Rauru y Sonnia, la de Lomei, La de la princesa, la sala de entrenamiento para los guardias y también una especie de observatorio con enufares, Flores y unos Lotos Vaivén en un pequeño lago no tan profundo, más o menos como una fuente.

Al encontrar la cocina, Zelda aprovecho de que no hubiera nadie ahí para agarrar un trozo de pan y una que otra fruta, pero las frutas le sorprendieron, habían 4 frutas que parecían tener los mismos efectos que las flechas de su hogar natal, una tenía forma de manzana pero era caliente, como el fuego, otra tenía forma de ser una uva pero era bastante frío, además que en vez de morado, era de color azul, la tercera parecía una especie de fruta amarilla y tenía un tipo de poder parecido al rayo, la cuarta parecía un círculo con un ovalo, no era muy diferente a las otras pero si era más húmeda que las otras, al final, Zelda decidió tomar una manzana Dorada, algo completamente nuevo para ella.

Salio de la cocina para asegurarse de que nadie la siguiera y se dirigió a la colina donde estaba el santuario de la vida, justo se sentó en esa colina para admirar el hermoso paisaje, Zelda sabía que como ahora vivía con Rauru y Sonnia hasta poder regresar a casa, tendría que volver a aquel estúpido protocolo de la realeza que tanto odiaba, si bien estaba acostumbrada a disimularlo, no quería hacerlo, además de que ya se olvido de la mayoría de todo.

Cuando Zelda fue librada de la tarea del cataclismo y fue reconocida como la gobernante del actual reino en Ruinas, ella no se la pasaba como la realeza que le enseñaron a ser, se trataba de una joven adolescente que se llevaba bien con todos en el reino, Link también le ayudó a dejar el protocolo atrás ya que se mudaron a la aldea Hatelia, el antiguo hogar de la madre de Link, la aldea era tranquila y muy sociable no como la antigua Cuidadela, de algún modo, agradecía que el Cataclismo destruyera la ciudadela...suena un poco cruel pero siempre odió las miradas que su pueblo le daba como fracaso, aunque el sentimiento no es solo de ella.

Si bien no recordaba nada, Link también dice que agradeció la destrucción de la ciudadela, no tendrían tantas miradas encima suyo como expectantes, además que todos los que de burlaron de ellos tendrían su merecido (quien más piensa eso? Yo sí), bueno, si algo aprendió en estos 7 años es que debería dejar de pensar en lo que ya pasó, lo que importa es lo que va a venir.

Al terminar la comida, Zelda se dedico a disfrutar su tiempo con el sol brillante y el cielo completamente despejado, el sol era bastante cálido y la brisa le daba la frescura perfecta a la meseta, no podía pedir ninguna otra cosa para hacer este momento mejor, de regreso a los tiempos en el castillo, no podía casi salir del castillo a menos de que fuera a las fuentes Sagradas, y estas siempre estaban en unos lugares apartados con bosques, acantilados o nieve cubriendo todo lo que le gustaba, tampoco era que no le gustaba mirar y explorar los rincones más recónditos del Reino pero también el ver esas fuentes siempre era un panorama que siempre le daba un sentimiento de desespero.

La sabia del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora