capítulo 39

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Soobin solía descansar los Domingos. Pero este había sido distinto, puesto a que no es muy regular de que abran pedidos ese día. A menos de que sea urgente u ofrezcan una mayor tarifa por la orden. Que claramente fue el caso. Estaba en la pastelería, junto con su fiel compañero el pastelero de su mismo apellido, Choi Yeonjun.

Yeonjun llegó a la pastelería hace dos años, solicitando empleo. Fue contratado, y mediante su trabajo y compromiso había logrado mantener una buena amistad con el joven Soobin. Yeonjun le llevaba solamente un año.

Era un chico bastante creativo. Se dedicaba a la parte de decoración. Además de su arte culinario, tenía otros pequeños trabajos. Uno de ellos: ser el manager de su novia. Jeon Kiara era conocida por los locales por ser una artista en ascenso de rock.

Estaban haciendo juntos un pastel de bodas. Mientras que Soobin le agregaba el betún, Yeonjun le ponía un brillo en aerosol a las figuras de chocolate para moldear que hizo del novio y la novia. Las cuales ya se encontraban en la punta del pastel.

Ambos hacían un buen equipo. Soobin sabía hacer de todo en los pasteles, pero su especialidad era la horneada. Y Yeonjun, diseñaba los pasteles desde cero, y usaba sus herramientas más profesionales para llevar a cabo la mejor reacción de los clientes.

Al terminar, los dos se encargaron de cargar el pesado pastel desde su base y salir por la puerta trasera de la cocina, la cual daba hacía el estacionamiento el personal. Tenían una camioneta, y la dinámica siempre era la misma: Soobin conducía lentamente mientras que Yeonjun sostenía el pastel por su base.

Al estar en camino hacia el lugar de entrega, Yeonjun recordó lo que tenía que comentarle a Soobin.

—Oye... Kiara hará una fiesta. Grabó un video musical para su canción y el estreno será en la terraza de un hotel... Vendrá uno que otro influencer por ahí, modelos, actores, ya sabes... gente de un estatus un poco más alta... Estás invitado.

—Gracias por la invitación, aunque no tengo ni idea de cómo voy a poder figurar ahí.

—Yo tampoco y soy su novio —se rió el muchacho. Soobin sólo mantenía sus ojos en el camino y las manos sobre el volante—... Igual no es gente tan relevante. Creo que sólo ubico a la que quedó en 3er lugar de Miss Korea, Shin Yuna.

Soobin frenó de repente, por ende, el auto de atrás tocó su claxon.

—¿Todo bien? —preguntó. Soobin solo suspiró, y continuó manejando.

—Si, si... Es sólo que... Yo la conozco.

—¿En serio? ¿Viste el certamen de-?

—No, no... Me refiero a que yo fui a la escuela con ella.

—¡¿Quéeeeeee?!

—Ya te dije que fui a una escuela de ricos. Y ella solía ser mi mejor amiga por un tiempo... Hasta que se fue. Quedó huérfana a los 15 y se fue a vivir con su tía. Se cambió de escuela además.

—Oh. Que terrible situación, quedar huérfana en tu adolescencia...

—Lo sé. Bueno, yo no conocí nunca a mi padre porque murió cuando yo estaba muy pequeño. No es algo que me duela, pero ya perderlo cuando eres bastante consciente y peor aún, que lo veías todos los días y de forma inesperada... Vaya.

El alto tragó saliva. Vería a Yuna nuevamente. Después de tantos años, anciaba ahora con el hecho de que ella no lo odie.

...

Roseanne aún trataba de adaptarse a su rol de ser la cuidadora y casi que una mucama para la casa de los Choi. Aunque bien no se quejaba, aún así Soobin la ayudaba y le enseñaba a hacer muchas cosas como cocinar y limpiar de formas muy específicas.

Disfrutaba de poder sentirse acogida en un hogar. No sentía que la miraban con lastima, sino que se preocupaban por ella y que estaba bienvenida.

Actualmente estaba doblando la ropa de Jimin, en el cuarto donde se estaba quedando. Posteriormente la pondría en el canasto para llevarla hacia la habitación de la mujer.

Fue hacia la puerta, y la tocó. Escuchó la voz de Jimin, indicándole de que podía entrar a lo cual ella hizo.

—Vengo a dejar su ropa que ya está limpia.

—Gracias, Rosie —respondió, sentada en su cama, viendo la televisión pero volteó a verla—. Si quieres déjala aquí y yo la guardo.

—Mmm, el Jueves pasado lavé tus toallas y no las acomodaste cuando me dijiste lo mismo...

—Ay, pues se me olvidó Rosie.

—¿Cómo se te puede olvidar si le puse las toallas enfrente de tu en la cama? No, no... Te voy a ayudar a acomodar.

—Rosie, no... No es necesario...

Roseanne tomó unas camisetas, y fue hacia el cajón donde iban.

—Creo que si lo es... Tu hijo quiere que estés bien, y en eso se refiere también a tus alrededores. Me pide mucho que las cosas estén siempre en su lugar, incluyendo la habitación. Creemos, porque yo también lo pienso, que para que te sientas mejor, es necesario que lo que esté alrededor de ti esté en armonía.

—¿Crees eso Rosie? Porque, a veces pienso que lo hace porque se siente obligado. Porque soy su madre a fin de cuentas... Pero parezco una carga a este punto.

—Él te ama —la miró, tratando de convencerla con aquella mirada directa—. No eres una carga...

Roseanne no esperó a que la mujer rompiera en llanto.

—Si lo soy, Rosie... ¡Mírame! Estoy acostada en mi cama la mayoría del tiempo, ya no tengo fuerzas ni energía como para ir a trabajar... No cocino, ni aporto nada en mi propia casa. Me siento tan ajena a ella... A este punto, siento que quiero morir-

—No digas eso, Jimin... ¿Qué es lo que pasa? Superaste el cancer. Debes de sentirte demasiado orgullosa de ello. Y de más cosas pienso yo. Criaste de buena manera a dos hijos que ahora son adultos responsables y buenos... Y pese a las dificultades que conllevaban ser una madre joven.

—Pero eso quedó en el pasado... Dime, ¿quien soy ahora? ¿Por qué sólo me da satisfacción estar acostada en mi cama viendo mi serie favorita? ¿Por qué... no me siento motivada a hacer algo más provechoso?

Roseanne la miró triste. Aunque continuó guardando la ropa. No sabía que más responder. Porque sabía que iba a llegar a lo mismo la señora.

gone • soobin, roséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora