𝘑𝘢𝘺
Won me está besando.
Won me está besando.
Won me está besando a mí.
No, no importa cómo lo mire, todavía no le encuentro sentido.
¿La presión de su boca? No tiene sentido.
¿El escandaloso paso de su lengua por mi labio inferior? No tiene sentido. Pero, joder, lo deseo.
La lluvia cae del toldo y se desliza sobre nuestras cabezas mientras los labios de mi mejor amigo se aferran a los míos. Saboreo la lluvia, la cerveza, algo adictivamente masculino.
Su boca roza la mía, una y otra vez, y cuando separo los labios para respirar, él aprovecha y desliza la lengua en ella.
Es como una punzada en la columna vertebral. El deseo me recorre y baja en espiral hasta mis testículos, haciendo que se tensen.
Cuando su lengua toca la mía, casi me desplomo. Me agarro de la parte delantera de su camisa con fuerza para no dejarme arrastrar por la tormenta. No la que ilumina el cielo, sino la que ruge en mi interior.
Lo sé en el momento en que siente el piercing de mi lengua y enrosca la suya alrededor del perno metálico y gime contra mis labios. Profundo y ronco.
Es ese sonido empapado de lujuria el que me devuelve a la realidad. Puede que me parezca bien, pero está mal. Está borracho otra vez. No piensa con claridad. Por alguna razón, ha decidido que meterme la lengua hasta la garganta es una buena idea, pero no lo es, joder. Después de todo, sigo siendo gay y él, heterosexual.
Y lo que es peor, sigo enamorado de él.
Con un gemido tortuoso, aparto la boca. No puedo volver a hacer esto. No puedo permitirme desearlo ni ilusionarme con la idea de nosotros dos. Es mi amigo. Siempre será mi amigo y nada más.
Sus ojos, empañados por la pasión, me destrozan por completo. Parpadea como si estuviera desorientado, como si no entendiera por qué he roto el beso.
—Tu piercing...—Su voz suena ronca por la excitación—. Quiero sentirlo en la polla.
Ay, madre.
Vale, está más borracho de lo que pensaba. No lo he visto beber más de un par de cervezas, pero habrá pedido algunas más.
—Sí... —Suelto una risa apresurada—. Eso no va a pasar, tío.
Won entrecierra los ojos. La lluvia amaina un poco, haciendo más fácil hablar sin tener que levantar la voz.
—No vamos a volver a pasar por eso, Yang. —Trago con fuerza—. La última vez que lo hicimos, se arruinó nuestra maldita amistad.
Ladea la cabeza, esos grandes ojos marrones brillan desafiantes.
—¿Quieres decir que no me deseas?
Oh, mierda.
—No, estoy diciendo que esto es una mala idea.
Won se acerca y me empuja contra la pared hasta que mi espalda golpea los ladrillos húmedos. Ahora me tiene inmovilizado.
Hay un muro duro detrás de mí y otro igual de duro frente a mí. Y subrayo lo de «duro», porque, madre mía, la tiene más dura que una roca.
La presiona contra mi muslo mientras se acerca todavía más, hasta que sus labios están a escasos centímetros de los míos.
—Eres el rey de las malas ideas —me recuerda— Al menos, esta termina con los dos pasando un buen rato.
Me va a matar. El cambio de roles me derrite el cerebro, porque yo soy el que suele mandar, el que lleva las riendas, el que pone los límites.
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𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon
Fanfiction¿Puede una noche de borrachera arruinar una amistad para siempre? ¿O es esta la oportunidad que ambos necesitan para aprender más sobre el otro... y sobre sí mismos? Todos los derechos a su respectivo autor.