capítulo 06

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𝘑𝘶𝘯𝘨𝘸𝘰𝘯

Hemos perdido.

Hemos perdido, joder.

Aturdido, avanzo por la rampa hacia los vestuarios. El ambiente que me rodea es sombrío. Asfixiante. Sin embargo, nadie busca culpables.

No hay rabia hacia Barkov, que le ha puesto la zancadilla al delantero de Yale sin ninguna razón aparente: el chico ni siquiera tenía el disco.

No hay recriminaciones hacia nuestra defensa, que inexplicablemente se ha venido abajo durante esa ofensiva. Y nadie me acusa de no haber sido capaz de detener ese último disparo que ha acabado en gol.

Sin embargo, por dentro...me culpo a mí mismo.

Debería haberlo parado. Debería haberme lanzado más rápido, haber extendido más el brazo. Debería haberme lanzado sobre ese maldito disco y no haber permitido que se acercara al área.

Me entumezco. Estaba desanimado porque mi familia no había viajado desde California para verme jugar.

Ahora agradezco que no me hayan visto perder. Excepto por el televisor. Junto con otros millones de personas...

Maldita sea.

De vuelta a la habitación del hotel, encuentro a Sunoo sentado en la cama, con el mando en la mano. Pero el televisor se encuentra apagado, de modo que él contempla una pantalla negra.

—¿Sunoo? ¿Estás bien?— Levanta la vista rápidamente.

—Sí. Es solo que...—La frase muere antes de acabar.

Los próximos días van a ser así. Lo presiento. Teníamos tantas ganas de llevarnos este título a casa, a Rainier.

Habríamos demostrado a nuestras familias y a la universidad que todos estos años de sacrificio habían valido la pena.

No hemos demostrado nada.

—Sigue siendo la temporada más victoriera en treinta años — dice Sunoo lentamente. Me tumbo en la cama.

—¿Victoriera es una palabra?

—No, si se trata de nosotros. —Los dos nos reímos, pero su risa termina en un suspiro— Ese ha sido mi último partido, Yang. El último. No me ha fichado la Liga Nacional de Hockey, como a ti. Dentro de tres meses llevaré traje y estaré sentado tras un escritorio.

Mierda. Es realmente deprimente. —He jugado al hockey durante quince años y, desde hace media hora, soy socio junior en la división de banca de inversión de Pine Trust Capital.

Madre mía. Espero que las ventanas de nuestra habitación no se abran porque me da miedo que salga a una cornisa. O que lo haga yo.

—Tío, necesitas alcohol y una chica. Como ayer. —Su risa es sombría.

—Mis primos vienen a recogerme. Habrá bebida y bares llenos de tetas.

—Menos mal. —Me doy la vuelta para estudiar el techo de la habitación—Sabes, es muy probable que nunca juegue un solo partido de la Liga Nacional de Hockey. ¿Portero de tercera? Detroit podría hacer un banquillo con las medidas exactas de mi culo. Con suerte, me permitirán «jugar» como suplente del portero canterano.

—Seguirás teniendo esa camiseta y también a las grupis.

Le suena el teléfono y desliza el dedo por la pantalla para contestar.

—Nací preparado —dice a la persona que llama— Ahora mismo bajo. Luego me pregunta: —¿Vienes con nosotros?

¿Voy? Es evidente que necesito un trago, pero, de momento, mi espalda está pegada a la colcha.

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora