capítulo 31.

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𝘑𝘢𝘺

Me resulta difícil.

Al parecer, ese es el tema de hoy: una lucha complicada. No obstante, es una pelea que he elegido. Dejar que otro hombre me penetre no me resulta sencillo. No sé por qué, pero es así.

Con todo, quiero hacerlo.

Cada vez que me tenso para evitar la intrusión, me digo lo mismo: «Es Won. No pasa nada». Y entonces me relajo.

Won se lo toma con calma. Me lee de la misma forma que lo haría un portero con talento. Es firme y suave en esto como en todo lo demás.

Joder. Lo quiero tanto.

Hoy ha sido otro recordatorio de cómo son las cosas.

La primera vez que toqué a Won, fingí que le daba algo cuando en realidad me estaba sirviendo yo.

Él me perdonó, por supuesto. Por desgracia, este verano ha sido más de lo mismo. Le doy mi afecto. Y, a cambio, lo pongo a merced de imbéciles como don Rancio.

Hoy Jungwon ha perdido a su jugador estrella. Lo más probable es que nunca vuelva a ver a ese chico. Y todo ha sido por mi culpa.

Won me calienta la espalda con la mano que tiene libre mientras con la otra me prepara.

—Cariño —susurra— ¿Puedes tolerar más?

Asiento con la cabeza en su cuello. Un segundo dedo se une al primero. Al principio, lucho contra el ardor. «Es Won. No pasa nada».

Vuelvo a respirar hondo y me obligo a relajarme.

—Eso es —me anima—. Quiero que me montes, ¿vale? Y cuando te corras, quiero que cargues contra mi pecho.

Un rayo de lujuria me recorre la columna vertebral. Le aprieto los dedos y me recompensa con un roce en la próstata. Sí. Esa descarga de placer me hace temblar y siento su sonrisa en la mejilla.

Unos minutos después, me mete tres dedos. Empiezo a follarme su mano con pequeños embistes. Él me susurra palabras de ánimo mientras le pido a mi cuerpo que se dilate un poco más.

Hacía años que no probaba esto. Esperaba que me resultara más fácil, pero como todo en la vida, debo esforzarme para conseguirlo.

Y lo hago. Otra razón para apreciar a Won. Mi hombre atrevido y de gran corazón. Lo hace por mí, y con él parece fácil. Es increíble.

Me siento para estar un poco más erguido y lo beso con fuerza demostrándole que ya estoy listo.

La boca de Won me da la bienvenida. Tomo unos cuantos sorbos exquisitos más para armarme de valor y, entonces, me apoyo sobre las rodillas y me preparo para él.

Jungwon se acomoda en el cabecero de la cama, con las almohadas a su espalda. Se aplica un poco de lubricante en la erección y, al ver cómo se frota, se me hace la boca agua. Se coloca debajo de mí.

Esos ojos marrones que miran hacia arriba, llenos de lujuria por mí, es lo más sexy que he visto nunca.

Así que lo hago. Me hundo sobre su miembro. Él suelta un gemido silencioso, y entorna esos hermosos ojos. Vuelve el ardor, pero no es nada que no pueda soportar.

Me doy un minuto para adaptarme y aprovecho para tomar la preciosa cara de Win entre mis manos.

Durante un segundo, me limito a admirarlo. Está sonrojado, excitado y arde de pasión. Vine a Lake Placid con la esperanza de que pudiéramos seguir siendo amigos. He logrado mucho más que eso, y no puedo estar más agradecido.

Intento decírselo con un beso. Casi gime en mi boca, así que tal vez me escuche. Pruebo a empujar las caderas y me gusta el resultado. De modo que apoyo las manos en los hombros de Won y lo cabalgo despacio. Muevo la cintura hasta que encuentro el ángulo adecuado. Al hacerlo, la sensación es más que increíble.

Una oleada de placer me recorre el cuerpo cada vez que lo embisto. Es muy placentero.

Debajo de mí, Won toma mi miembro, que ya gotea, con la mano. Tiene la boca abierta y emite sonidos con la garganta. Veo anhelo en cualquier parte que lo miro. En su mandíbula y en la curva del antebrazo mientras me masturba. Se pasa la lengua por los labios.

—Si te corres, me llevarás contigo.

Ahora que lo ha dicho, lo deseo de verdad.

Cierro los ojos, disminuyo el ritmo y me concentro en el placer de cada embestida. La salida y la entrada se confunden. Solo queda el arrebato de felicidad que me produce.

Cuando vuelvo a abrirlos, es la expresión en el rostro de Won n la que me hace llegar. Es un cóctel de deseo y asombro tan potente que me siento al borde de la locura.

—Won —jadeo a la vez que persigo esa sensación y me inclino hacia ella.

Eyaculo y él se estremece bajo mi cuerpo.

Me desplomo sobre su pegajoso pecho antes de que se acabe. Tengo los labios junto a su oreja y gimo en silencio mientras mi trasero se tensa alrededor de su pene.

—Madre mía —susurra.

Y que lo digas. Lo rodeo con los brazos y me aferro a él todo lo que puedo.

La verdad, no sé cómo voy a renunciar a él cuando el verano termine.

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora