capítulo 16.

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𝘑𝘢𝘺

No me fastidies. Soy un tipo fuerte. Soy un tipo duro. Pero no estoy hecho para soportar ver a Yang Jungwon masturbándose.

La luz de la luna que brilla a través del hueco de las cortinas lo muestra recostado de espaldas, con la rodilla más lejana doblada.

Tiene un cuerpo perfecto: fuerte y esbelto sobre la cama. Se agarra la polla con la mano y se acaricia el glande con la yema de los dedos.

Respira hondo y expulsa el aire despacio a la vez que arquea un poco la espalda y mueve las caderas.

Y yo me muero en silencio. Se me hace la boca agua y tengo que tragar con fuerza. Está ahí mismo. A dos pasos, podría tenerlo en mi boca. Es como si Yang Jungwon hubiera entrado en mi sucia mente y extraído mis fantasías. Bueno, el primer capítulo, al menos.

No gira la cabeza para mirarme, no tiene por qué hacerlo. Ambos sabemos dónde está mi atención.

Se aprieta el miembro una vez. Dos. Luego, abre la mano y desciende los dedos hasta los testículos y mueve el pulgar sobre la piel.

Oigo un jadeo de excitación y me doy cuenta de que viene de mí. ¿Y entonces? El cabrón sonríe. Eso me hace reaccionar, al menos un poco.

—¿Qué coño estás haciendo?

—Necesito masturbarme. ¿Te importa?

¡Mierda...! Me arrepiento del maldito día en que le dije esas mismas palabras. Tenía dieciocho años y creía que era delicado, pero solo estaba desencadenando un intenso dolor para todos. Y sigue sucediendo. La sangre me zumba en los oídos. Y en otros lugares.

Arrastro la mano hasta mis bóxers en contra de mi voluntad. Won mueve la mano por su pene. Poco a poco, arriba y abajo. Hace una pausa para frotarse la punta con el pulgar y se me cierra la garganta.

—Jay. —Su voz es como grava—. Necesito tu ayuda.

Es un milagro que sea capaz de responder con un tono casi normal.

—Parece que te va bien por tu cuenta.

Por fin gira la cabeza para mirarme. A la par que se frota, traga y la nuez sube y baja con brusquedad.

—Necesito saberlo.

«¿Saber el qué?». Casi se lo pregunto.

Ahora me está estudiando. Me recorre el pecho y el brazo con la mirada y se fija en que tengo la mano en los pantalones cortos. Y lo entiendo. Quiere saber por qué se siente así, si es atracción o el efecto de la cerveza o locura temporal.

Esta noche le he dicho la verdad cuando le he confesado que no quería ayudarle con este descubrimiento. No me queda claro que vaya a sobrevivir a ello.

Todo esto es, por supuesto, culpa mía.

Nos miramos a los ojos. Los suyos están cerrados con fuerza. Siempre he soñado con tener otra oportunidad para ver su cara llena de lujuria.

Ahora, abre los labios al subir la mano y es casi suficiente para que vaya al otro lado de la habitación. Pero todavía tengo dudas, y no porque tema a su arrepentimiento de mañana. Porque sé que yo lo haré.

—Por favor —suplica.

Esas dos palabras son suficientes para que me levante de la cama. Ahora estoy de pie en el centro de la habitación, con las manos en la cintura de los bóxeres. Tiro de ellos y los dejo caer al suelo. Él me mira el pene sin dejar de acariciar el suyo.

—¿Qué quieres? —pregunto.

Y necesito que sea concreto. Estamos jugando a un juego muy peligroso. Es posible que termine en desastre, no obstante, si hay alguna forma de evitarlo, lo haré.

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora