capítulo 20.

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𝘑𝘢𝘺

Compramos unos burritos y nos los comemos junto al lago. Después, vamos a por un helado a uno de los muchos locales de la calle principal. Al parecer, Won quiere hablar sobre el entrenamiento, así que eso es lo hacemos.

—Muchos de estos chicos todavía no entienden el «primer toque» —teoriza—. Si pudiera hacer que se llevaran a casa algo de aquí, sería eso. En un partido de alto nivel, solo tienes una oportunidad con el disco. Si pierden el tiempo posicionándose, se acabó.

—Seguro.

Cada vez que dice «primer toque», mi mente piensa en un tipo de toque totalmente diferente. Gesticula mucho con las manos y me fijo en sus bíceps, y en el fino vello rubio de sus brazos, que ahora sé que es muy suave al tacto.

Pienso en quitarle la camiseta para besarle el pecho. Mi pene empieza a pesar. Y con estos pantalones cortos de nylon no es buena idea. Además, la excitación ni siquiera es mi único problema. Anoche le pregunté a Won si estaba histérico.

Es curioso, he pasado un día entero haciendo justo eso. Me vuelve loco.

Primero actúa como si nada hubiera pasado. Luego me deja para echarse una «siesta», pero ni de broma se ha echado a dormir. Quiero decir, no nací ayer. He vuelto a nuestra habitación y lo he visto de pie, todo culpable, y resultaba obvio lo que había estado haciendo.

El muy cabrón se había masturbado. Me habría encantado ayudarlo, sin embargo, está claro que prefería apañárselas solo antes que dejarme tocar otra vez. Aunque... me ha mirado de arriba abajo. De nuevo, no nací ayer. He visto la forma en que me ha mirado antes de salir.

Dios mío. Menos mal que no controla el tráfico, porque está enviando suficientes señales confusas como para provocar un choque de diez coches. Me he hecho el interesante, pero por dentro estoy destrozado. Porque una vez no ha sido suficiente y, aun así, no tengo ni idea de lo que piensa Won. Ni idea.

Me como lo último que queda del cucurucho, pues lo único que quiero es arrastrarlo a nuestra guarida y hacerle guarradas. Pero ¿es esa una opción? Hasta ahora estoy seguro de dos cosas.

Primero, pongo cachondo a Yang Jungwon; lo vi anoche. Y, segundo, no le horroriza lo que hicimos. Es increíble y siento ganas de pellizcarme por haber podido disfrutar de una noche así con el amor de mi vida, aunque solo haya sido una.

De todas formas, eso no me garantiza nada, no me debe nada. Podría cansarse de este pequeño experimento. Lo más probable es que ya lo haya hecho.

Es aterrador. Porque quiero otra muestra. Diablos, quiero atiborrarme de él. Tengo ganas de Yang Jungwon.

—¿Jay?

—¿Qué?

Oh, mierda. Estaba mirándole a los ojos y no tengo ni idea de lo que estamos hablando.

—Te he preguntado si quieres nadar. Todavía hace calor.

—Oh. —Solo quiero ir a casa y desnudarme del todo—. No llevo bañador.

Entrecierra los ojos.

—¿Quién eres y que has hecho con Jay?

Sí, es cierto. Cuando te pasas la vida sin preocuparte por llevar vestimenta adecuada, la gente lo nota.

—De acuerdo —cedo— Vamos a nadar.

El teléfono de Won emite un zumbido.

—Oh. ¿Me esperas dos minutos? Si no contesto, no dejarán de llamar. —Desliza la pantalla, pero aleja el teléfono de su cuerpo— ¡Hola a todos!

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora