capítulo 25.

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𝘑𝘢𝘺

Son más de las doce cuando vuelvo al dormitorio a trompicones.

Por suerte, Pat no está en las mecedoras haciendo guardia, porque no lograría mantener una conversación normal en este momento. Incluso caminar en línea recta me supone un reto.

Sí, puede que esté un poquito borracho.

Me acerco a la puerta de nuestra habitación y la miro fijamente durante un rato.

Joder, ¿y si su chica está dentro? Me he alejado de ellos todo el tiempo que he podido, pero uno tiene que dormir, y no voy a hacerlo en el porche, joder. Si ella se hubiera quedado, me habría mandado un mensaje para advertirme.¿No?

El pensamiento es como una hoja candente que me atraviesa el abdomen. No me creo que su maldita novia haya aparecido en el campamento. Ha pasado todo el día con ella y seguramente toda la noche también.

Aprieto las manos en un puño mientras desfilan unas imágenes horribles por mi cabeza. Los grandes dedos de Won que recorren las curvas femeninas de Haerin. Su erección que se desliza dentro de ella. Esa sonrisa pícara que me dedica siempre antes del sexo oral.

Soy un completo imbécil. No debería haber empezado nada con él. Iba a terminar una vez que me fuera a Toronto, de todos modos. Así que, a la mierda, tal vez sea mejor que acabe ahora.

Al final, me resigno y giro el pomo de la puerta. Está abierto, y, cuando entro, veo que el colchón de Won se encuentra de nuevo en el suelo, justo donde lo puso anoche. Pero el mío sigue sobre el somier, donde lo he colocado esta mañana. Won también es el único en la habitación. Me relajo un poco.

Está dormido. Menos mal, porque ahora no me encuentro en condiciones de hablar con él.

Siento como la rabia me corre por las venas junto con todo el alcohol que he bebido.
Me molesta la oscuridad de la habitación.

Avanzo a trompicones y me golpeo el brazo con el lateral de la cómoda al bajar la mano para desabrocharme los tejanos. Me los quito de una patada y luego me ocupo de la camisa.

Ya está. Me quedo en calzoncillos. Solo tengo que llegar a la cama sin despertar a Yang, y ambos podremos dormir profundamente; la Gran Charla puede esperar hasta por la mañana.

Me deslizo sobre el colchón e intento hacer el menor ruido posible. Lo he conseguido. Mi trasero borracho está ahora en la cama y Won sigue durmiendo...De pronto, mi cabeza choca con algo duro y, a continuación, un fuerte sonido recorre la habitación.

Una cacofonía de repiqueteos me asalta los oídos. Es como si alguien hubiera dado un mazazo a una máquina de chicles desatando una oleada de caramelos.

Me tambaleo al ponerme en pie y maldigo en voz alta cuando piso algo duro y redondo.

—¡Hijo de la gran puta! —Salto sobre un pie mientras me froto el otro para aliviar el dolor.

Won se endereza hasta quedar sentado y su voz, llena de pánico, atraviesa la oscuridad.

—¿Qué cojones?

—¿En serio? ¿Me lo preguntas a mí? —gruño—. ¿Qué me has puesto en la almohada?

—Skittles.

Lo dice como si tuviera todo el sentido del mundo.

—¿Por qué?

Me arrodillo y busco a tientas la caja con la que me he golpeado la cabeza. Los pasos de Won se dirigen hacia la puerta, le da al interruptor y la luz inunda la habitación.

Dios mío. Un mar de Skittles morados cubre el suelo y el colchón de Won. Y se me forma un nudo en la garganta en cuanto comprendo el significado de todo eso.

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora