capítulo 17

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𝘑𝘶𝘯𝘨𝘸𝘰𝘯

No encuentro a Jay a mi lado cuando abro los ojos a la mañana siguiente.

Me doy la vuelta y examino la habitación.

Su cama está vacía.

Parece que no ha dormido en ella y no creo que haya salido de la mía durante la noche.

Recuerdo que me desperté a las seis de la mañana y me topé con el brazo de Jay rodeándome con fuerza. Luego volví a quedarme dormido, así que debió irse después.

Quizá me convierta, pero me siento aliviado. No estoy seguro de lo que habría dicho si me hubiera despertado y nos hubiera encontrado acurrucados.

Según el despertador de la mesita de noche, son casi las once y media. El comedor deja de servir el desayuno a las once. Me he quedado dormido, aunque no importa.

Es nuestro día libre, así que no me necesitan en la pista. Por otro lado, como es nuestro día libre, dispongo de horas y horas para mí. Tiempo que muy probablemente pasaré con Jay. Con quien me enrollé anoche. De todas formas, no me siento diferente.

Ayer me acosté con un chico, ¿no debería encontrarme raro? «¿Sentirte gay, quieres decir?»

Una risa burbujea en mi garganta. ¿Puede uno sentirse homosexual? Y, maldita sea, alucino al descubrir que la tengo dura y es algo más que un caso típico de erección matutina. Se trata de una erección por culpa de Jay; el resultado de pensar en nosotros tonteando.

Yo...creo que podría querer hacerlo de nuevo. ¿Y cómo de jodido es eso? Estaba preparado para considerar lo de anoche como un experimento. Una prueba. No esperaba que la puñetera cosa fuera un éxito.

La puerta se abre de repente y Jay entra a trompicones con la cara roja y respirando con dificultad.

Lleva ropa de correr y tiene la camiseta sin mangas empapada de sudor. Se la quita para mostrar ese pecho musculoso y la tira a un lado.

—Hace mucho calor ahí fuera —murmura sin mirarme.

Oh, mierda. Esto va a ser incómodo. Ni siquiera puede mirarme a los ojos.

—¿Por qué no me has despertado? —pregunto— Habría ido a correr contigo.

Se encoge de hombros. —Prefería dejarte dormir.

Se quita los zapatos, los calcetines y los pantalones. Se ha quedado desnudo y yo, aún más duro. Todavía no me ha mirado, así que no sabe que estoy admirando sus músculos delgados y esculpidos y la tinta negra que le rodea los gruesos bíceps.

Me doy cuenta de que es la primera vez que lo veo desnudo a la luz del día y la piel le brilla con el sol que asoma por las cortinas.

Es todo músculo. Todo un hombre. Y esas preguntas que me hice anoche: «¿De verdad me atrae?», «¿Quiero liarme con él?», «¿Me he vuelto loco?»

Ahora sé las respuestas. Sí, sí y tal vez. Pero no esperaba despertarme con más preguntas.

Me deslizo fuera de la cama y noto su esfuerzo por no mirarme. Porque... sí, yo también estoy desnudo. Hemos dormido así. En los brazos del otro. Me da la espalda mientras se acerca a la cómoda.

—Jay—lo llamo en voz baja. No reacciona. Toma unos pantalones cortos azules del cajón de arriba y se los sube hasta las caderas. —Jay.

Tensa los hombros. Se da la vuelta muy despacio y sus ojos grises se centran en mi cara.

Hay una pregunta tácita en el aire: ¿y ahora qué? Que me cuelguen si lo sé. ¿Qué es lo que sé?

No me siento preparado para tener esta conversación. No hasta que lo haya pensado un poco y descubra lo que quiero de esto. De él. Con tono despreocupado, pregunto:

𝗔𝗹𝘄𝗮𝘆𝘀 𝗵𝗲. jaywon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora